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Quiroga se la juega (y le sale mal)

Quiroga retiró su moción al considerar que EH Bildu la había "retorcido"

Aitor Guenaga

Se le atribuye al filósofo Aristóteles aquella frase que combina con acierto la idea del silencio, con la situación de ser esclavo y con el uso de las palabras: “El hombre (y la mujer, se entiende) es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios”. Y desde luego fue Séneca el que sostuvo con rectitud: “Sea esta la regla de nuestra vida: decir lo que sentimos, sentir lo que decimos; en suma, que la palabra vaya de acuerdo con los hechos”. Arantza Quiroga guarda silencio, pero se pueden analizar los hechos.

Y los hechos son que la presidenta del PP vasco ha movido ficha política, arriesgando en una materia como la convivencia, la libertad y la deslegitimación del terrorismo. Un terreno donde los populares siempre se han movido entre la comodidad y el confort político que dan los principios. Sin meterse en las arenas movedizas de la negociación y de. Y Quiroga lo ha hecho, ha bajado al coso, entre la convicción y la apuesta por hacer de la necesidad (acabar con la irrelevancia política en la que se encuentran los populares vascos por su continuo deterioro electoral) virtud (liderar una bandera en la que PNV y EH Bildu llevan fracasando desde hace casi un año: la reactivación de la ponencia de Paz y Convivencia en el Parlamento vasco).

Y los hechos también son que el resultado de ese movimiento político ha sido una sonora desautorización por parte de la dirección del PP nacional, bueno más bien del bien situado ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, auténtico contrapoder desde el PP alavés a Arantza Quiroga.

La pregunta que casi todo el mundo se hace tras ver el resultado de la moción es: ¿Cómo es posible que Quiroga no consensuara su movimiento dentro del PP vasco y que, además, Génova no supiera nada? Hay que aclarar que la primera parte de la pregunta ni siquiera es verdad. Es cierto que el texto de la moción no lo conocía todo el mundo, pero fue explicado en la reunión de la Junta Directiva celebrada el pasado lunes. Además, Carmelo Barrio, del sector alavés y el primero en dar la cara públicamente ante los medios tras la “espantada” de su jefa de filas, no solo tuvo en sus manos el texto -se lo envió el presidente del PP vizcaíno, Antón Damborenea-, sino que además introdujo algunas frases y colaboró en su redacción final, según fuentes conocedoras de la gestación del documento.

Cierto es que Génova desconocía el movimiento de Quiroga, pero también es verdad que en la primera reacción con el argumentario que todos los días se reparte entre los cargos del partido al día siguiente de su presentación pública en la sede donostiarra del PP, la dirección nacional, lejos de descalificar la iniciativa, argumentó que no se había cambiado la posición del partido y que lo que buscaba Quiroga era deslegitimar el terrorismo. Lo que supone “la condena más la repudia social del terrorismo”, según Génova. Fue Alfonso Alonso con sus declaraciones, además de alguna portada de un periódico editado en la capital en la que se hablaba abiertamente de un “pacto” entre el PP y EH Bildu sobre los términos “rechazo expreso de la violencia” (en vez de la habitual exigencia de condena del terrorismo) recogidos en la moción, quien lo pone todo patas arriba. Sin olvidar a la AVT con su exigencia de dimisión de Quiroga por tamaña traición.

A partir de ahí la secuencia es conocida: retirada de la moción en 24 horas, atribuyendo Quiroga de paso la responsabilidad a EH Bildu por “retorcer” el sentido de la iniciativa, desconexión de una Quiroga políticamente muy debilitada y vuelta a la casilla de salida en materia de la estancada ponencia de Paz y Convivencia.

La última página de este capítulo de la historia del PP vasco está aún por escribir. No es la primera vez que las fuerzas le abandonan a Quiroga desde que tomó las riendas del partido tras la salida de Antonio Basagoiti. Pero quienes la conocen bien la describen como una mujer que no se ha echado el partido a la espalda “para que otros le marquen el camino” del nuevo proyecto que ella tiene en la cabeza para el PP en una Euskadi sin ETA. Otra cosa son los ritmos para avanzar por ese camino. Todo esto estará encima de la mesa en la reunión que mantendrá con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. La voluntad de Quiroga no es tirar la toalla, dicen su más próximos. “Ya sabíamos que lo íbamos a tener difícil cuando cogimos las riendas del partido en el Congreso del Kursaal”, apunta la secretaria general, Nerea Llanos, en conversación con este diario. Un congreso cerrado en falso en marzo de 2014, tras la decisión de la presidenta de descabalgar al alavés Iñaki Oyarzabal de la Secretaría General. Y los alaveses aún no se lo han perdonado. Tampoco a Rajoy y al PP nacional le interesa una salida en clave de crisis y abandono de la dirección en Euskadi a dos meses de las elecciones generales.

Mientras Quiroga guarda silencio, disfruta de sus hijos en este 'puente' en su domicilio de Gipuzkoa, deja los periódicos a un lado, un 'tuit' en su renovada cuenta personal ahora con telarañas por el silencio autoimpuesto revela lo que realmente piensa de todo lo que ha pasado. Y no suena a renuncia precisamente, más bien todo lo contrario.

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