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¿De verdad ha pasado “lo peor de la tormenta”, lehendakari?

El lehendakari, Íñigo Urkullu, antes de tomar la palabra.

Aitor Guenaga

Bilbao —

La semana en la que el lehendakari, Íñigo Urkullu, ha llegado al ecuador de su mandato comenzó con una aseveración suya: “lo peor de la tormenta ha pasado” y ha finalizado con dos manifestaciones en las calles del País Vasco: una contra la pobreza -que ha crecido un 42% desde el inicio de la crisis, según datos del propio Ejecutivo- y la segunda por la falta de una política industrial gubernamental, según han coincidido ELA y LAB, las dos centrales que se niegan a sentarse en la Mesa de Diálogo Social. Pero sobre todo se ha cerrado con un dato que debería hacer palidecer a cualquier madatario: la ciudadanía vasca ve incapaz y desconfía (el 75% de los encuestados, según el Euskobarómetro de Francisco Llera (UPV), de que el Ejecutivo que lidera el lehendakari pueda sacarnos del pozo en el que aun estamos.

Porque solo un ciego podría negar los síintomas de recuperación que afloran ya en la economía vasca. Y solo un necio podría creer que, como consecuencia de esa mejoría de los índices macroeconómicos, el fin de la crisis ha llegado también a todas las casas vascas. Cada uno, claro está, se puede quedar con el espejismo que desee: y las calles llenas de gente como podemos observar estos días con paquetes en las manos y con las luces navideños como telón de fondo pueden ser un buen ejemplo de ello.

Estoy convencido de que Urkullu no es un necio. Sería impropio de un mandatario regodearse en los buenos resultados macroeconómicos -que existen- mientras un total de 168.729 personas siguen apuntadas en Lanbide. Lo sería aun más si lo hiciera tras leer el documento presentado recientemente por su todavía consejero de Empleo y Asuntos Sociales, Juan Mari Aburto, en el que señalaba que la pobreza afecta a 127.399 ciudadanos en el País Vasco y otros 120.555 están a un paso de sumarse al grupo anterior debido a las carencias y privaciones que arrastran en estos momentos.

Hay menos parados en Euskadi desde que el PNV volvió a Ajuria Enea -unos 7.000-, pero también es cierto que más del 40% de los jóvenes vascos no solo está en el paro, sino que sus expectativas de encontrar empleo digno aquí son más bien nulas, salvo que consideremos trabajo al esclavismo del siglo XXI que paga 450 euros. Cantaba Bob Marley hace ya muchos años en uno de sus primeros discos 'Catch a Fire' “No chains around my feet but I´m not free” (No tengo cadenas alrededor de mis pies, pero no soy libre). No somos conscientes aun del daño histórico que la reforma laboral del PP de Mariano Rajoy ha hecho a la negociación colectiva, las condiciones laborales y salariales de la clase trabajadora. Y las últimas decisiones de los tribunales, como la sentencia conocida esta semana por la que el Tribunal Supremo echa por tierra parte de la reforma laboral en relación con la ultraactividad al asegurar que las condiciones pactadas entre patronal y trabajadores son exigibles aunque haya finalizado el plazo del acuerdo hasta que no se renueve, a duras penas recompone los efectos perversos que la política laboral del PP al dictado de la patronal más recalcitrante.

Solo un necio se conformaría con asomarse más abajo de Pancorbo para decir que la tasa de paro es mucho mayor en el resto de España, -que lo es, de hecho, es más alta que cuando Rajoy tomó las riendas del país en “quiebra” que le dejó el presidente Zapatero-. O que el sistema de protección que hemos construido entre todos -gracias entre otras cosas al beneficioso sistema del Concierto Económico y a unas políticas sociales que ahora son la envidia de muchos- se eleva por encima de la media española. Porque siendo todo eso verdad, lehendakari, ya lo era cuando usted llegó a Ajuria Enea. Entonces, ¿qué política ha desarrollado durante estos dos años para mejorar los índices de pobreza, paro, crecimiento y desarrollo humano en Euskadi?

Porque si en el diálogo social se han perdido dos años preciosos, en materia presupuestaria también se ha perdido el primer año de legislatura, donde el PNV fió todo la partida a una suerte de geometría variable que a punto le llevó a tener que convocar elecciones anticipadas ante la incapacidad de llegar a acuerdos con ningún partido político de la oposición. El PNV y el lehendakari creían que podían poner una vela a Dios (el PSE-EE, es un decir) y otra al diablo (con todos los respetos a Hasier Arraiz y los suyos). La coyuntura actual ha cambiado completamente, aunque ya se debería empezar a chequear las virtudes y los defectos del Acuerdo por la reactivación económica firmado entre peneuvistas y socialistas en septiembre de 2013

Aun recuerdo aquel magnífico programa de TVE 'Al filo de lo Imposible' y la ascensión que acabó en tragedia en el K-2. Juanjo Sansebastián dejó por escrito buena parte de su experiencia en un libro tan como recomendable como impactante: 'Cita con la cumbre'. “Perdí todo menos la vida”, dijo cuando pudo contar aquella peripecia en la que perdió a su gran amigo y experimentado montañero Atxo Apellaniz -que por cierto le salvó la vida-.

Lehendakari, usted que seguro es también un experimentado mendigoizale (o tal vez no) sabrá lo que dicen todos los himalayistas que han hollado la práctica totalidad de los 'ochomiles' que se elevan en aquella lejana cordillera. Simplemente reconocen que la montaña solo es tuya cuando la has descendido, cuando vuelves a ver la cumbre, pero desde el campamento base. Y aquí en Euskadi todavía estamos subiendo la montaña, muchos de nuestros ciudadanos sin sherpa alguno, sin piolets, casi con indumentaria del siglo pasado y con un frío que le debería aterrar.

Euskadi habrá doblado de verdad el cabo de Hornos y dejado atrás todas las tormentas que han envuelto a esta crisis que aun persiste cuando los índices de pobreza (incluida la energética, que afecta a 90.000 vascos y aprieta mucho más cuando el crudo invierno se impone por la mano) sean irrisorios. Cuando nuestra juventud no tenga que doblar su particular cabo de Hornos para encontrar un trabajo digno (y ganar 450 euros trabajando ocho o más horas no lo es,lehendakari) o cuando vuelvan todos los inmigrantes que se han vistos forzados a abandonar esta tierra de acogida que es y sigue siendo Euskadi. Y cuando los trabajadores recuperen sus condiciones laborales y salariales que saltaron por los aires con la llegada de la crisis. Podría seguir.

Es bueno que los índices industriales mejoren -en octubre las ventas crecieron un 3,4% frente al mismo mes en 2013-, algo que que no verán desde luego los trabajadores de Candy, ,de Edesa, Ecn Cable Group, de la planta de Arcelor Mittal en Salvatierra-Agurain y de tantas empresas, por no hablar de las que ya han caído en el camino. O que se reactive la facturación del sector servicios un 6,2%. Pero el camino por recorrer para llegar a la cima es largo.

Así que no se tire nadie de los pelos la próxima semana cuando conozcamos hasta dónde llega el tsunami de Podemos, aupado en la creciente desafección hacia la vieja política, con los datos que va a arrojar la encuesta del Euskobarómetro.

Pablo Iglesias cabalga (también) en Euskadi y como aquellos himalayistas está dispuesto también a asaltar el cielo vasco.

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