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Emisiones que enfrentan a ciudadanos e instituciones

Mástiles de antenas de telefonía móvil ubicados sobre el ascensor que da acceso al barrio de Solokoetxe en Bilbao.

Laura Murillo Rubio

Bilbao —

El halo de incertidumbre que rodea las emisiones de las estaciones base de telefonía móvil sobre los efectos en la salud humana ha generado desde hace tiempo una lucha entre las instituciones y la ciudadanía que parece no tener fin. La limitación establecida por el Gobierno central, la Unión Europea y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no reflejan equidad entre ellas. Esa falta de consenso por parte de las instituciones públicas ha levantado la alerta entre los movimientos ciudadanos que denuncian las “nocivas” consecuencias ante la exposición electromagnética.

En Euskadi, los vecinos del barrio Solokoetxe en Bilbao llevan ya tiempo rechazando la “exagerada” emisión de radiación de las cuatro antenas ubicadas sobre el ascensor que da acceso al barrio desde el Casco Viejo. Apenas 40 metros separan la base de mástiles de varios bloques de edificios y un instituto. Según los vecinos y la AMPA del centro, estas antenas emiten niveles de radiación “muy superiores” a lo recomendado por la Unión Europea. Y es que la base desprende 8uw/cm2 y picos de 32uw/cm2 frente al 0,1uw/m2 que exige la UE. Según las últimas mediciones, “zonas como el patio y la terraza del centro ubicadas prácticamente al lado de las antenas reciben una exposición de 10, 20 o hasta 60 veces más de lo exigido por la UE”, afirman desde la comisión de antenas del AMPA Karmelo Ikastola-Solokoetxe.

El riesgo de las radiaciones electromagnéticas está reconocido por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) de la OMS y por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). En sus resoluciones de 2009 y 2011, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa insisten en la urgencia de aplicar el Principio de Precaución “para proteger a los niños y niñas como grupo especialmente vulnerable, así como al resto de la ciudadanía, contra las consecuencias para la salud de la exposición continuada a estas microondas”, informan los vecinos a través de un comunicado en el que solicitan apoyo para lograr que el Ayuntamiento de Bilbao aplique “con urgencia” dicho Principio de Precaución y “tome medidas en defensa de la salud de los ciudadanos frente a la codicia de las operadoras y la empresa de ascensores”.

Niveles por encima de la media europea

Hace ya casi un año que los padres pidieron también el apoyo de los grupos políticos y fue EH Bildu quien llevó el tema definitivamente al Ayuntamiento. “Desde entonces se han hecho nuevas mediciones que han reflejado picos intolerables, pero como se encuentran dentro de lo que exige el Gobierno español que tiene unos niveles muy por encima de la media europea, dicen que no pueden hacer nada más porque las competencias en esta materia dependen de Industria”, señala la comisión. La comunidad de vecinos insiste en que entre los medidores instalados en Bilbao, solo el de Zankoeta está dentro de los niveles recomendados por la UE. “Los cinco restantes se sitúan por encima, pero el de Solokoetxe lo supera hasta 96 veces más”, aseguran sobre esta base de Bilbao, que también supera 3 veces más las mediciones que hasta hace un año marcaban las antenas de Ibaiondo en Vitoria. “Lo que en Ibaiondo eran picos de 5,73, en Solokoetxe es la media y hay picos de 9,67”, dicen los vecinos.

El caso vitoriano también levantó revuelo el año pasado cuando a comienzos del mes de septiembre y coincidiendo con el inicio del curso escolar, 300 niños y niñas del colegio público Ibaiondo no asistieron a clase en protesta por la estación de antenas situada en el tejado del Hotel Lakua de la capital alavesa. Las familias tomaron esta medida al comprobar que las radiaciones emitidas por las antenas de telefonía móvil que afectaban al centro escolar no habían disminuido. Tras su pugna con el Ayuntamiento, a día de hoy, los padres de los menores afirman que la radiación se ha reducido prácticamente al 0,1w/m2. “Quitaron los mástiles que eran ilegales según la ordenanza, aunque sigue habiendo uno o dos en el hotel. Donde está colocado el medidor, que es fuera de la ikastola, ahora anda sobre el 0,12 o 0,15. En el colegio no hay absolutamente nada y ya estamos en unos márgenes que son los que más o menos recomienda la UE”, dice Samuel Bautista, portavoz de la plataforma de familias afectadas. “A partir de ahora vamos a entrar en un plan piloto para hacer más mediciones en otros sitios de la ikastola y seguir manteniendo eso”, señala Bautista, quien asegura que las familias “con estas mediciones del Ayuntamiento” están “más tranquilas”.

Una lucha interminable

No existe consenso entre los organismos internacionales sobre los niveles aconsejados en esta materia. A pesar de los numerosos estudios, aun no se ha determinado oficialmente los posibles perjuicios de una exposición relativamente cercana a las bases de antenas de telefonía móvil. Mientras los movimientos ciudadanos luchan por alejar los mástiles de telefonía móvil de los centros urbanos, las diversas administraciones quitan hierro a un asunto por el que muchas organizaciones sociales pelean a medida que se extiende la cobertura LTE, la nueva evolución de la conectividad móvil, comúnmente llamada 4G.

Según los expertos, se trata de un tema que suscita “mucha demagogia”. “En la comunidad científica no hay controversia alguna sobre las emisiones radioeléctricas”, afirma Carlos Foncea, ingeniero en telecomunicaciones. “Se han realizado numerosísimos estudios por todo el mundo que no han podido demostrar los efectos nocivos de las emisiones siempre que se respeten los niveles máximos marcados por ICNIRP”, recalca. De momento, “como se indica en la propia web de la OMS que no exige unos niveles determinados, simplemente aconseja; los estudios no proporcionan pruebas de que la exposición medioambiental a campos de radiofrecuencia, como los que se dan en las estaciones base, incremente el riesgo de cáncer o de otras enfermedades”, añade Foncea. “Los teléfonos móviles no son dañinos y los estudios que llegan a esas conclusiones alarmantes para la salud pueden ser fácilmente rebatidos”, afirma el ingeniero.

Sin embargo, para muchos movimientos ciudadanos la pregunta versa en torno a si habría solución en caso de demostrarse su peligro. “Lo cierto es que por el momento hallar una respuesta es bastante difícil”, dice Joseba López, vecino de Solokoetxe. “Sin antenas no hay conexiones y ubicarlas lejos de los centros urbanos tampoco lo arreglaría. De hecho, si en algún caso fuera técnicamente realizable, tampoco resultaría aconsejable porque si los mástiles estuvieran a una mayor distancia, esto obligaría a las estaciones base a emitir a elevada potencia para dar cobertura en los municipios y, del mismo modo, los dispositivos tendrían que emitir también a mayores potencias para poder alcanzar la señal de la estación base, incrementándose así nuevamente los niveles de exposición”, asegura sobre un asunto rodeado por las incertidumbres que, a su juicio, “no deja de ser un negocio”.

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