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“No ha habido ningún gestor valiente que ha dicho las cuatro verdades”

Luis, Isa, Cristina y José Ignacio, trabajadores de Fagor Edesa en Basauri, ayer en el encierro que protagonizan./EDN

Alberto Uriona

Basauri —

Los más de 200 trabajadores de Fagor Electrodomésticos en su única planta en Bizkaia, en Basauri, están desde la noche del lunes en un encierro indefinido a la entrada de la fábrica en defensa de la viabilidad y sus empleos. En una garita que han bautizado como sala de estar, a media mañana de este martes lluvioso, se reúnen cinco de ellos: Luis, Carlos, Cristina, José Ignacio e Isa, quienes llevan en Fagor Edesa desde hace 13 años como socios cooperativistas. Muchos de ellos han heredado de sus padres. Estuvieron el lunes montando las garitas. La planta de Basauri produce termos eléctricos, uno de los negocios que se consideran en principio viables.

“Este encierro no ha sido nada espontáneo. Cuando vimos lo que se avecinaba, ya montamos distintos grupos de trabajo para manifestaciones, prensa.. que siguen trabajando y con muchas ideas que vamos poniendo en práctica a menudo que salen las malas noticias”, aseguran casi al unísono. Como para muchos otros trabajadores, la crisis, para ellos, viene de lejos. Desde 2008 están en un Expediente de Regulación de Empleo Temporal, aunque en 2006 ya se encontraban en lo que llaman “calendarios a la baja”, con reducciones de horas de trabajo. “No es que se viera venir. Cuando una de las cooperativas va mal, se ayuda para remontar. Siempre ha funcionado así. El problema es que ahora la han dejado caer y no sabemos el por qué. Puede ser un motivo económico o político”, dice Isa.

“A ver desde 2001, veo la misma papeleta en las reuniones, que este negocio pierde este dinero y todos los años ha ido mal. Pero en los años de bonanza se tapado el agujero del negocio que perdía. Veíamos que todos los años seguían perdiendo y comentábamos cómo no se hacía una reestructuración fuerte en esa planta. Mala gestión, si. Ganas de no querer deslocalizar, también. Para salvar el empleo. También han pensado de que iba a remontar”, dice Cristina.

No tienen duda de que a esta situación drástica se ha llegado por mantener los puestos de trabajo. “Pero ahora no se pueden mantener”. “Y el problema están las formas. Que no ha habido transparencia. Eso lo sabemos todos”, tercia José Ignacio.

Carlos, que ha entrado en el turno del encierro a las 3 de la mañana y se va a descansar una vez terminada esta entrevista, se refiere a la polémica compra de la firma francesa Brandt, en la que se sitúa una de las claves para la declive de Fagor Electrodomésticos. “Recuerdo que la compra nos costó paga y media. Entonces se vendía. Pero las ventas empezaron a bajar y en 2008 se fue agudizando, hasta que llegas a pérdidas de 89 millones de euros y no puedes aguantar. Cuando perdías 20, 30, decías que cortábamos un poco y nos ayudaban. Y ha ido esto como una bola de nieve. Mires donde mires, todos son problemas”.

La compra en Francia supuso la absorción de 5.500 trabajadores, “que no eran socios”, resalta José Ignacio. “Mantener 10.000 personas con el sueldo de 2.000 no se puede sostener”. Luis comentó que esta operación coincidió poco después con el reventón de la burbuja inmobiliaria “y ya nos pilló que estás metido hasta el cuello”. Aseguran que los competidores están en una similar situación. “Hemos caído nosotros”, señala Isa, “pero los otros no están en mejor situación”.

Y la actitud que ha tenido la dirección tanto de Fagor Electrodomésticos como del Grupo Mondragón entra de lleno en este coloquio. “Han fallado. No han sido capaces de coger el toro por los cuernos”, afirma Carlos. “Se les ha escapado de las manos”, dice José Ignacio. Relatan la crisis de la rama productiva de frigoríficos, que “un año perdía 7 millones, otro 12, luego 17. Y había que tomar la decisión de reubicar a 300 compañeros”. Pero, asegura Luis, el resto de cooperativas “ponían pegas para acogerlos. ¿Cómo ibas a hacer así un plan de reestructuración? Tenían que haber absorbido en esos años de bonanza. ¿Por qué no se presionó desde la dirección de Fagor a las demás empresas para que lo hicieran? Se quiso mantener aquí el trabajo porque no se podía dejar en la calle a esos 300”.

José Ignacio asegura que, desde 2001, cuando entraron en Fagor Edesa, la rama de frigoríficos “siempre daba pérdidas. Vamos arrastrando desde allí”. “Pero eso es una estrategia de empresa”, interviene Isa. “Podíamos haber dicho que no. Teníamos que tener cuota de mercado en todo, las gamas bajas, media, que es donde sacamos dinero, y la alta. La compra de Brandt fue para vender a los ricos. De hecho los chinos ricos solo quieren las marcas altas como Fagor”.

“No ha habido trasparencia”, reitera José Ignacio. “El 99,99% nos enteramos por las noticias de la deuda multimillonaria de Fagor Electrodomésticos. Nunca se nos ha dicho la cifra”. Cristina es categórica: “Yo vengo aquí a poner tornillos. Si me dicen que el cielo es verde me lo tengo que creer”, afirma, en alusión a las operaciones estratégicas. “Quien es el guapo que hace seis años, cuando las cosas iban bien, se planta en una asamblea ante 1.800 tíos que dice que va a cerrar [la rama de] frigoríficos. Se monta la del 15 de mayo”. “Las cuentas no se han hecho bien. No se ha querido deslocalizar y ya está”, añade Cristina.

“El núcleo de la cooperativa, de que todos somos iguales, eso se perdió hace tiempo”, lamenta Luis. “El modelo cooperativo tiene muchas ventajas, mucho más que una sociedad anónima”, agrega Cristina. “En 2009, con una sociedad anónima, ya no estábamos aquí, estábamos en casa”. “No ha habido ningún gestor valiente que en 2008 dijo que frigoríficos se cierra. Incluso antes. No ha habido ningún valiente que se ha plantado delante de la asamblea y ha dicho las cuatro verdades”.

Isa pone un símil. “Esto es como una madre de familia con varios hijos y uno drogadicto. Y los otros le dicen que le deje de lado. Para la madre, es su hijo”. Niegan cualquier falta de solidaridad en el resto de cooperativas, porque han bajado sueldos y han dado ayudas. Los 200 de Basauri tienen el mismo rango de cooperativistas que los otros 1.600 de las otras cuatro fábricas en Euskadi, todas ellas en Gipuzkoa. Pero la diferencia es que las cotizaciones son de la Seguridad Social (los otros 1.600 lo perciben del fondo del grupo cooperativo) y temen que se queden los últimos en las posibles soluciones. “Primero van a solucionar a los que tienen que pagar ahora todos los meses, no a nosotros que nos paga la Seguridad Social”.

Pese a todo, siguen optimistas. “Seguimos pensando con ganas de seguir trabajando. Esto se tiene que arreglar. Que luego no sale, ya veremos”. Y la situación personal. “Todos tienen hijos e hipotecas. Algunas son situaciones dramáticas”. Cristina relata que su hermana, trabajadora también en Basauri, “es el único sustento de la familia”. Y luego el temor a que se pueda ver perjudicado incluso su patrimonio. “Ese es el miedo que tenemos. La deuda [de Fagor Electrodomésticos] se nos puede imputar a nuestros bienes personales. La ley no lo deja claro”, señala José Ignacio. “Tenemos claro que nuestras familias es lo primero. Que eso les quede claro. Como dice la Belen Esteban, por mi hijo mato”.

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