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¡Houston, Houston... hay que reinventar el empleo!

Jóvenes preparan sus exámenes en un campus universitario. /EFE

Aitor Guenaga

Bilbao —

Hay una frase del astronauta Jack Swigert durante el accidentado viaje del Apolo 13 en abril de 1970 que ya ha pasado a la historia: “Houston, tenemos un problema”. Entonces, se encendieron todas la luces de emergencia ante la pérdida de potencia en parte de las fuentes de energía de la nave. 43 años después, todas las luces rojas se han encendido en la zona euro en relación con el desempleo. Y sobre todo han saltado las alarmas entre la población más joven, una generación que ha hecho sus deberes, se ha formado, se ha pagado un máster, ha aprendido idiomas, ha salido al extranjero y, pese a todo, sigue sin encontrar trabajo. Y continúan formándose. Es como el míto de Sísifo aplicado a la búsqueda del empleo, una pesada carga que rueda por la montaña y hay que volver a subir al día siguiente en un esfuerzo inútil.

En Euskadi, los jóvenes entre 16 y 24 años tienen un nivel de desempleo del 40%, frente al 22% de Europa. Y entre los 24 y los 35 años, la tasa de paro sube casi a los 19%, frente a los 12,8% de territorio europeo.

Estíbaliz cumple a la perfección el perfil de joven precaria bien formada. Licenciada en Bioquímica, acabó la carrera y consiguió una beca Leonardo con la que viajó al condado británico de York para participar en una investigación relacionada con el genóma humano. Tras cuatro meses volvió al País Vasco. “Y nada. Ahora trabajo 15 horas en una clínica como auxiliar y sigo buscando trabajo de lo mío. Necesitamos medidas concretas. Me voy a seguir formando, pero yo no puedo emprender y montar un laboratorio por mi cuenta. ¿Quién va a confiar en mi para una inversión como esa?”, se pregunta.

Junto a ella se sienta Luis Alberto. Estudió Derecho. Tiene dos hijos. Ha hecho prácticas en el terreno de la innovación en el Departamento de Industria del Gobierno vasco. Pero no se ha reenganchado aquí. Y al final se ha tenido que marchar a Suecia, junto a su familia, para poder trabajar. Parece contestarle a Estíbaliz con esta frase: “Ahora ya no sirve salir fuera. Tiene que producirse un replanteamiento general y una redistribución de la riqueza. Lo que parece claro es que una beca, junto a la formación, más ir al extranjero ya no te lleva a obtener con seguridad un puesto de trabajo”.

Los números no mejoran en Euskadi. Esta misma semana hemos conocido que en mayo el paro registrado bajó en 16 comunidades autónomas respecto a abril y el menor descenso fue el que contabilizó el País Vasco: registró en mayo 371 parados menos que en el mes anterior (un -0,21%), con lo que el total de desempleados alcanza en Euskadi ya los 178.218, según el Ministerio de Empleo.

El lehendakari Iñigo Urkullu se sentó el pasado miércoles en la segunda fila del Teatro Arriaga. Había venido “a escuchar” a los jóvenes, expertos, profesores y empresarios convocados por la Fundación Novia Salcedo en una jornada dedicada al empleo juvenil que condujo con maestría el periodista Iñaki Gabilondo. “Houston no nos va a contestar”, advirtió pronto Gabilondo. “Houston no nos va a arreglar este problema”, concreto Urkullu, que ese mismo día había presentado un programa (lehen urrats-el primer paso) dirigido a las empresas que ofrezcan una primera oportunidad de empleo a un joven titulado en FP o en la Universidad. 400 personas se beneficiarán este año y otras 5.000 el próximo.

¿Entonces, quién lo va a hacer?, se preguntaban los presentes, jóvenes mayoritariamente.

Pedro Luis Uriarte fue nombrado presidente de Innobasque en 2007, puesto que posteriormente abandonó. Pero antes ha sido muchas cosas, entre otras consejero de Economía en el Ejecutivo vasco y consejero delegado del BBV. Y algunas menos conocidas. “Cuando llegué a Londrés mi primer trabajo fue de interina, fregando suelos, limpiando ventanas”, confesó, al tiempo que relataba que a su vuelta de la experiencia británica le pidió al Padre Bernaola trabajo en el Banco Vizcaya. La respuesta fue: “Sí, sí que vas a trabajar, pero en una fábrica de sardinas”. Y así fue. Uriarte convence con su verbo y arranca aplausos. Y no es de memoria frágil. Recuerda algunos datos estadísticos que ahora no todos manejan. Por ejemplo, que en los últimos 30 años la media del paro juvenil ha sido del 30% en España. “Tenemos futuro y tendremos futuro”, dijo, y colocó su receta cuasifilosófica: “capacidad de resistencia, esperanza, fe y fortaleza”.

“Pero con eso no se come”, rumiaba una joven en el patio de butacas del Arriaga.

La cuestión, sin embargo, es saber cómo vencer unas estadísticas que sitúan a Alemania, por ejemplo, con un paro juvenil del 8%, mientras esa tasa sube al 40% en Euskadi y supera el 57% en el resto de España.

Urkullu se llevó varios mensajes de los presentes, algunos insignes empresarios como Álvaro Videgain, presidente de Tubacex, o profesores como el doctor en Ciencias Económicas por la UPV José Ramón Urrutia o el catedrático de Bioquímica en la UPV Félix Goñi: necesidad de liderazgo, un plan de choque de empleo juvenil, adelgazamiento del aparato institucional, combatir el fraude y la elusión fiscal e incluso una emisión de deuda pública para frenar la sangría del desempleo juvenil. Muchas de las recetas que están precisamente en la mesa de negociación abierta esta semana entre el PSE y el PNV para alcanzar los denominados “acuerdos de país”.

Una de las claves la dio el propio Videgain, que logró su primer trabajo en una colegio de aparejadores y ahora dirige una empresa de 1.900 trabajadores repartidos por todo el mundo. Una de sus becarias hace una década, Maite Cuadra, se sienta ahora en la silla de secretaria y letrada asesora del consejo de Administración de esa empresa: Tubacex. “La juventud está muy preparada pero hay que crear los espacios. ¿Por qué no hay aprendices en las fábricas? (aplausos generalizados en el teatro) Tenemos que empezar a dejar espacios a las nuevas generaciones”. Y la otra clave la dio su escudera, Maite Cuadra: “El paro es un drama desde todos los puntos de vista. En mi caso, mi situación actual es producto del esfuerzo, de las oportunidades y es innegable que también de la suerte. Pero, las instituciones muchas veces son cortoplacistas”, protestó.

Muchas encuestas arrojan como salidas para los jóvenes que están en el paro emigrar fuera de su país (30%), ser emprendedores y crear su propio negocio (29%), seguir formándose (20%) o continuar buscando trabajo (10%). En el libro “Dejad de lloriquear”, de la autora alemana Meredith Haaf, se hace un retrato crítico de la generación ni-ni, un grupo de jóvenes atrapados en la precariedad laboral, en carreras estudiadas por conveniencia y en becas que se prolongan hasta el infinito. “Mi generación lo ha tenido todo, aunque muy poco que esperar. Ha crecido con más bienestar y ofertas de información y movilidad que todas las generaciones que la precedieron. Es una generación con una juventud dorada, cuyas perspectivas de futuro a corto y largo plazo son todo menos brillantes”, sostiene la autora, que pide a la juventud que abandone ese lloriqueo improductivo y tome las riendas de su vida con más conciencia social y política.

Para cuando las luces del Arriaga se fueron apagando, en el ambiente quedaron algunas frases-deseos de una encuesta que rellenaron los presentes y algunos internautas. “No ser becarios eternamente”, “No retrasar las jubilaciones”, “Simplificar la burocracia”, “Romper la dicotomía entre contratos fijos y temporales”, “Cuidar el sistema educativo”...

Pero entre todos los deseos había una exigencia que parecía sobresalir por encima de todos los demás: “Escucharnos, atender a las ideas que tenemos los jóvenes”.

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