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Primer juicio en Euskadi por la muerte de una mujer al inhalar amianto al lavar el buzo de su marido

Una concentración en Bilbao denuncia que el amianto "mata" y recuerda que "el problema existe" aún

Eduardo Azumendi

“Cada vez que las mujeres de los trabajadores de Altos Hornos lavaban los buzos de sus maridos, también inhalaban amianto”. Así lo asegura Blanca Ruiz de Aquino, abogada de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi-Asviamie, que lleva el primer caso en Euskadi de una mujer muerta por un mesotelioma causado, según la letrada, por lavar los buzos de su marido impregnados de fibras de amianto. El juicio se celebrará en septiembre en el juzgado de Primera Instancia número 4 de Bergara (Gipuzkoa). Es el primer juicio de estas características en Euskadi, una comunidad muy azotada por el amianto y sus consecuencias en la salud de los trabajadores que estuvieron expuestos a este material.

El mesotelioma es un tumor poco común y muy agresivo, que afecta a la pleura y su principal causa es la exposición al amianto, un material muy empleado en la industria y cuyo uso fue prohibido hace varias décadas. A L. S. (nombre figurado) se le diagnosticó un mesotelioma maligno en junio de 2011 y falleció en octubre. Desde ese momento, la abogada y la empresa ArcelorMittal han celebrado varios actos de conciliación, pero no han surtido ningún efecto. Así, que todo ha quedado fijado para un juicio en septiembre.

“L. S. era la esposa de un trabajador de Altos Hornos de Bergara [en la actualidad ArcelorMittal]. Todas las semanas lavaba su buzo. Lo sacudía antes de meterlo a la lavadora y las fibras de asbesto se volatilizaban en el aire. Así, años y años”, explica la abogada de Asviamie. La responsabilidad de la empresa recae, según Ruiz de Aquino, en que a partir de 1982 estaba obligada por ley a encargarse ella de la limpieza de los buzos de sus trabajadores, mediante la instalación de una lavandería especializada. Sin embargo, “la empresa no estableció esa lavandería y los trabajadores siguieron llevando los buzos para que se los lavaran en casa”.

Según Ruiz de Aquino, “L. S. no pudo contraer la enfermedad de otra forma. Vivía en un caserío hasta que se casó y se instaló en Bergara, justo enfrente de la empresa. Su único contacto con el amianto fue lavando los buzos de su marido. Se trata de una exposición indirecta, pero ya existe jurisprudencia en España que establece la relación causa-efecto en otras mujeres que también resultaron afectadas por lavar prendas de sus maridos contaminadas de amianto”.

Ahora, será la Justicia la que dictamine si el mesotelioma que causó la muerte a L. S. se debió a esa exposición indirecta al amianto. En caso de que fuera así, podría abrir el camino a más demandas de las ‘otras víctimas’ del amianto.

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