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Violencia de género, lo que se ve y lo que no se ve

Protesta contra las agresiones machistas.

Eduardo Azumendi

“La mayoría de las cosas que ve un médico de Atención Primaria en la consulta son cosas que no se observan en apariencia, sino que el paciente las cuenta”. El que habla es Maxi Gutiérrez, médico de Familia y especialista en violencia de género. Gutiérrez ha impartido formación a los profesionales sanitarios de Osakidetza para abordar la violencia de género, sobre a  residente. “Ha habido mucha sensibilización e iniciativas de formación, pero aún es preciso determinar mejor cómo abordar el problema y dar la formación”.

La importancia de los médicos de Familia en la detección de la violencia de género es algo reconocido por todos los actores que forman parte de este círculo: policías, jueces, sanitarios y servicios sociales. “Cuando nos sentamos en la mesa, los demás siempre miran a los profesionales sanitarios como una pieza fundamental para hacer detección. Es decir, en la consulta del médico de Atención Primaria lo fundamental es detectar porque ahí ocurren muchas cosas: se comparten muchas cosas con la paciente”, explica Gutiérrez.

Y en ese clima de confianza es como un médico de Atención Primaria  consigue que su paciente hablé de lo que sucede, pero no solo en términos de enfermedad. “Hablamos de maltrato psicológico, de situaciones que generan malestar crónico en la mujer….. Pocas veces atendemos a gente que viene con marcas, con heridas, con golpes. También puede pasar, pero casi nunca es así. Hay que ir desentrañando la madeja hasta llegar a la verdad: que la paciente está sufriendo malos tratos por parte de su pareja. Tienes que llegar a lo que no se ve a primera vista”.

Lo primero que un médico tiene que hacer, comenta Gutiérrez, es sospechar que existe maltrato. “Determinados comportamientos ya te hacen ver que algo pasa. Ante eso, lo mejor es preguntar. Y cuando preguntas a veces te encuentras que la gente te dice que sí. O hay veces que te lo cuentan de una manera fácil. Pero en otras ocasiones lo niegan porque les da vergüenza, porque minimizan la situación”.

Las víctimas llegan con miedo, se sienten muy vulnerables y culpables y no tienen plena conciencia del problema. “La realidad es que es preciso desarrollar una serie de habilidades para saber cómo ayudar a las víctimas”.

En ese sentido, le sorprende que a los estudiantes de medicina nadie les ha hablado de violencia de género durante la carrera. “Es algo sangrante que no se aborde durante la etapa de formación. Los médicos son plenamente conscientes de que es una situación que deben abordar, de que entra en su trabajo. Y luego hay que darles herramientas para cuando sospechan que algo ocurre, habilidades para que la víctima cuente algo que de otra forma no lo haría. Con el tiempo todo se aprende”.

Acompañar el proceso

Acompañar el procesoDe lo que se trata es de acompañar el proceso, que es muy largo. Primero, la mujer debe tomar conciencia de que es una víctima. Lo cual no es fácil porque “la persona que está sufriendo malos tratos durante años siempre ha recibido el mensaje de que todo es culpa de ella, que al maltratador no le gusta pegarle, pero que termina haciéndolo casi por su bien. Lo que tiene que hacer la mujer es asumir que eso no es normal, que no es algo que le pase a todo el mundo. Ella es una víctima. Y a partir de ahí lo que hay que hacer es acompañar un proceso”.

Para él, el objetivo no es la denuncia. “El objetivo es que la mujer sea capaz de tomar conciencia de su situación y de dar el paso para poder salir de esa situación. De la manera que ella crea más conveniente. Puede ser mediante la denuncia, pero hay más cosas”.

No existe un perfil tipo de víctima. “Hay mujeres de todo tipo y condición social. Vemos muchas mujeres deprimidas, nerviosas, recluidas en su hogar, en su mundo, sin vida social porque el agresor le ha apartado de todo, le ha enfrentado con su familia. No hay un perfil tipo ya que no es por estas características por las que son maltratadas, sino que el maltratador ha conseguido hacer eso. Cualquier mujer puede ser víctima de malos tratos por parte de su pareja”.

En cualquier caso, destapar los casos de maltrato en las consultas también tiene mucho que ver con la actitud y la concienciación de los propios profesionales.  “El que visualiza los malos tratos como un problema social de primer orden y sanitario sabe que tiene una labor que hacer para prevenir. Los profesionales tienen que darse cuente de que pueden hacer algo. A veces pueden tener miedo a destapar una situación y no levantan la liebre. Tiene miedo a ser víctimas del agresor, al que suelen conocer también de la consulta. Pero es algo muy raro porque la violencia del agresor va dirigida hacia su mujer, no gira hacia nadie más”.

La necesidad de disponer de más tiempo en la consulta para dedicárselo a estos pacientes también es una demanda. Resulta evidente que de seis a 10 minutos (la media de una consulta normal) no son suficientes y, además, durante la jornada laboral de un médico de Atención Primaria hay una serie de cargas burocráticas que restan un tiempo que se podía dedicar a la consulta.

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