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El hundimiento del “Cutty Sark vasco”

El Antxustegi es el pesquero de bajura en madera más antiguo de Euskadi.

Natalia González de Uriarte

“Podría ser el Cutty Sark vasco”. El apego hacia el buque, ese vínculo especial nutrido tras décadas recorriéndolo de proa a popa y curando sus heridas, le empuja a Xabier Laca, uno de los antiguos propietarios del Antxustegi, a ensalzar la embarcación con un entusiasmo inusitado. Salvadas las distancias- el Cutty Sark es uno de los últimos veleros de tipo ‘clipper’ del siglo XIX conservado en dique seco y el Antxustegi es una bonitera de madera, prototípica de la pesca de bajura, diseñada y construida en 1958- la comparación no es decabellada. El valor patrimonial y etnográfico del emblemático barco es indiscutible.

Diversos expertos así lo atestiguan. La pérdida del Antxustegi resultaría irreparable. Juan Antonio Apráiz investigador y divulgador de patrimonio marítimo y pesquero asegura que es único en su especie, “único dentro de su tipología y último de su época”. Y esas cualidades no pasaron desapercibidas para el Museo Marítimo Ría de Bilbao, que lo incorporó a su plantel de estrellas. Ha lucido su casco, cubierta y mástiles de madera junto a otros lustrosos ejemplares como el remolcador-aljibe, Auntz y otros de gran envergadura. En dique seco, en la explanada exterior del museo, ha estado expuesto y abierto al público desde el 2003, año en que se inauguró. Los años a la intemperie, sometido a drásticos cambios de temperatura -40 en verano y 2 bajo cero en invierno en ocasiones- y de humedad y la incidencia de la lluvia, han dejado a la embarcación muy dañada.

Según un informe de Azti-Tecnalia casi el 75% del casco y de su cubierta de madera presentan degradaciones por pudrición irrecuperables. El estudio concluye que el emplazamiento no era el adecuado pero esa argumentación no exime de culpa al museo que lo ha custodiado durante estos años, a juicio de la familia Antxustegi. “Solo se pintó una vez en diez años. Es vergonzoso. A los donantes no se les estropeó durante 40 años de despiadada mar y a un museo la he bastado menos de una década para echarlo a perder”, revela Xabier Laca, que ha acudido al Parlamento vasco para intentar que la sentencia de muerte que pesa sobre el buque se paralice.

10.000 euros anuales en mantenimiento

Laca señala como responsable del estado del Antxustegi al museo Naval y es rudo en su relato. Negligencia, mentira, fraude, dejadez institucional son parte de las expresiones que menciona Laca en su exposición sobre lo ocurrido con la embarcación. “Hemos sido duros, sí. Los de la mar somos duros, no nos andamos con ‘txikitas’ y más cuando el tiempo corre en contra del Antxustegi. Las palabras hieren muy poco comparado con las acciones. No tenemos ni un derecho sobre el barco como familia pero sí como ciudadanos. Somos albaceas de muchas otras voces que salen en defensa del barco y por eso nos manifestamos con contundencia”.

El museo sostiene que del 2003 al 2012 han empleado 10.000 euros al año en el mantenimiento de la bonitera. Pero el estado al borde del colapso del buque pone en entredicho para algunos la labor del museo. “Es evidente que las labores de mantenimiento han sido escasas y nada profesionales; que las reparaciones y restauraciones han sido unos parcheados sin sentido de programa de restauración museístico alguno. Se afirma que en 2009 se cambió la madera de casi toda la cubierta barco debido a su mal estado. Entonces la pregunta es cómo podía estar en tan mal estado si se venían invirtiendo 10.000 € al año desde el 2003”, se cuestiona Xabier Laca.

Salvar al barco de la segunda tentativa de desguace

La orden de descatalogación-desaparición debido a su avanzado estado de deterioro se hará efectiva en breve. Mientras llega, la familia Antxustegi, se deja el aliento para recabar apoyos para prolongar la vida de su antigua embarcación. Quieren que sea reparada a pesar del elevado coste de la operación. “Esperamos que sea el último informe que tengamos que realizar antes de salvar el Antxustegi de la segunda tentativa de su desaguace, pero estamos dispuestos a continuar, a realizar todo lo legítimo y necesario donde cívicamente haga falta”, declaran en el dossier de más de 30 páginas que han elaborado sobre la evolución del barco desde cedieron la bonitera al museo.

“Durante siglos no hemos sido capaces de conservar ninguna embarcación tal y como lo han hechos otras cultura marítimas. Hoy tenemos la oportunidad de recuperar algunas de nuestro pasado más reciente, las construídas en madera. ¿Seremos capaces de no cometer los mismos errores”, señala el investigador Juan Antonio Apráiz al estudiar la historia de la bonitera de Ondarroa y añade que el patrimonio es “como una herencia; la recibimos de nuestros mayores y hay que mimarlo, conservarlo, mejorarlo si se puede, ampliarlo para transmitirlo a las generaciones venideras. No se puede tirar ni perder”, insiste en un intento de variar el trágico destino decretado para del Antxustegi.

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