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El otro apagón de la TDT

Patricia Burgo Muñoz

Un repaso al dial de la televisión hoy es más rápido que hace dos semanas. Las pantallas en negro de Nitro, La Sexta 3, Xplora o La Siete dejan un vacío en el mando que las dos grandes empresas de televisión en han vendido como si fuera un gran ataque a la pluralidad de la comunicación. Aunque la mayoría de los programas que emitían eran series y ‘realitys’ americanos. Pero antes de este apagón, en silencio, otros canales han ido fundiéndose a negro: las televisiones locales.

La crisis, el parón publicitario y la adjudicación de las licencias para el desarrollo de la TDT por parte del Gobierno vasco, han llevado a la desaparición a nueve de las 25 emisoras que operaban en Euskadi antes del apagón analógico. Este plan diseñado por el Ejecutivo pretendía ser una oportunidad para que las cadenas se convirtieran en “verdaderas televisiones de proximidad”, tal y como explicaron en su momento los responsables del departamento de Cultura, pero en la práctica se ha convertido en uno de los factores, que ha abocado a las cadenas a una desaparición progresiva.

La transición a la digitalización comienza en julio de 2007 cuando el Gobierno vasco hace pública la resolución por la que se procede al reparto de licencias para el ejercicio de la TDT local en las 15 demarcaciones contempladas en el Plan Técnico Nacional para la Comunidad Autónoma Vasca: Llodio, Vitoria-Gasteiz, Beasain, Eibar, Irun , Arrasate-Mondragón, Donostia, Tolosa, Zarautz, Barakaldo, Bermeo, Bilbao, Durango, Getxo y Mungia. Esta modificación ha supuesto una de las grandes trabas que se han encontrado las empresas audiovisuales para gestionar sus televisiones porque segmenta de forma artificial sus áreas de competencia y dividen la población de una comunidad tan pequeña como Euskadi en 15 porciones tan minúsculas que, al margen de las capitales, su audiencia potencial es demasiado baja como para resultar rentables comercialmente.

Maria José Elguea, directora de Bilbovisión considera que las demarcaciones fueron “un despropósito” y “hacen inviable” la rentabilidad de las televisiones porque a la hora de su diseño el Ejecutivo primó la búsqueda de un perfil social adecuado a lo que denominaron una “realidad sociolingüistica”, por delante de permitir la viabilidad económica del proyecto. Esta circunstancia, unida a la falta de inversión publicitaria y a la fragmentación de la audiencia por la multiplicación de canales, ha abocado a algunas de las televisiones locales con una dilatada trayectoria a cerrar o mantener la señal con contenidos comprados para no perder la licencia, -es el caso de Bilbovisión-.

Así, desde la puesta en marcha de este nuevo sistema muchas cadenas locales han ido apagando su señal: desde las emisoras del grupo Prisa, que fueron las primeras en anunciar su desaparición, hasta las pertenecientes a Vocento que también han ido cerrando la persiana. La información local y el servicio a la ciudadanía han quedado en un segundo plano a pesar del mensaje de “televisiones de proximidad” que difundió el Gobierno.

En la actualidad 14 televisiones locales continúan con su actividad, 11 menos de las que existían antes de la adjudicación de las licencias. Las que han sobrevivido han tenido que reinventarse. Es el caso de Teledonosti que vivió el apagón analógico como un proceso “complicadísimo”, relata su gerente, Isabel Cortadi. “A nosotros nos asignaron las siete demarcaciones a las que nos presentamos, y ofrecer una programación específica en cada una de las demarcaciones –tal y como obligaba el decreto- es imposible”, relata Cortadi, “así que tenemos la misma señal para algunos canales”. Hasta ahora el Gobierno vasco no ha obligado a cumplir ese requisito, ni tampoco el que establece cuatro horas diarias de programación propia, ni las cotas de euskera -50% para las de titularidad pública y 20% para las privadas-. “Saben que no lo pueden hacer porque es inviable”, dice la gerente.

Isabel Cortadi defiende con ahínco la información local, “hay nicho”, dice, “y gracias a las nuevas tecnologías puedes mantener un contacto con el público que antes no había, ahora lo sentimos más cerca que nunca con la participación a través de las redes”. Por eso ve con tristeza el declive de otras cadenas como las hermanas pequeñas de su mismo grupo, Bilbovisión y Alava 7, que tuvieron que fundirse a negro tras el proceso de digitalización.

¿Y qué futuro aguarda a este sector? La verdad es que muy complicado. Por un lado, por el sinsentido de la división brutal que impuso el Gabinete de Juan José Ibarretxe y que redujo las áreas de influencia y aumentó los gastos de producción y emisión. Por otro, porque la competencia es brutal y la atomización de las audiencias en el panorama televisivo –con TDT nacional en abierto; plataformas de pago por cable o satélite; y la cada vez mayor audiencia de la visión a demanda por internet- hacen muy complicado competir con productos de y bajo presupuesto.

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