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El 'crowdfunding' se abre a proyectos sociales

Patricia Burgo Muñoz

Son innumerables los proyectos que estos tiempos de crisis han visto la luz gracias al crowdfunding, el sistema de financiación colectiva que cada vez abarca más campos. Lo que comenzó como una forma de sacar adelante proyectos culturales ha ido creciendo hasta convertirse en un soporte de propuestas de todo tipo, ya sean sociales, tecnológicas o científicas.

“Ya no es necesario buscar grandes proyectos o inversiones” explica Ricardo Antón, responsable de la plataforma Goteo, una de las que promueve el crowdfunding en Euskadiy que fomenta el 'procomún'. Su nueva propuesta persigue pequeñas ideas: ¿Utilizas la bici como medio de transporte habitual y quieres instalar plazas de aparcamiento seguras en tu barrio?, ¿Necesitas recaudar fondos para contribuir a la investigación de una enfermedad determinada? Estas iniciativas también pueden financiarse de forma colectiva a través ‘Crowdsasuna’ “una apuesta de Innobasque -la Agencia Vasca de Innovación- por explorar nuevas maneras de proponer, promover y financiar colectivamente iniciativas innovadoras en el campo de la salud y la vida saludable en Euskadi, que permitan la utilización de los resultados de manera libre y abierta”, explican en la convocatoria.

“Pueden participar un grupo de estudiantes de medicina que necesitan financiar una investigación, una asociación de pacientes que sufren una enfermedad rara…”, apunta Antón. “El objetivo es ahondar en la corresponsabilidad a la hora de asumir proyectos de salud y vida saludable más allá del aspecto puramente médico”. Y es que tal y como afirma Ricardo Antón, el crowdfunding ha comenzado a diversificarse y cada vez hay más plataformas que se centran en un público muy determinado que consiguen “generar comunidades alrededor de una idea”.

Del beneficio económico, al bien común

Lo importante ya no es encontrar financiación “para sacar un beneficio propio”, reconoce Antón, ahora el crowdfunding puede contribuir a alumbrar ideas “que aporten algo a la sociedad”.

Flipover es una de esas nuevas plataformas que persiguen un objetivo muy concreto: la solidaridad, y lo hacen con una filosofía muy clara “creando una relación entre proyectos y personas, más allá del donativo”. Paradójicamente, el mundo virtual de la Red y la tecnología 2.0 permite un contacto directo y un sentimiento de participación y colaboración que hace que sentir el proyecto como propio, ya sea un centro de rehabilitación para enfermedades especiales, o garantizar el derecho a la educación, la salud y la alimentación de 540 niños y niñas.

Aun así, queda camino por recorrer para llegar al nivel de compromiso de los países anglosajones, “allí están más acostumbrados, al ser una sociedad más liberal, menos dependiente de las subvenciones de las instituciones” explica Ricardo Antón, “aquí todavía lo sentimos ligado al donativo, y estamos acostumbrados a que las cosas las hagan las instituciones”.

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