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Cómo hacer que la Justicia pase de ser un terreno hostil a un terreno amable para las víctimas de violencia machista

Varias jóvenes muestran lazos violeta, el símbolo de la lucha contra la violencia machista

Eduardo Azumendi

“El sistema penal es muy hostil para las víctimas de la violencia machista”. Así se expresaba hace un par de años Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal de la Universidad del País Vasco, donde imparte, entre otras asignaturas, la de Violencia contra las mujeres: Prevención e intervención. Y a pesar del tiempo transcurrido, la sensación sigue ahí. La presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz, lo refrendaba hace unos meses: “La Justicia da la espalda a las mujeres víctimas de la violencia machista”. En un intento por hacer de la Justicia un terreno menos hostil para las víctimas de la violencia machista, el Departamento vasco de Justicia ha puesto en marcha un proyecto piloto en los juzgados de Bilbao de acompañamiento integral. El objetivo es fortalecer la atención que se les presta y minimizar al máximo el nivel de estrés que sufren. Tras su evaluación, se pretende extenderlo a otras sedes judiciales a partir de 2021.

El nuevo servicio, el primero de estas características en España y denominado Zurekin, espera que los primeros casos se empiecen a derivar a finales de este mes. Un equipo del Instituto de Reintegración Social de Euskadi (IRSE-EBI) --compuesto por cinco personas, profesionales de las áreas de psicología, trabajo y educación social e infantil-- se encargará de reconducir la situación y garantizar que su relación con las instancias públicas y judiciales sea lo más óptima posible.

Se intentará que las víctimas que tengan que acudir al juzgado a declarar lo hagan “en las mejores condiciones posibles”, según la consejera vasca de Justicia, María Jesús San José. Se trata de contener “la ansiedad que en la víctima genera la puesta en escena judicial”, dotar a la víctima de las herramientas necesarias para afrontar el proceso mediante información pormenorizada, o gestionar el acceso de la víctima, “habilitando medios de protección que eviten encuentros indeseables con el agresor o con familia del agresor”.

Asimismo, el servicio se encargará de socializar la espera e, incluso, resolver imprevistos que puedan surgir. También se contempla la posibilidad de acudir a juicios de casos similares. El programa de acompañamiento incluye, por otro lado, la atención de los hijos mientras que sus progenitores realizan las gestiones pertinentes en la sede judicial. Además, cuando los menores sean “protagonistas” del proceso judicial, se realizará un análisis que servirá de apoyo a la exploración de los equipos psicosociales y unidades de valoración forense.

Las mujeres atendidas por este servicio de acompañamiento serán derivadas, en principio, a través del Servicio de Atención a la Víctima que a lo largo del pasado año atendió a 2.300 mujeres, de las cuales 1.200 eran víctimas de la violencia de género.

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