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El cambio de Gobierno paraliza los testimonios de víctimas en las aulas

Imagen de un aula vacía. /EFE

Gorka Ascorbebeitia

Bilbao —

Un extremo cuidado y el más absoluto secreto fueron necesarios para montar ese enorme puzzle de piezas de porcelana fina que son los testimonios de víctimas de terrorismo en las aulas. Fue uno de los proyectos estrella del anterior Gobierno vasco y costó parirlo. Cuando por fin vio la luz y los centros educativos pudieron participar, sus resultados fueron lo suficientemente buenos como para facilitar el consenso de la práctica totalidad de la comunidad educativa. Un espaldarazo que parecía augurar un próspero futuro a la iniciativa independientemente de quién tomara las riendas de la educación vasca. Sin embargo, la realidad es que desde el traspaso de poderes de diciembre el programa está completamente paralizado.

Una vez más la sociedad, en este caso la comunidad educativa, va muchos pasos por delante de la política. Varios centros educativos, sobre todo los que participaron en la experiencia en cursos anteriores, han solicitado al departamento repetirla para sus alumnos de este año y todavía están esperando una respuesta. De hecho, desde el pasado mes de noviembre tan sólo ha habido una víctima en las aulas y se trataba de una cita previamente acordada y establecida por el gobierno anterior. Tuvo lugar en enero en un centro educativo alavés y desde entonces, nada de nada.

A pesar de tratarse de uno de los buques insignia del ejecutivo de Patxi López, el bloqueo a la iniciativa parece difícilmente justificable. Para empezar, el proyecto no tiene a día de hoy prácticamente ningún costo para el departamento de Educación, ya que la formación de las víctimas se completó durante la pasada legislatura. Por otro lado, el propio Jonan Fernández, secretario general de Paz y Convivencia del Gobierno de Urkullu fue uno de los firmantes, en nombre de la organización Baketik, del compromiso del Carlton. Pacto con el que la práctica totalidad de los agentes educativos vascos, quedaron fuera los sindicatos nacionalistas, apoyaron la iniciativa.

Por si esto fuera poco, la propia consejera de Educación, Cristina Uriarte, durante la presentación en el Parlamento de las líneas maestras que seguirá su departamento durante esta legislatura hizo referencia a este mismo acuerdo y dijo que los testimonios seguirían adelante. Fuentes de su departamento confirman ahora a El Diario Norte que ésa sigue siendo su intención. “Así como en el caso de las víctimas de violencia de género ya hemos dicho que vamos a tomar otro camino, con las de terrorismo y abusos policiales tenemos intención de seguir con los encuentros”, explica un portavoz de Educación. “Con toda probabilidad este mismo curso habrá de nuevo víctimas en las aulas”, añade.

Por lo tanto, los motivos para la parálisis actual hay que buscarlos en simples problemas de gestión o en la constatación por parte de los actuales responsables educativos de que sacar adelante la iniciativa es más complicado de lo que parece. Algo que tiene claro la anterior consejera de Educación y actual parlamentaria del PSE, Isabel Celaá. “Fue un trabajo de filigrana, de puro encaje y no estamos dispuestos a que se eche a perder”, asegura.

Con el apoyo de la dirección de víctimas del terrorismo, dirigido entonces por Maixabel Lasa, su departamento fue el encargado de buscar centros educativos dispuestos a recibirlas, formar a las víctimas educadoras, llevarlas hasta los alumnos y supervisar que las experiencias transcurrían correctamente. Todo ello con la garantía del anonimato total para todos los participantes.

A pesar de las dificultades, a finales del curso pasado más de 2.000 alumnos vascos habían recibido ya uno de estos testimonios. Este curso, sin embargo, pocos más se unirán a la lista. Para la anterior consejera de Educación, este área debería quedar al margen de la parálisis que se produce habitualmente en los cambios de gobierno, especialmente si ésta alcanza ya los cinco meses de duración y cuando el curso está ya a punto de terminar. “No podemos perder un programa que tanto costó construir”, critica Celaá. Desde su punto de vista, se trata de “una magnífica práctica que cuenta con un enorme consenso en la comunidad educativa y que ha cosechado una tremenda aceptación”. “Por eso creemos que es imprescindible reiniciarla de forma inmediata”, concluye.

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