“La crisis nos ha sacado de las rutinas aprendidas y ha hecho empresas más resistentes”
“La crisis nos ha demostrado que somos vulnerables, pero nos ha dado también lecciones instructivas. Nos ha sacado de las rutinas aprendidas, nos ha hecho más fuertes y resistentes y nos ofrece un nuevo entorno de mercado en el que nuestra industria tiene muchas más posibilidades que antes”. Eso es lo que piensa el presidente de Confebask, Roberto Larrañaga, quien recalca que la reindustrialización de la economía vasca pasa por “recuperar lo perdido durante estos últimos años y afianzar lo logrado con tanto esfuerzo”.
Durante una jornada dedicada a La reindustrialización de Euskadi como palanca de dinamización de la economía regional , Larrañaga abogó por aumentar el tamaño empresarial para que “aporte la masa crítica” de la que aún no dispone Euskadi en el mercado planetario. Para ello se requiere de “nuevas alianzas y fusiones, especialmente entre las pymes”.
Además, las deben subirse al tren de la industria 4.0., la conocida como cuarta revolución industrial. “Ese es el gran paso que debe dar hoy nuestra industria para ser mejor, para responder a los retos de un mercado que no tiene piedad con los rezagados. Pero, sobre todo, para reducir las amenazas y rentabilizar las muchas oportunidades que también ese nuevo escenario encierra”.
Aunque el mercado actual es duro, exigente y cuesta sobresalir en él, también ha ampliado sus posibilidades. “Ha aumentado exponencialmente la demanda, máxime si se tiene en cuenta la eclosión de las clases medias que se está produciendo en los países emergentes. Toda una oportunidad para una comunidad de especialización industrial como la nuestra”.
Rentabilizar las oportunidades implica dar cuanto antes el salto a la fabricación avanzada. “Robótica, microelectrónica, nanotecnología, inteligencia artificial, 3D, cibernética….son términos cada vez más comunes en las empresas vascas. Las tecnologías de la información se relacionan cada vez más con las máquinas y el proceso productivo mejora cada día gracias al potencial que ofrecen la conectividad, la automatización y la digitalización. Con ello se gana seguridad, flexibilidad, eficiencia y valor a menor coste”.
Aunque no se sabe lo que deparará el futuro en momentos de incertidumbre y trasformaciones estructurales, Larrañaga cree que existen certezas sobre las que iniciar el camino. “Nada va a ser igual que antes. Más allá de la crisis sufrida, estamos en el final de una época y en tránsito hacia otra donde vamos a crecer y a competir de otro modo. A diferencia de las anteriores fases de expansión económica mundial, basadas en el factor tecnológico o en la expansión del crédito, la nueva fase de crecimiento mundial va a sustentarse en la aceleración de la globalización, el desarrollo tecnológico con la industria en el epicentro y el factor demográfico como impulsor de crecimiento”.
