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Los expertos abogan por iniciar la prevención contra el consumo de alcohol a partir de los 10 años

Eduardo Azumendi

El juego, las celebraciones o porque lo hacen los amigos son los motivos más frecuentes por los que los jóvenes empiezan a consumir alcohol. En todos esos motivos late un denominador común: no hay percepción del riesgo que implica beber. Así lo han puesto de relieve los profesionales que toman parte estos días en el Simposio Nacional sobre Adicciones, que se celebra en Vitoria Los expertos han alertado de que las campañas de prevención no están funcionando y de que se debe empezar la concienciación a una edad más temprana de lo que se hace actualmente en las escuelas: a partir de los diez años. Es decir, en la etapa de la Educación Primaria. Eso supone un importante cambio con lo que se hace en la actualidad, donde no figuran programas para prevenir, por ejemplo, el consumo del tabaco hasta el segundo curso de Educación Secundaria (de 14 años).

Según los últimos datos del estudio Juventud y alcohol, el 56,8% de los jóvenes de entre 12 y 18 años reconoce que ha probado el alcohol en el último año y el 28,3% en el último mes. Uno de cada diez asegura consumir alcohol semanalmente, y algo más de un tercio al menos una vez al mes. Si se analiza el grupo de 16 a 18 años, las tasas se elevan de forma significativa, hasta un 22,8% y 61,7%, respectivamente.

Ana Adan, psicóloga y profesora del departamento de Psiquiatría y Psicobiología de la Universidad de Barcelona, advirtió de que todo lo relacionado con las adicciones no se está “trabajando bien” por falta de recursos. “Hay que empezar la prevención desde la Educación Primaria, desde los 10 y 11 años. Estamos dejando que el rumor y la experimentación campe entre los jóvenes y en el caso del alcohol eso puede ser muy grave”.

En esta línea, Adan reitera que “estamos (el conjunto de la sociedad) haciendo algo mal. Si de verdad se quiere prevenir hay que actuar cuando aún los niños pueden resultar más receptivos. No es preciso abordarles con campañas agresivas, puede ser mediante programas sobre malos hábitos en su conjunto. Se trata de que vayan madurando en ciertos temas para saber decir que no cuando les llegue el momento”.

Atracón

Los profesionales alertaron, especialmente, del consumo excesivo de fin de semana, conocido como ‘binge drinking’ o atracón. Entre los riesgos, Adan recalcó los daños neurológicos en cerebros que no han madurado totalmente. Por eso “el único límite seguro para los menores es no beber”.

El profesor Francisco Caamaño, miembro del departamento de Psiquiatría, Radiología y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, abundó en la misma línea que Ana Adan. “A veces los padres pueden ver como un error una intervención tan temprana en la escuela, pero se trata de dar una información clara, no meterles ninguna idea rara en la cabeza”.

Caamaño acaba de publicar un estudio sobre los factores de riesgo y las consecuencias de estos atracones en estudiantes universitarios. Entre los factores destaca el hecho de ser varón (un hombre por cada cinco mujeres), las expectativas (pasarlo bien, tener una personalidad alternativa) y, sorprendentemente, contar con unos padres con un nivel sociocultural alto. “Nos ha llamado la atención, pero en el grupo de estudiantes analizados ha aparecido que los que tenían padres con más formación tenían un riesgo importante de consumir alcohol”.

Para Francesc Punti, psicoanalista, otro de los factores de riesgo que impulsa a los jóvenes a consumir alcohol es el clima social que se ha instalado, propicio a las adicciones y no decir que no a nada. “Se ha cambiado el sacrificio por la satisfacción inmediata. Es un sentimiento que se ha incrustado en la vida familiar y está haciendo mucho daño”.

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