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“La educación debe generar personas comprometidas con la transformación social”

Gema Celorio,  técnica de Educación en el Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional, HEGOA.

Natalia González de Uriarte

Gema Celorio, técnica de educación en el Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional, afirma que en el actual contexto de globalización, se necesita de una educación que empodere a las personas y contribuya a formar una ciudadanía crítica, activa, responsable y comprometida con la transformación social. Celorio crítica los recortes y pide una mayor financiación que dé respaldo y recorrido a las políticas educativas.

Usted destaca por encima del resto uno de los cometidos de la educación, ¿cuál?

Para afrontar los grandes desafíos que tenemos por delante para avanzar en mejoras sociales y en equidad, necesitamos de una sociedad consciente, comprometida, solidaria y crítica, que no se deje llevar por propuestas de domesticación social a la que nos pretenden someten los grandes poderes. Las personas deben tener la oportunidad de desarrollar una conciencia crítica y uno de los objetivos fundamentales de la educación es la generación de ese conocimiento crítico, de una ciudadanía comprometida con el proceso de transformación social. La educación tiene que dotarnos de herramientas para incidir en el diseño del modelo social. Debe servir para pensar en otras claves diametralmente opuestas a las tendencias de mercantilización de la educación, a las propuestas que apuestan por un crecimiento desigual y con gran impacto en sostenibilidad. Hay otras maneras de pensar el desarrollo, aquellas que persiguen el bienestar para las personas y crear entornos de justicia social, equidad y disfrute de los derechos humanos. La educación formal e informal debe generar ciudadanos y ciudadanas que se planteen cuál es la responsabilidad que tenemos las personas en la creación de un mundo mejor.

Muchos sectores consideran que en una era de supremacía de la economía, la educación ha perdido su liderazgo como factor de corrección de los desequilibrios sociales. ¿Reconoce esa tendencia?

Sí, la economía ha usurpado ese papel a la educación y se ha convertido en el elemento central sobre el que gira toda la vida. En las sociedades de principios del siglo XX, la educación formaba parte del proyecto de la modernidad. Las instituciones escolares eran la garantía de un proceso de mejora de las condiciones de vida de las personas y de la propia clase trabajadora.

Sus planteamientos van en contra del pensamiento imperante. El cambio social que propugnan no va a ser fácil, ¿no?

No, porque estos presupuestos de mercado y competitividad los tenemos terriblemente interiorizados, forman parte del paquete de la socialización dominante, del mercado como único garante y de que la competitividad tiene que resolver la posición que ocupamos cada persona en la sociedad. El cambio cultural va encaminado a que nuestro imaginario colectivo, nuestros valores, nuestro proyecto ético responda a otros criterios radicalmente diferentes, de justicia social y de equidad. Pero tampoco se trata de demonizar a la economía, al contrario, es un sector muy relevante para el progreso y bienestar de las sociedades. Pero la cuestión estriba en la orientación que se le da a esa economía, sí vamos a seguir profundizando en una economía que genera desigualdad y permite plantear políticas de especulación, de corrupción, de paraísos fiscales o una economía más inclusiva que responda a las necesidades de las personas y que camine hacia la sostenibilidad de la vida.

Que la economía y sus agentes se hayan colado en los colegios a través de fundaciones vinculadas a bancos y empresas e incluso se imparta economía financiera en algunas aulas . ¿Le parece acertado?

No son las instancias que tienen que tener presencia en la educación y  mucho menos marcar políticas y contenidos educativos. Sin embargo lo están haciendo de facto. Invito a la ciudadanía a que haga una reflexión, ya que el hecho de que a estos agentes les interese entrar en la educación debería hacernos saltar la alarma, ¿por qué les interesa tanto?.

¿Tiene la impresión de que la educación se utiliza como arma arrojadiza entre los partidos políticos?

La educación es un derecho básico y como tal no puede ser que este librado a la batalla partidista. A veces esa pelea ni siquiera responde a las orientaciones político-pedagógicas, a veces los cambios y reformas educativas responden a estrategias para reafirmar que mi política es mejor que la tuya, mera escenificación. Llego al Gobierno y reformo la educación. Debemos ponerle remedio a esta práctica. Se debe  blindar de alguna manera la educación para que no quede al albur del último partido que llegue al Gobierno.

¿La LOMCE se enmarca en esa práctica?

La LOMCE situó en un diana a la asignatura de Educación a la ciudadanía, impulsado por el anterior Gobierno. Soy contraria a sus propuestas. No hace sino ahondar y permitir que la desigualdad siga existiendo.

¿Euskadi necesita una refuerzo de la educación pública frente a la concertada?

Es necesario reforzar el educación pública porque es la que garantiza 'per se' el derecho a la educación. La financiación que se ofrece a la concertada es importante pero son recursos que deberían focalizarse en fortalecer las escuelas públicas. Si hay que crear más, se crean y si hay que contratar a más profesorado, se hace. No es una crítica radical hacia estos centros concertados. Mi reivindicación responde a los indicadores sobre el índice social, económico y cultural. En el caso de las escuelas públicas, los alumnos y alumnas que acuden provienen de estratos sociales más bajos. Es mayoría el alumnado inmigrante. A  la población extranjera hay que garantizarle también, no puede ser de otra manera, el derecho a la educación. Por ello es vital invertir todavía más en mejorar esa educación pública, universal y gratuita. Hay que trabajar de forma paralela en escuelas inclusivas, que acojan no solo a alumnado extranjero sino a aquel procedente de todos los sectores sociales. Hay una creencia socialmente muy extendida que sostiene que la educación pública, al ser para todos y todas, es de menor calidad que la privada. Esto hay que erradicarlo.

¿Cómo valora la propuesta de distribuir a esta población entre los centros concertados y públicos?

Sería muy interesante porque tenemos centros muy alta de población extranjera que se convierten en guetos. La diversidad cultural debe verse como factor de enriquecimiento y no provocar rechazo social. Hay algunas experiencias en esta línea, como la desarrollada en el colegio Ramón Bajo de Vitoria, que son las que hay que potenciar.

También incide en la financiación pese a que el gasto por alumno en Euskadi es de los más altos, ¿por qué?

Euskadi destaca en gasto absoluto por alumno y alumna pero el indicador del porcentaje del PIB destinado a educación no deja a Euskadi en tan buen lugar. Estamos levemente alejados de la media de inversión en financiación en comparación con ciertos países europeos. La educación necesita de políticas públicas que estén a favor de esa educación pública, gratuita, universal y de calidad, pero tiene que contar con un respaldo de financiación importante sino su recorrido será menor. Los gobiernos han tenido la justificación ideal con esta crisis económica para recortar derechos en materia de educación y han dejado a los centros en situaciones de mayor precariedad, menos refuerzos, apoyos, personal y menos formación del profesorado.

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