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“El final de la vida debe ser tranquilo”

Eduardo Azumendi

“¿Merece la pena alargar la vida durante unas horas o unos días a costa de un sufrimiento innecesario del paciente?”. Esta es la pregunta que sistemáticamente se reproduce cuando llegan los últimos momentos y la zozobra invade a los familiares. En un intento de evitar ese mal trago, un grupo de médicos e investigadores ha lanzado el proyecto ‘Kayrós’ (tiempo crítico en griego), que promueve que los médicos de Atención Primaria planteen a sus pacientes durante la consulta rutinaria y en un momento de estabilidad en su salud, la posibilidad de hacer un testamento vital. La mayoría de los profesionales considera que este documento puede facilitar la toma de decisiones en la atención al final de la vida, pero no lo plantean por el temor a que los pacientes se pueden sentir incómodos si les hablan de este tema.

Dos centros de Atención Primaria de Vitoria ya han puesto en marcha esta iniciativa con unos resultados “muy satisfactorios”, según Iñaki Saralegui, médico intensivista del Hospital Universitario de Álava y presidente de su comité de ética asistencial. Un total de 418 pacientes han accedido a hablar sobre el tema en las consultas, aunque el número de testamentos vitales que se han suscrito es menor, por el momento. “Lo importante”, resalta Saralegui, es que “la cuestión se trate en las familias, que se hable del tema”. Durante una conferencia promovida por la delegación alavesa de la Asociación Española contra el Cáncer, el intensivista aseguró que tanto para los médicos como para los familiares “seguir las instrucciones expresadas por el paciente supone una gran ayuda en la toma de decisiones”.

En Euskadi, el Documento de Voluntades Anticipadas (DVA) es el único registro que regula este proceso. Este testamento vital es un escrito donde los pacientes detallan los cuidados a los que quieren ser sometidos a la hora de morir en caso de que su estado no les permitiera expresar su voluntad. El objetivo es evitar lo que se conoce como 'encarnizamiento terapéutico', es decir, prolongar la vida de manera artificial cuando el estado del paciente es irreversible. Esa manera de prolongar la vida puede ir desde reanimaciones hasta alimentación mediante sonda. En la actualidad, más de 12.000 vascos han firmado ya está petición que se creó formalmente en 2003 y el Parlamento vasco trabaja con una propuesta de EH Bildu para aprobar una ley que regule todas las variantes sobre el testamento vital.

La actitud de los profesionales sobre el testamento vital puede variar de acuerdo a la especialidad, la experiencia, e incluso las propias creencias. Por eso, Saralegui apuesta por romper el hielo con el paciente mientras este se encuentra en una fase estable de su enfermedad. “En los servicios de Atención Primaria se da una buena situación para hablar con calma con el paciente sobre sus inquietudes, valores…. A veces da reparo hablar por temor a entristecer al paciente, pero por nuestra experiencia es al revés. El paciente, de alguna manera, está esperando ese momento. Hasta el punto de que mejora la satisfacción con esa visita al médico. A partir de ese momento, las decisiones se toman de una manera más tranquila y el médico tiene más seguridad”.

Según Saralegui, disponer de un documento de estas características permite que la relación entre médico y paciente resulte “más intensa” y ayuda a que estos “conozcan mejor su enfermedad y desechen tratamientos que no desean”.

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