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¿Qué partida de ajedrez juegan el PNV y Urkullu en Paz y Convivencia?

El lehendakari Urkullu, en primer plano. Detrás, el líder del PNV, Andoni Ortuzar.

Aitor Guenaga

Tiene pinta de que al PNV de Andoni Ortuzar se le agota la paciencia por momentos en su relación con Euskal Herria Bildu (EH Bildu) y el denominado 'suelo ético'. Aunque también puede ser que con una mano juegue al discurso duro con ellos, tras constatar que la coalición soberanista y sobre todo Sortu, el partido de Hasier Arraiz, Pernando Barrena y Arnaldo Otegi- es incapaz siquiera de poner negro sobre blanco aquel nuevo lenguaje que prometió hace meses en torno al reconocimiento del daño causado y la convivencia. Pero con la otra mano, el lehendakari, Íñigo Urkullu, mande a su secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, a la cárcel del Dueso (Cantabria) para pulsar cómo están los 'generales' del colectivo de presos de ETA.

La pregunta formulada esta semana por Arantza Quiroga, tras conocerse el incidente en la prisión en la que compartían locutorio, conversación y, al parecer, también papeles el exsecretario general de LAB Rafa Díez Usabiaga y Jonan Fernández, sobre qué compromisos está cerrando el lehendakari con el mundo de la violencia es algo más que una cuestión retórica. Hay más datos en este tablero de ajedrez en el que están inmersas varias jugadas en paralelo que, entre otras cosas, buscarían reactivar la ponencia de Paz y Convivencia, que saltó por los aires el 13 de septiembre de 2013, cuando los socialistas decidieron abandonar un foro que desde ese mismo día Jonan Fernández y el PNV han tratado de reactivar sin éxito.

Un dato que avalaría además esta intención y el doble juego que puede estar en marcha: el último documento entregado por la izquierda abertzale a los peneuvistas no se lo hizo llegar Arraiz a Ortuzar en Sabin Etxea, en alguna de esas reuniones que periódicamente mantienen los máximos dirigentes de Sortu y PNV, respectivamente. En esta ocasión, el encuentro tuvo lugar en la Cámara y a él acudieron los parlamentarios Joseba Egibar e Íñigo Iturrate -precisamente las dos personas que se sentaban por parte del PNV en la ponencia parlamentaria de Paz y Convivencia- y Julen Arzuaga, uno de los dos parlamentarios (la otra era Laura Mintegi, fuera ya de la política) que acudía a la ponencia en representación de EH Bildu. Es como si de facto la ponencia siguiera funcionando, al menos, esa impresión puede dar. Pero justo sin los representantes de los dos partidos que básicamente han puesto los muertos en estos 50 años de terrorismo totalitario de ETA.

“No vamos a parar”, ha advertido Fernández a quien quiera escucharle, en un tono abiertamente enfadado tras el incidente con el funcionario de prisiones que supuestamente le ordenó entregar los apuntes que estaba tomando de su conversación con Rafa Díez y de un documento en euskera que, según la versión de Instituciones Penitenciarias, le estaba mostrando Díez a Fernández. “Este Gobierno va a hablar con quien haga falta”, ha añadido. Y harán bien en hacerlo, en escuchar sus palabras, los que realmente quieran saber por qué caminos discurrirá la estrategia gubernamental sobre la paz y la convivencia porque de lo que no hay dudas a estas alturas es que Fernández tiene el apoyo total del lehendakari.

Repaso en el Plan de Paz y Convivencia del Gobierno vasco el apartado dedicado a la iniciativa 8, el Programa Hitzeman, presentado en septiembre de 2014, sobre la política penitenciaria, y me pregunto qué parte concreta da la cobertura para la reunión que tuvo lugar entre Fernández y Díez Usabiaga en la prisión de El Dueso. ¿Se referirá a esa parte del plan en la que se habla de “apoyar y reforzar procesos éticos de reflexión y autocrítica, reparación, reinserción y/o resocialización?” O tal vez están pensando más en esa otra en la que se menciona “la cobertura institucional” que se les ofrece a los reclusos: “asesoramiento personal, apoyo a la insercion laboral y apoyo a la búsqueda de vivienda”.

Es todo un absurdo lo que acabo de plantear, evidentemente. Pero precisamente porque desconocemos qué intención y contenido tiene esa cita y otras que puedan celebrarse en el futuro -y ya las ha anunciado el secretario de Paz y Convivencia-, sería muy conveniente que el propio lehendakari las explicara en sede parlamentaria, con luz y taquígrafos, ya que todo el mundo sabe que las relaciones con el Ministerio del Interior y con Instituciones Penitenciarias son inexistentes. Y no hay ninguna toma de temperatura en marcha sobre el colectivo de presos que venga auspiciada por el Gobierno de Rajoy.

Mientras, lo único constatable en esta partida de ajedrez que mantienen el lehendakari y Fernández, por un lado, y el PNV y Sortu por otro es que la izquierda abertzale que nunca ha condenado la violencia está perdiendo credibilidad a chorros acerca de su interés real en avanzar en el reconocimiento del daño injusto causado y abrazar el denominado 'suelo ético'. Algo que sin duda desatascaría la ponencia de paz. ¿Y por qué lo sabemos? Porque se lo cuenta a la ciudadanía vasca quien lo conoce de primera mano.

Itxaso Atutxa, la presidenta de la todopoderosa organización del PNV en Bizkaia, ha revelado algunas de las partes del “decepcionante” documento de Sortu. Y confirman ese retroceso del que hablaba el propio Ortuzar. Por ejemplo que para empezar a hablar de desmilitarización, Sortu ha exigido la salida de la Policía y la Guardia Civil de Euskadi. Sería bueno que en este capítulo el PNV valorara los efectos de sumarse a campañas como la de la salida de los policías y los guardias de Euskadi -aunque sea bajo el nombre de readecuación de las FSE- como hizo la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, en su primera comparecencia parlamentaria para explicar las prioridades de su Departamento. Un dislate que ahora parece tener sus consecuencias.

Alguien dijo una vez que la política es algo tan serio que es una auténtica irresponsabilidad dejarla en manos exclusivamente de los políticos. Algo así debería aplicarse a la Paz y Convivencia en este país. La ciudadanía debe darse cuenta del riesgo que tiene pasar alegremente la página de la violencia para la convivencia futura, el mismo que en el pasado tuvo mirar para otro lado durante décadas. Y tal vez la decisión de cerrar la barraca y plegar velas de movimientos cívicos como Gesto por la Paz o incluso de organizaciones como Lokarri hayan sido una muy mala decisión, visto lo visto.

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