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La noticia es Urrusolo, 'estúpidos', no Otegi

Urrusolo Sistiaga: ETA no va a resurgir, pero hay que trabajar con juventud

Aitor Guenaga

La información vuela de tal manera y los acontecimientos se amontonan y superponen en las pantallas de los aparatos inteligentes que muchas veces cuesta poner el foco en el lugar adecuado. Arnaldo Otegi (Elgoibar, 1958) ha regresado a la vida política. En realidad, nunca la ha abandonado. Su cuenta personal de Twitter, manejada desde el exterior de la prisión de Logroño, ha sido un foco de agitación política durante estos seis años y medio que el secretario general de Sortu ha pasado tras las rejas.

Por eso son muy importantes las palabras en política. De ahí que ningún líder histórico de la izquierda abertzale que ha aplaudido la estrategia político-militar de ETA haya todavía condenado sus 50 años de terror. Y, a estas alturas, nadie lo va a hacer ya. Lo que las víctimas y el resto de partidos políticos le exigen a ese mundo es algo muy sencillo: “que todos los partidos digan al unísono que matar estuvo mal”.

Lo peor que te pueden llamar en un mundo cerrado, hermético y no dado a la porosidad y al contagio de la visión del otro es “traidor”. Y lo peor que te puede pasar es que algún excorreligionario vacíe el tambor del revolver en tu cara. Que se lo pregunten a Yoyes, que lo explicaría bien ... si pudiera responder. Pero todo eso es historia, y no va a volver. Lo ha dicho alguien como José Luis Urrusolo Sistiaga (San Sebastián, 1957) al poco de salir de la cárcel tras pasar 19 años entre rejas tras ser condenado por asesinar a 16 personas cuando lideraba el 'comando Madrid'. Solo su actual pareja, la exetarra, Carmen Guisasola, unos pocos familiares y amigos fueron a recibir a la salida de prisión -y algunos medios de comunicación-. Urrusolo Sistiaga fue un sanguinario terrorista de ETA y también fue uno de los que dio el paso de abandonar el mundo de la violencia, reconocer el daño causado y empezar una nueva vida alejada de la sinrazón del terrorismo, junto al resto de presos arrepentidos de la denominada 'vía Nanclares'. Una experiencia que el PP cegó nada más llegar al Gobierno de su mayoría absoluta.

Urrusolo Sistiaga sabe que la violencia de ETA “ya no va a resurgir”. Igual que lo sabe Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga, el exsecretario general del sindicato abertzale LAB que sigue aun en prisión, y al que ha recordado al inicio de su intervención Otegi. Pero de los tres ha sido Urrusolo el que nada más salir de la cárcel acaba de exigir la disolución con urgencia de la organización terrorista para evitar cualquier tentación de vuelta al pasado. Y el que ha pedido expresamente a la izquierda abertzale, esa que por miles se ha reunido esta tarde en el velódromo de Anoeta para ensalzar a Otegi, que se ponga a la tarea de “gestionar” ese final cuanto antes y el de los 400 presos de ETA, mostrándoles el único camino posible: el del reconocimiento del daño causado y, sobre todo, la asunción de las vías legales. Algo que ya pidió hace un mes y medio el máximo referente interno de ese mundo, que no es Otegi, sino Rufi Etxeberria.

No hay atajos para “llevar hasta el final” la “apuesta por la paz” a la que se comprometió a su salida de la cárcel de Logroño Arnaldo Otegi. Y cuando las luces del velódromo donostiarra se hayan apagado y los ecos de los gritos en favor de sacar a los presos etarras a la calle y de la independencia de Euskal Herria se hayan silenciado, comenzará el trabajo real de Otegi, Etxeberria, Barrena, Arraiz, Permach, Izko, Moreno, Fullaondo, Petrikorena...

“El problema hoy no es el desarme, es la disolución de ETA”, ha remarcado Urrusolo, y es la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA la que “tiene que asumir su responsabilidad para que ETA termine, sin medias palabras, reconociendo que todo aquello fue una barbaridad”.

Urrosolo y Otegi, Otegi y Urrusolo; ambos han militado en ETA, ambos ha dado con sus huesos en la cárcel. Uno ha sido aclamado como un héroe esta tarde. El otro, casi con sordina, va dejando retales de su discurso a quien quiera escuchar en la izquierda abertzale.

Caminos que se entrecruzan de nuevo a falta de conocer el desenlace definitivo. Parece que es cuestión de (poco) tiempo. Y la Izquierda Abertzale oficial no anda sobrada de tiempo. Y para esa tarea hace falta mucho más que un “puño apretado en un guante de seda” (Satisfacciones, Bertolt Brecht). Y habrá que hacerlo antes de “abrir embajadas en Pekin”, como ha sugerido Otegi que algún día hará Euskadi en su sueño independentista. Pero, de momento, el objetivo central para Otegi es otro: abrir “un nuevo frente independentista en el Estado”, el de Euskadi, siguiendo “la lección que nos están dando los catalanes”. Un Otegi más independentista que nunca porque solo desde una “España rota” se podrá alumbrar una “España roja” (Castelao).

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