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Se exporta joven de entre 18 a 34 años

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

La pérdida de población juvenil en Euskadi es un fenómeno constante que crece de forma lenta pero de momento imparable. La comunicad vasca en el año 2012 ha perdido 17.100 jóvenes de entre 18 a 34 años que han emigrado al extranjero o a otros territorios de España o han vuelto a sus países de origen, la mayoría en busca de oportunidades laborales. Mientras que en el 2010 el saldo migratorio registrado fue de 13.901, el pasado año pasado la cifra se incrementó en 3.199 personas más.

En cuanto a la elección del destino, la mayoría - 12.168- se decantan por probar suerte en el extranjero frente al resto- 4.933- que prefiere intentarlo en algún otro territorio de España. Desde que comenzó la crisis el flujo de jóvenes que ha marchado de Euskadi con destino a otras comunidades ha disminuido constantemente mientras que ha aumentado el número de jóvenes que parten hacia otros países.

Los datos por provincias se distribuyen de forma irregular. Álava es el territorio que más acusa la pérdida poblacional con 56, 2 jóvenes de cada mil eligieron probar suerte fuera. Gipuzkoa, por el contrario, es el que menor pérdida sufre, con una media de 30,9 jóvenes emigrantes por cada mil.

Desde Gaindegia, Observatorio para el desarrollo socio-económico de Euskal Herria, consideran que la capacitación profesional de los jóvenes, superior a lo que demanda el mercado, alimenta la huida al exterior en busca de mejores oportunidades. “Nos encontramos con una población activa formada para una economía bastante avanzada mientras algunos ámbitos del sector productivo, cada vez más, apuestan por no invertir en nuevos productos y mercados. Además las empresa pequeñas y medianas no se han beneficiado del esfuerzo público en I+D, lo que les ha impedido apostar por nuevos productos y tecnologías”, sostiene en coordinador de Gaindegia, Imanol Esnaola.

Para el portavoz de la organización vasca, se cierran divisiones de mayor innovación y se mantienen las divisiones en sectores maduros “que como se ha visto en el caso de Fagor Electrodomésticos, cada vez les resulta más difícil mantenerse en el sector. Es necesario un proyecto económico de país que acierte a conjugar el empleo con la calidad de éste y muy en relación a la industria, que al final es la que en nuestro caso, genera las dinámicas estructurales del desarrollo económico y social. Sin embargo, el empleo que se crea está muy relacionado con la terciarización de la economía y las sucesivas reformas laborales que posibilitan la contratación pero en condiciones insuficientes para nuestra sociedad”.

Los lados oscuros de la emigración

Gaindegia adereza el estudio con las valoraciones de miembros del Consejo Vasco de la Juventud. Frente a los beneficios que puede conllevar una estancia en el extranjero describen las difíciles situaciones con las que se encuentran algunos jóvenes que se aventuran a probar la experiencia. Para desmitificar le fenómeno enumeran una serie de contratiempos. “No sólo es aprender un idioma y mejorar nuestro currículum. También nos topamos con situaciones que no preveíamos. No siempre irnos al extranjero no nos libra de la precariedad, a veces, volvemos más pobres de lo que hemos ido. Puede suceder que no encontremos la oportunidad que hemos ido a buscar, por lo que volvemos sin ahorros; o puede suceder también que el sueldo no nos de para vivir de forma digna. Y es que irse al extranjero no nos sale gratis. Además, el marcharnos supone la pérdida de nuestros derechos aquí, puesto que cambiamos nuestro empadronamiento y con ello la posibilidad de una percibir vivienda, el paro, el poder de voto en nuestro municipio, etc. No siempre te aporta una experiencia personal inolvidable y no es cierto que para los jóvenes sea fácil emigrar. A pesar de que la mayoría no tenemos hijos, la mayoría tenemos fuertes vínculos: económicos (hipoteca…), familiares (abuelos, sobrinos, pareja…), compromisos sociales (participación en asociaciones), cuadrilla (cada vez más desestructuradas). Irse al extranjero requiere un importante esfuerzo persona” relatan Itsaso Estarrona y Amaia Elorza en sus aportaciones al análisis de Gaindegia.

Los integrantes de Gaindegia hacen hincapié además de en la formación, en el importante nivel de actividad de la juventud vasca. Recuerdan en su análisis sobre la emigración juvenil que la proporción de jóvenes vascos que ni estudian ni trabajan -coloquialmente llamados ninis- entre 18 y 24 años es del 15,1%, porcentaje menor que en el conjunto de la UE -17,0%- o España en su conjunto -23,8%- o el francés con un porcentaje del 16,2%. “Es conocido que presentan unos resultados académicos destacables; también es un ejercicio de responsabilidad social, donde las personas, las familias o los compañeros de trabajo se esfuerzan en mejorar. La juventud vasca se surte culturalmente de todo ello”, destaca Esnaola que alertaba que el los últimos años el fenómeno migratorio afecta cada vez “a más las personas y no sólo aquellos formados en disciplinas vanguardistas”.

Desde el Observatorio hacen un llamamiento a la iniciativa pública a reforzar su compromiso para tratar de revertir esa pérdida de población juvenil. “Sin pretender ser originales entendemos que es preciso favorecer el desarrollo tecnológico y la inteligencia económica de las pequeñas y medianas empresas para adaptarse a una economía global, fomentar las estrategias comarcales que desarrollen la economía local y que generen empleo de calidad y crear estructuras de financiación pública dirigidas a las empresas con raíces en Euskadi”, citaba Esnaola entre otras propuestas.

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