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Que te quede claro: NO es NO

Eduardo Azumendi

“¿Lista para salir de marcha”? Una pregunta aparentemente normal, pero que a veces encierra más misterios y complicaciones de lo que puede parecer. La consultoría Sortzen de Igualdad, especialista en violencia de género y empoderamiento de las mujeres, ha editado una guía en la que recoge recetas, ideas y consejos para divertirse y, a la vez, protegerse. Se trata de un material en el que se incide en poner en palabras los límites, para que las chicas tengan herramientas de detección de las gresiones sexuales y sean plenamente conscientes de que cuando dicen No significa eso, No.

Coincidiendo con la época de las fiestas populares la asociación, contratada por diferentes ayuntamientos, ha aprovechado para reactualizar la guía y buzonearla, repartirla por los stand que se colocan en los recintos festivos de los pueblos o incluso para tratar y abordar el tema en las txoznas tan habituales en las próximas semanas en las localidades vascas que celebren sus fiestas.

“Si un chico quiere ligar contigo pero tú no quieres, le has dicho que NO; y él se pone pesado y al final hasta agresivo….NO te enfrentes a él tu sola, pide ayuda a tus amigas y, si hace falta, avisa en la barra que te está molestando para que le echen. Si al salir del bar tienes miedo de que te esté esperando, pide ayuda. Recuerda que el exceso de alcohol te hace perder reflejos y ser más vulnerable”. Este es uno de los consejos que contiene la guía, una iniciativa que tiene su origen en un trabajo realizado unos años antes sobre cómo se viven, entienden y atienden las agresiones sexuales.

Itziar Gandía, psicóloga e integrante de Sortzen, explica que cuando han organizado grupos de discusión con chicas jóvenes para debatir sobre este asunto, se comprueba que “muestran confusión respecto a los límites de lo que son o no son las agresiones sexuales: reconocen situaciones que les incomodan, les hacen sentirse agredidas o culpables, pero en muchos casos no tienen la convicción de que realmente se trate de una agresión sexual (o de que exista un reconocimiento social de esa situación como agresión sexual). La mayoría de las chicas confiesa desconocer dónde está el límite de lo considerado ”agresión sexual“ pero, sin embargo, identifican múltiples ”agresiones de baja intensidad“ como miradas obscenas, comentarios, tocamientos o persecución por la calle.

Poner palabras a la noche

Poner palabras a lo que ocurre en la noche. Ese es el resumen que hace Itziar Gandía de lo que supone la guía. “El espacio en el que se relacionan chicas y chicos jóvenes, el ambiente de fiesta o de ocio nocturno, es considerado teóricamente un espacio de libertad sexual y de disfrute al que acuden libremente las chicas y los chicos que así lo desean. Sin embargo, este ambiente no es tan igualitario ni ofrece tanta libertad sexual para las mujeres como se presupone”, explica.

“En el ambiente de ocio”, añade, “son muy frecuentes las situaciones en que muchas chicas se ven abocadas a relaciones no deseadas, hacia las que se sintieron presionadas porque ‘entraron en el juego del ligue’ o ‘provocaron’, en un ambiente de normalización de ciertas conductas que pueden ser consideradas agresiones sexuales de ‘baja intensidad’. Conductas que en el imaginario juvenil se consideran parte del ‘pack’ inevitable que se forma al mezclar los elementos ‘chica+fiesta’: la insistencia de chicos ‘babosos’, las miradas lascivas, las agresiones verbales, tocamientos, no poder decir no si has entrado en el juego, tener que volver acompañada a casa, etc”.

Todo este conjunto de elementos van suponiendo, a fuerza de constancia y frecuencia, “un ejercicio de preparación de las chicas para que acepten los comportamientos presionadores de los chicos como algo consustancial al ambiente de ocio. Cuando estas conductas se han convertido en normales, las chicas dejan de considerarlas negativas y pasan a ser elementos que, simplemente, ‘tienen que ver con el hecho de salir de fiesta’”.

Cuando una chica dice no, ¿se siente culpable?. “Una buena parte de las agresiones sexuales que narran las chicas”, comenta la psicóloga de Sortzen, “ocurren después de un intercambio verbal o físico previo en el que una de las personas que estaba a priori de acuerdo con el intercambio relacional o sexual, en este caso, la chica, se siente a disgusto o no está de acuerdo con el rumbo de la situación y decide pararla. ¿Hasta qué punto resulta fácil para las chicas decir ‘no’ a una situación que no desean, cuando ellas han contribuido o han participado previamente en el inicio de ese encuentro?”.

Cuando Sortzen realizó el estudio sobre agresiones sexuales, sus investigadoras se dieron cuenta de la necesidad de poner palabras a las vivencias de las chicas y chicos. Y lo que pretende este material preventivo a modo de guía es poner un grano de arena en esta cuestión. “La experiencia nos dice que algunas chicas, relacionadas en grupo, teniendo la oportunidad de relatar vivencias personales y de escuchar las de las otras, van dándose cuenta de que ellas también han vivido experiencias similares, nombran esas experiencias como agresiones y en algunos casos, incluso, conciben por primera vez en el grupo que esa situación que ellas vivieron como extraña, era realmente una agresión sexual”.

Ante este tipo de delitos, se ponen en marcha, según Itziar Gandía, “una serie de mecanismos inconscientes que acentúan la responsabilidad en el comportamiento de las mujeres: cómo iban vestidas, si iban solas por la calle, por qué pasaron por allí, si estuvieron coqueteando previamente con el agresor, o si son mujeres que flirtean con frecuencia. Son interrogantes que surgen rápidamente tanto en la sociedad como en el fuero interno de las propias mujeres, para evaluar si esa agresión era ‘justificable’ o no”.

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