Las escuelas insumisas a la Lomce redoblan la presión
A pesar de que el Gobierno vasco ha insistido en “minimizar” los efectos de la aplicación de la Ley de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) en Euskadi, la comunidad educativa de la escuela pública sigue en pie de guerra. Alrededor de 40 escuelas vascas ya se han declarado insumisas a la ley y aseguran que no aplican sus medidas. Las movilizaciones en forma de concentraciones y charlas informativas sobre cómo hacer frente a la Lomce y construir un sistema educativo propio para Euskadi son frecuentes y han organizado una gran asamblea en Durango para unificar métodos de actuación.
Los representantes de los 16 colegios e ikastolas que en Vitoria se han declarado insumisos se han concentrado frente a la sede del Gobierno vasco para reiterar que las escuelas vascas “necesitan espíritu de colaboración y cooperación, y no de competitividad como fomenta la Ley Wert”. “En nuestras centros e ikastolas vamos a ayudar a conseguir competencias, a trabajar la curiosidad, el pensamiento propio, la responsabilidad, el compromiso. Vamos utilizar la evaluación continua como herramienta para conocer y mejorar el proceso de aprendizaje”.
Los cambios que ha introducido la Lomce en el actual curso escolar 2014-15 no son de gran calado. Se refieren a la materia alternativa a la Religión, el desdoble de la asignatura de ciencias sociales y naturales y una evaluación al final de tercer curso, pero sin repercusión para los alumnos. Sin embargo, la comunidad educativa se ha organizado en plataformas para hacer frente a la reforma educativa.
Las propuestas de insumisión van desde no presentarse a las reválidas diseñadas por la Ley Wert, que son obligatorias para obtener los títulos oficiales, hasta seguir dando peso específico a los padres y alumnos en los consejos escolares (la ley concede preponderancia a la figura del director).
“Nuestra escuela”, aseguran los portavoces de las plataformas, “no necesitan la Lomce. Las razones son tan simples como dolorosas. Esta ley margina el pensamiento libre y valora la religión; frena el derecho a una educación igualitaria para todos y todas potenciando la educación privada; impide la cultura del consenso y quiere reducir los ámbitos de decisión; quiere convertir en costumbre la educación segregada, diferenciando a los niños y niñas, y disminuye el trabajo cooperativo y la colaboración potenciando la competitividad”.
