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La encrucijada del partido de Idoia Mendia

Aitor Guenaga

Bilbao —

“Hay que abrir el partido, recuperar a todas las generaciones y tradiciones políticas que se han ido quedando por el camino y renovar el pensamiento desde fuera de la organización. El debate con Podemos y con Bildu es el debate de las alternativas, de las alternativas reales y posibles. Si juegas a Podemos o a Bildu, te van a ganar siempre”.

Jon Larrinaga es un fino observador de la política. Pese a estar ‘retirado’ ahora en los cuarteles de invierno del sector aeronáutico vasco, se nota que aun corre por sus venas el ‘veneno’ de la política. No en vano, en los años 80 fue un destacado dirigente de Euskadiko Ezkerra (EE) y en 1993, siendo secretario general de esa formación, hizo posible, junto a Juan Mari Bandrés, Xabier Garmendia o Mario Onaindia, la convergencia con el PSE de Ramón Jáuregui. Una operación política que en pocos años dejó a los socialistas en mínimos históricos en el Parlamento vasco, tras haber sido segunda fuerza política en 1990 y 1994.

Luego no es la primera vez que el PSE-EE se enfrenta a una situación difícil. Pero sí es la primera ocasión en la que el desprestigio de los políticos y los partidos tradicionales y el residual poder institucional que detenta un partido de corte municipalista como este, han terminado por situarlo en el borde del precipicio político. Recuperar ese espacio institucional es el primer reto de los socialistas de aquí a mayo de 2015.

“Pero para eso tenemos que cargarnos de credibilidad”, apunta Dani Arranz, quien fuera el último gobernador civil de Bizkaia, ahora reconvertido en militante de base del partido. Esa parece ser la palabra talismán –credibilidad-, el anhelo de muchos de los militantes y cargos consultados tras ver cómo este partido centenario se ha alejado de su ideario de izquierdas para coquetear con medidas dictadas por los mercados. Algunos como el diputado y exalcalde donostiarra, Odón Elorza, creen que para ganar en credibilidad es fundamental desandar lo andado. Por ejemplo, la reforma constitucional exprés (eso que Elorza llama la “maldición del artículo 135 de la Constitución”) pactada entre el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y Mariano Rajoy para cumplir las reglas europeas del “austericidio”: la disciplina del gasto público y la estabilidad presupuestaria. La misma reforma, de la que este mes se cumplen tres años, que alejó al electorado progresista de un partido que ya presentaba vías de agua por todas partes. También en Euskadi

De hecho, aunque se reivindique como un partido municipalista, los números dejan claro que el PSE dejó de ser un referente en los consistorios vascos en las elecciones de 2011. De ser primera fuerza en los comicios municipales de 2009 en Álava, pasó a ser cuarta (16,66%) y a bastante distancia de populares (26,04%), peneuvistas (23,11%) e independentistas de Bildu (21,24%), fuerza esta última que ya se convirtió en el partido más votado en las pasadas elecciones europeas en este territorio. Y en Gipuzkoa, igual. Los socialistas pasaron de ser primera fuerza en las municipales de 2009, con 79.147 papeletas, a ser tercera detrás de Bildu (con 119.541 votos) y del PNV (72.665 sufragios) en 2011.

De los tiempos en los que el PSE gobernaba a más del 40% de la población vasca repartida en sus 251 ayuntamientos, ha pasado a controlar solo un gran municipio (Barakaldo, donde perdió tres ediles) y Portugalete, Ermua, Eibar, Irun, Zumarraga, Iruña de Oca y Ribera Baja. Ocho consistorios que suman alrededor de 270.000 ciudadanos.

“El reto es enorme”, admiten fuentes de la nueva Ejecutiva. “Y tenemos que acertar con las candidaturas en los pueblos”, señalan. “La combinación de experiencia y novedad en la dirección y la ilusión y las ganas de trabajar serán fundamentales para recuperar la credibilidad de nuestro electorado y definir el nuevo proyecto de los socialistas vascos. Vamos a hacer propuestas que, desde nuestros principios y valores, sean útiles y den respuesta sobre todo a los más desfavorecidos, a los trabajadores y a las clases medias. Y vamos a hacerlo”, enfatiza Javier Lasarte, que repite en la ejecutiva la frente de la Secretaría de Economía e Industria.

Será la primera meta volante para la nueva líder del partido, Idoia Mendia, consciente de que los resultados se mirarán con lupa, fuera, pero también dentro de una formación que abre un ciclo incierto. Y como nunca llueve a gusto de todos, no todos apoyan la forma en la que se ha fraguado la nueva dirección, ni aplauden el resultado final, con un peso orgánico de Gipuzkoa muy elevado gracias al ascenso de Miguel Ángel Morales a la Secretaría de Organización. Algunos sectores vizcaínos consideran que la nueva líder del PSE “ha tragado mucho” y otros apunta la bisoñez de varias personas que han accedido a una dirección donde los sectores críticos no han tenido acomodo.

“La integración ha sido poca y escondida”, apunta un histórico del socialismo vizcaíno, que admite que el partido ha entrado en un “nuevo tiempo”. “Hay que tomarlo como viene”, explica, al tiempo que cruza los dedos para “que nos vaya bien”. Y en ese ‘que le vaya bien al partido’ no todos son malas noticias: la posibilidad de que Podemos no concurra a las municipales y que el Rajoy aparque definitivamente la pretendida reforma de elección directa de alcalde abre una doble perspectiva positiva. Una previa a las elecciones: que los votantes del PSE que se han ido a la abstención vuelvan; y otra una vez abiertas las urnas: que PSE y PNV recuperen poder municipal gracias a pactos de conveniencia. Pero todo está abierto.

Queda por ver cómo se lleva a cabo la inconcreta oferta de integración que tanto Mikel Torres en Bizkaia como Cristina González en Álava han realizado a los candidatos perdedores en el proceso de primarias. Perdedores pero que atesoran un nada irrelevante apoyo del 38%. Ambos deberían hacer un último esfuerzo para lograr que ese sector del partido también esté representado en las nuevas Ejecutivas y no de manera testimonial en los congresos provinciales que tienen lugar este sábado.

“¿Qué nos queda por hacer?”, se pregunta Elena Pérez, uno de los nuevos rostros en la Ejecutiva. “El reto principal es volver a conectar con una sociedad que, en su razonable enfado, parece agarrarse a remedios ”mágicos“, absolutamente irreales”, en clara alusión a los discursos populistas.

“Toca abrir las puertas y ventanas de nuestras agrupaciones, ventilar, orear, dejar que entre aire fresco. Y eso no significa arrasar con todo, como algunos pretenden.” Esta apelación genérica de Mendia a la regeneración y su aplaudida propuesta de revisión de los acuerdos con el PNV si los jeltzales persisten en priorizar el soberanismo a la lucha contra la crisis, serán las dos primeras pruebas de la credibilidad de la flamante secretaria general.

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