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El PP vasco, en el diván

La plana mayor del PPvasco junto a Casado en un acto electoral en Vitoria.

Eduardo Azumendi

“No estamos disputando el mando, no vamos a por lo de los demás, sino a defender lo nuestro”. La afirmación corresponde a Alfonso Alonso, el presidente del Partido Popular en el País Vasco y esa fue su forma de anunciar que su formación celebrará una convención en septiembre para definir la “identidad propia” que el partido debe tener en Euskadi, con el objetivo de ser la alternativa al nacionalismo. Y todo pasa por la defensa a “ultranza” de la foralidad y del constitucionalismo.

Lo cierto es que es lo único que podía hacer Alonso después de comprobar el hundimiento electoral de su partido en Euskadi: ya no aporta ningún diputado al Congreso y en las pasadas elecciones municipales y forales del 26-M cosecharon 79.020 votos, la peor cifra en décadas. Alfonso Alonso se hizo con la presidencia del partido en octubre de 2015 y este es uno de los peores momentos de la historia reciente de la formación.

Tras constatar los pésimos resultados en las elecciones generales y locales, la primera decisión del PP vasco ha sido clara: urge desmarcarse cuanto antes del descarnado discurso de la dirección nacional de Pablo Casado, que en Euskadi ahuyenta al tradicional electorado del PP. De ahí, el empeño en hablar de reforzar su “acento propio” y una “personalidad” diferente. El tiempo corre en contra del PP, que si todo va según lo previsto, el próximo año se enfrenta a unas elecciones autonómicas en Euskadi que pueden suponer el último clavo en su ataud. Es decir, que se convierta en un partido irrelevante. Algo similar a lo que le ocurre en Catalunya, aunque allí Ciudadanos es una referencia, pero en el País Vasco ni están ni se les espera ni a Ciudadanos ni a Vox.

Por eso, el PP vasco se ha citado con el diván para los días 13 y 14 de septiembre en San Sebastián, en una convención de la que debe salir el 'nuevo' PP. La clave, según Alonso, es que los vascos vean al PP como “útil y necesario”. El gran objetivo es “actualizar nuestra propuesta, hacerla más cercana y que haya una voz firme del constitucionalismo en el País Vasco, pero desde un compromiso profundamente foral con nuestra tierra”. Lo que Alonso denomina “radicalismo de centro”.

El discurso heroico frente a ETA

Pero, ¿toda la culpa de los malos resultados electorales en Euskadi la tiene la dirección de Casado? Gorka Angulo, periodista y autor La persecución de ETA a la derecha vasca, asegura en su libro que desde el final de ETA en 2011, el PP vasco carece de rum­bo y estrategia, de un proyecto de País Vasco. Según Angulo, los popu­lares se quedaron a vivir durante mucho tiempo en un discurso heroico, de resistentes, que tenía éxito en los momentos de mayor acoso de ETA, pero tras el cese del terrorismo y con una sociedad deseosa de pasar página suena a “monotema del pasado”.

Ramón Rabanera, un histórico dirigente de PP alavés, quien llegó a diputado general de Álava y se mantuvo en el cargo durante ocho años, también cree que el PP vasco no ha sabido adaptarse al periodo después del terrorismo. “En los años duros del terrorismo la sociedad premiaba el coraje del PP. Era apreciado y premiado por una parte de la ciudadanía en forma de votos cuando llegaban las elecciones. Con la desaparición de ETA, el PP ya no ve como un dique de contención a la violencia e incluso se extiende la idea de que hay que olvidar el pasado porque hay una mala conciencia de que muchos miraron hacia otro lado en los años más duros”.

Y es que cuando se echa la vista atrás se comprueba como el PP sí fue un dique contra el terrorismo y lo pagó con el asesinato de varios concejales y representantes del partido. Pero la tesis de Rabanera se confirma cuando, por ejemplo, se repasa los resultados electorales de Ermua, donde surgió el conocido como 'Espíritu de Ermua' tras el secuestro y posterior asesinato del concejal popular Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. Aquello supuso un antes y un después en el despertar de la sociedad vasca frente al terrorismo. El pasado 26-M volvió a ganar el PSE (con casi el 40 % de los votos), seguido del PNV (21 %), EH Bildu (18 %), Podemos (10 %) y el PP, con el 8,5% de los sufragios.

“El PP vasco no ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias, no ha tenido un discurso claro con respecto al nacionalismo y a la etapa posterior al terrorismo, no ha sabido venderse como marca, como UPN en Navarra”, apunta un conocedor del proceso.

El daño de la recentralización

Y una vez que se han reconocido algunos errores propios en cuanto a la estrategia, Rabanera amplia las culpas de los malos resultados al discurso de la recentralización de Pablo Casado. “Ha hecho daño. Ha producido un cierto temor. Un PNV moderado con gran implantación, haciéndose pasar casi por un partido de Estado dificulta el mensaje del PP en Euskadi. Desde luego que se nos ha ido más voto al PNV que al Partido Socialista”.

Es lo que ha ocurrido en las elecciones al Ayuntamiento de Vitoria, donde el PP ha perdido cuatro de los nueve concejales que tenía y han ido a parar de forma mimética al PNV (2) y al PSE (otros dos). La posibilidad de que EH Bildu fuera la primera fuerza (al final se ha quedado como tercer partido) 'disparó' el voto de centroderecha hacia el PNV. Un destacado miembro del PP alavés así lo apunta. “Es clarísimo: el PNV se beneficia del rechazo del centroderecha hacia EH Bildu. Los ciudadanos han visto que el voto útil para detener a Bildu era el PNV. Eso unido al fracaso de las elecciones un mes antes nos dejó muy débiles y al electorado le resultó más fácil ser ‘infiel’. A un PNV que no se exalta no le pasa factura casi nada”.

Las fuentes consultadas en el seno del PP vasco coinciden en que el movimiento de Alfonso Alonso de convocar la convención era su única opción. “Hay que tomar la iniciativa antes de quedarte en la nada. Hay elecciones autonómicas el próximo año y hay que reaccionar defendiendo la singularidad del País Vasco, tenemos un sello propio y lo que hay que hacer es actualizarlo”.

Algo que Borja Sémper, presidente del PP en Gipuzkoa, viene advirtiendo hace tiempo. En las elecciones al Ayuntamiento de san Sebastián se presentó incluso sin siglas (“aunque a estas alturas todos saben a que partido pertenezco”, dice con cierta ironía). Sémper acepta que el riesgo de que los populares vascos se conviertan en irrelevantes en el Parlamento vasco existe y prefiere mantener un perfil bajo  aunque la dirección nacional le impuso a Iñigo Arcauz como candidato a diputado por Gipuzkoa en las elecciones generales.  El resultado: una pérdida del 41,6 % de los votos entre las generales de 2016 y las del 28-A.

“El PP vasco”, apunta un dirigente alavés, “es una referencia en la defensa foral, de un modelo liberal y de moderación política. Eso nos permitió gobernar 12 años en Álava y otros 12 en Vitoria. Rascar votos en Euskadi es una hazaña. La gente veía en el PP un partido que defiende la unidad de España, pero enraizado en las instituciones vascas. Y ahora esa capacidad de moderación se ha puesto en riesgo por los errores de la dirección nacional”. La solución, entre el 13 y 14 de septiembre.

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