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“Tengo derecho a ser mujer y no corresponder a los canónes estéticos”

Autorretrato de la artista donostiarra Esther Ferrer.

Paola Fernández

San Sebastián —

Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) considera la performance “el arte más democrático que existe”. Fue una de las pioneras durante los años 70 en esta disciplina, aunque es una artista interdisciplinar y está considerada una de las mejores creadoras españolas de su generación. En 1967 se integra en el Grupo Zaj junto a Juan Hidalgo, Ramón Barce y Walter Marchetti, primer grupo de arte conceptual español cuyo objetivo era motivar al espectador experimentando sensaciones a través del arte, para así romper su pasividad. Hace un mes le otorgaron el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2014 por la coherencia y el rigor de su trabajo durante cinco décadas.

Durante la jornada inaugural de Feministaldia la artista donostiarra explicaba que para ella lo más importante de la performance es “hacer lo menos posible”, esto es, “decir lo que quiero decir con los menos elementos posibles”. De hecho, apunta que sus acciones son minimalistas y para ello elimina todo lo que es decoración, lo que no es necesario. Sin embargo, Ferrer desataca que para que todo esto funcione “el concepto debe ser lo suficientemente bueno”. Así, comenzó con la idea de hacer un trabajo sobre el cuerpo femenino, pero no conseguía que nadie se comprometiese con el proyecto. Finalmente utilizó su propio cuerpo para este fin. En este sentido, ha destacado que si trabaja sólo con su cuerpo le da “muchísima libertad”.

Una de sus performances más conocidas y que más ha repetido durante todos sus años de carrera artística en diferentes formatos, es en la que ella desnuda se mide diferentes partes del cuerpo. La primera vez realizó esta acción a finales de los años 60 y hoy en día sigue realizándola. Aunque muchos le pregunten si no le da vergüenza mostrarse desnuda a su edad asegura que tiene derecho a “ser mujer y no corresponder a los cánones estéticos al uso y a ser vieja y no tener vergüenza de mi cuerpo”. Así manifiesta también, en su obra Autorretrato en el tiempo, su postura en contra de “los estereotipos de belleza femeninos”. Ferrer apunta que la época en la que comenzó a realizar estas performances es cuando surgió esa idea de “nuestro cuerpo nos pertenece”. Por ello, decidió emplear su cuerpo “para vehicularlo para lo que nosotras queremos, no como se ha utilizado en el arte durante años de manera machista”.

Teatro y Performance

Desde que Ferrer comenzó a realizar performances esta disciplina “ha evolucionado felizmente”, apunta. Aunque hoy en día se abordan desde una problemática diferente. La diferencia que encuentra entre los comienzos y ahora es la integración del teatro en esta disciplina artística. Así, explica que en los comienzos si tenían algún dogma era “no hacer teatros”, porque “el performer no es un actor, sino que actúa como él mismo”.

Sin embargo, ahora hay muchas performances que se acercan mucho más al teatro y ahora “es el teatro experimental el que está alimentando a la performances”, mientras que antes sucedía de manera inversa.

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