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“Si se nos pudren los tomates para salvar a las personas no importa”

Las huertas del antiguo Convento de las Brígidas, propiedad del Obispado de Vitoria, recuperadas por los trabajadores de Cáritas.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

Después de cuatro años en barbecho el huerto del antiguo Convento de las Brígidas vuelve a dar sus frutos gracias a los cuidados de ocho personas derivadas desde los despachos de Cáritas. La brigada de agricultores nóveles está formada por ciudadanos inmersos en procesos de inmersión social a los que supervisa un perito agrónomo contratado por la entidad humanitaria para este fin. Pero el proyecto no pretende obtener una producción ingente de hortalizas sino más bien que, a través de ese aprendizaje, los participantes recuperen su espacio social perdido. “En el grupo nadie tiene ahora mismo ningún tipo de ingreso y pasan por momentos muy complicados no sólo a nivel económico sino también social. Con esta actividad perseguimos solucionar parte del problema vital de estas personas. Ya le hemos dicho al coordinador que si se nos pudren los tomates para salvar a las personas no importa. Nuestra prioridad es no perder a las personas. No les sacrificaremos a ellos para que la explotación vaya bien”, explica Ramón Ibeas, responsable del proyecto.

Por el momento los impulsores de la iniciativa se han desligado del modelo de empresa de inserción social a favor del de plataforma de formación ya que alguno de las alumnos participantes en la experiencia no cumple los requisitos legales para ser contratado. La idea que manejan desde Cáritas es que se vayan beneficiando de este proceso formativo y de inserción laboral diferentes personas cada año. Cada vez que uno salga entrará otro nuevo en la dinámica. Para facilitarles la inserción en el mercado de trabajo entablan contactos con empresas del sector agroforestal. “Una vez acabado el curso nos gustaría establecer convenios de colaboración o alguna entente con estas empresas para intentar introducir a estar personas en ese tipo de tareas relacionadas con el cuidado de jardines, la horticultura o el cuidado y mantenimiento de montes y bosques”, declara Ibeas.

Los productos obtenidos de la primera cosecha se repartirán entre los comedores sociales de la parroquia de Las Desamparadas y las Hermanitas de Los Pobres. “Se ha ido retrasando todo porque la climatología nos ha impedido empezar antes. Así que lo poco que saquemos lo destinaremos a esos centros. Más adelante, si la producción es mayor, quizás nos atrevamos con una mínima comercialización de venta directa entre los afines. No tenemos ningún afán de entrar a competir en el mercado pero sí sacar unos mínimos beneficios que hagan sostenible el proyecto”, asegura Ibéas. Para comenzar han necesitado una inversión de 60.000 euros que incluyen los salarios y la compra de material así como la dotación de una mínima infraestructura. Para la próxima temporada podrán afrontar la actividad con 20.000 euros anuales. Desde el principio han contado con el asesoramiento de los técnicos de la Escuela Agraria de Arkaute que han diseñado parte de la formación.

300 empleos generados

Para recuperar el espacio del antiguo convento, la cuadrilla se volcó primero en las tareas de desbroce ya que tras años de abandono las zarzas y la maleza ocupaban casi la totalidad de la superficie. Después sanearon y oxigenaron la tierra con la ayuda de un pequeño tractor. Ahora ya se pueden ver crecer plantas de lechuga, tomate, pimiento y otras hortalizas. Han dividido los cultivos por parcelas que ocupan 3.500 metros de la tierra de la parte trasera del convento situado al lado del edificio del Obispado en la Plaza Vicente Goikoetxea. En los otros 500 metros restantes servirán para instalar los vestuarios y los baños. “Son todo hombres pero por una cuestión de logística, porque aún no disponemos de instalaciones mixtas”, aclara Ibeas. La cuadrilla se ha impuesto un horario matutino de nueve de la mañana a 13:30 del mediodía.

La entidad humanitaria se dan un año de prueba para valorar la experiencia . “Si marcha como esperamos y se consolida el proyecto habrá que darle otra consistencia” afirma Ramón Ibeas. En un futuro no descartan extender la iniciativa a otras fincas baldías propiedad el Obispado. “Hay varios conventos repartidos por la provincia que disponen de espacios como éste y que también podríamos aprovechar. En la zona de Amurrio y de Zuya , por ejemplo. Además ya estamos hablando de una superficie importante de 10.000 metros cuadrados. Podría contribuir incluso a recuperar el territorio alavés ya que parece que son pocos los que se quedan en los pueblos. Entonces daríamos uno salto cualitativo y en esos casos sí haríamos un mixto entre la formación y los programas de inserción en los que pueden estar hasta tres años trabajando para después saltar el mercado laboral”. Durante el año 2012 Cáritas ha generado 8 puestos de trabajo a través de la cooperativa Berjantzi y en el sector de empresa otros 20 puestos de trabajo. En el servicio doméstico se han firmado 250 contratos.

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