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Tráfico de estupefacientes, apuestas ilegales y maltrato animal: la trastienda del deporte rural

Una exhibición de arrastre de piedra con bueyes

Iker Rioja Andueza

“No quiero saber nada del tema: el último comentario que hice me costó que me pincharan las ruedas del coche”, se excusa al otro lado del teléfono un ganadero vasco preguntado por el dopaje generalizado de animales utilizados en pruebas de deporte rural, principalmente las idi-probak (bueyes) pero también las zaldi-probak (caballos) y las asto-probak (asnos). La muerte en plena competición de dos animales de 800 kilogramos por el efecto de las anfetaminas, hechos ocurridos en el verano de 2014 en Erandio, fue al deporte rural lo que la Operación Puerto al ciclismo, un bofetón de realidad. Fue la evidencia de que una tradición ancestral esconde un submundo de apuestas ilegales, tráfico de estupefacientes y, sobre todo, maltrato animal.

Pero, ¿han cambiado las cosas desde entonces? “¿Casos aislados? Me río. Algún día publicaré un libro con toda la mierda”, responde Bernardo Ureta, 'Urpe', expresidente de la federación vasca de 'herri kirolak' y una de las voces más críticas dentro de un mundillo que mueve miles de euros en apuestas sin necesidad de sofisticados programas informáticos. “Sólo conocemos lo de los puñeteros bueyes de Erandio, pero entre 2013 y 2016 fallecieron 10 animales. Nos enteramos de lo que pasa en las competiciones pero, ¿qué pasa en los caseríos?”, porfía Ureta.

En verano, un programa de Cuatro entrevistó en uno de ellos a un boyero, Iñaki Lopategi. Si en 2014 este hombre declaró a 'El Mundo' que él drogaba a sus animales para la competición, en 2017 confirmaba que lo seguía haciendo a pesar del debate social generado en este tiempo. Quiere “más que a un hijo” a sus animales, pero sin un aporte extra no los ve competitivos. Aún a costa de su salud. Su última apuesta, dijo en el programa de televisión, le reportó 5.000 euros., suficiente para cubrir los gastos de acudir al mercado negro de las sustancias estimulantes.

Desde 1997 hasta los sucesos de Erandio la estadística oficial revela que ya se habían detectado 96 casos positivos de dopaje en animales. Además del 'speed', se ha administrado a los animales xantinas, broncodilatadores (¿serán asmáticos los bueyes como tantos ciclistas profesionales?), antiinflamatorios no esteroideos, corticoides y anabolizantes, según la información recabada por el parlamentario vasco del PP Carmelo Barrio, que en los últimos años ha presentado más de una decena de iniciativas sobre esta cuestión. 

Desde 2014, el control parece haber crecido, al menos no sólo por vía deportiva o administrativa. La Fiscalía, por ejemplo, pidió penas de prisión por “maltrato animal” para el dueño de los bueyes fallecidos en Erandio por la sobredosis de 'speed', todo un salto cualitativo. El ganadero, de 82 años, aceptó su culpa y una condena de cárcel (no efectiva) de tres meses, a sumar a la inhabilitación para trabajar con animales. La confesión, recogida en la sentencia emitida por el juez de Bilbao Florian Javier Rangel Polanco tras la denuncia del ministerio fiscal, resulta demoledora: “Con la única finalidad de ganar [la prueba de agosto de 2014], en la cual se practicaban apuestas, dio a cada uno de los dos bueyes con los que intervenía varias pastillas de anfetaminas que provocaron a los animales sofocación y agotamiento extremo, disnesia, ataxia y temblores musculares que provocaron la paralización de la prueba a los 25 minutos de su comienzo y, finalmente, condujeron a su muerte agónica apenas transcurrida una hora desde la finalización de la prueba”.

En noviembre de 2017, el consejero de Cultura y Deportes, Bingen Zupiria, cuestionado en el Parlamento sobre la ausencia de previsiones específicas en la nueva ley contra el dopaje en el deporte vasco, aseguró que ese trabajo se lleva a cabo de manera “paralela” entre las federaciones implicadas y la Agencia Vasca Antidopaje. “La ley del 2012 contra el dopaje tiene previstos ya unos desarrollos para regular de forma pormenorizada o específica las cuestiones que de forma particular afectan en el deporte en que los animales intervienen”, argumentó Zupiria ante las dudas de la oposición por los cinco años de retraso.

Pero el Gobierno no es la única institución competente. En Euskadi, el control de la ganadería es cosa de las Diputaciones. Y, en Bizkaia, uno de los territorios donde las 'probak' tienen más predicamento, se ha optado no sólo por las multas económicas (han llegado a 7.500 euros) sino también por inhabilitar a los ganaderos sancionados hasta dos años. De hecho, se ha elaborado un registro de explotaciones y de animales para controlar mejor posibles incidencias. Los técnicos forales han llegado a parar dos pruebas en plena celebración al ver en riesgo la salud de los animales. 

Pero con todo y con eso, en 2016 (último año cerrado) hubo tres casos solamente en Bizkaia. En Laukiz otro buey falleció, Y la temporada 2017 aún arroja elementos de preocupación. Hace sólo unos meses, en septiembre, la Ertzaintza arrestó a dos ganaderos también acusados de dopaje.

“Hay mucho trapicheo. La clave son las apuestas que hay por detrás, entre ellos, no las de la plaza. La gente no se mueve para perder dinero”, insiste Ureta, que plantea una reflexión: ¿cuánto hay que chutar a un animal de 800 kilogramos para tumbarlo y de dónde se consigue semejante cantidad de droga? No sólo es un problema deportivo, sino que afecta a la seguridad y a la salud pública. “Estamos hablando de contrabando puro y duro”, zanja.

Ureta dimitió en 2016 de su cargo en la federación de deporte rural. “Fue por el problema de los bueyes. Algunos ganaderos me dijeron que el tema se les había ido de las manos”, explica. En su último año como presidente no organizó en nombre de la federación ninguna competición de 'idi-probak'. Todas las que se celebraron fueron por impulso privado y Ureta fue 'invitado' a no acudir a una de ellas por algunos promotores. “Lo que está pasando es vergonzoso”. Podría ser el título de su libro.

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