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Terapias para dormir

Una noche sin dormir reduce la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40%.

Eduardo Azumendi

El insomnio es un problema que afecta aproximadamente al 15% de la población, pero apenas la mitad de las personas que lo padecen reciben un tratamiento adecuado. Se trata del trastorno más frecuente entre la población adulta y produce un deterioro significativo en la vida diaria, con graves repercusiones en el ámbito personal, laboral y social. Pero también es una alteración que puede afectar a cualquier edad. Eso es lo que advierten los especialistas, que ya tratan el insomnio como una enfermedad y no como síntoma. Y es precisamente esta nueva manera de abordar la cuestión, la que ha permitido avanzar en su conocimiento. En esta línea de investigación se ha desarrollado el Programa Somne, abordado conjuntamente por el servicio de Psiquiatría y por la unidad de Sueño del Hospital Universitario de Álava, dentro del proyecto de investigación BioAraba.

Esta colaboración se ha plasmado en una manual con terapia integral, publicado por la editorial bilbaína Desclée De Brouwer, dirigido tanto a terapeutas como pacientes. El objetivo de la guía es fundamentalmente práctico. ¿Cuántos tipos de insomnio hay? “Dormir es una actividad necesaria, ya que durante la misma se producen funciones fisiológicas indispensables para el equilibrio psíquico y físico”, explican los expertos. El insomnio es todavía un aspecto poco conocido. Las unidades del sueño que existen en algunos hospitales apenas cuentan con 20 años de vida

No todas las personas duermen las mismas horas, ni del mismo modo a lo largo de su vida. “Existe una variación individual que oscila entre las cuatro y las 12 horas de sueño, siendo lo más frecuente entre siete y ocho horas. En cualquier caso, el tiempo adecuado para dormir es el que nos permite realizar nuestras actividades diarias con normalidad”, abundan los especialistas. Es decir, hay que dormir el tiempo suficiente como para restaurar el cerebro y conseguir la reintegración cerebral. Porque no solo es necesario que descansze el cuerpo, también debe hacerlo el cerebro.

La guía identifica más de una decena de tipos de insomnio catalogados, cuyo origen es diverso: desde el estrés, la ansiedad, trastornos mentales o emocionales hasta alteraciones fisiológicas y pasando por problemas de conducta. Según los casos, los expertos recomiendan terapias farmacológicas, cognitivo-conductuales o una combinación de ambas. La novedad del Tratado Somne, que recopila las principales técnicas contra el insomnio, es que plantea “objetivos claros y evaluables pautados en sesiones para ser llevados a la práctica”. Lo cierto es que a medida que los especialistas profundizaban en la cuestión se dieron cuenta de que no había un manual en castellano que abordara el problema desde diferentes puntos de pista.

Utilizar la cama solo para dormir, no practicar deporte en las horas inmediatas a acostarse, no tomar bebidas estimulantes en las horas previas a irse a la cama o evitar las cenas copiosas son algunos de los consejos que salen a relucir para combatir el insomnio, pero a menudo no bastan. Hay que recurrir a cuestiones de carácter más psíquico, como técnicas de relajación.

Cuando el caso de insomnio no se prolonga en el tiempo pueden funcionar las soluciones faramacológicas. Sin embargo, cuando el problema persiste los medicamentos no bastan y es necesaria la intervención del especialista.

 

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