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“No hay acto que justifique tantísima crueldad por parte del pueblo israelí”

Luis Merlo.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

El actor Luis Merlo, que está de gira en Euskadi con la obra “El Crédito”, reivindica su derecho como ciudadano a alzar la voz contra decisiones gubernamentales que rechaza y advierte de que el Gobierno del PP no va a conseguir silenciar ni a los ciudadanos ni al sector cultural. “Es increíble la manía que nos tiene a los actores”, lamenta. Merlo no es nuevo en el negocio. Tras más de treinta años saltando de teatro en teatro y conquistando al público con sus afamados papeles televisivos en “Aquí no hay quien viva” y “El Internado”, conoce bien el gremio. Afirma que en las actuales condiciones, “castigados con el IVA cultural más alto de Europa, es muy difícil, casi un milagro, crear proyectos meditados, solventes y maduros”. Además de repasar la complicada coyuntura que atraviesa la profesión, lamenta “el sufrimiento y la poca felicidad que percibe entre la sociedad”. En su conversación con el diarionorte.es se ha detenido también a censurar la masacre en Gaza. En este asunto, a su juicio, no caben medias tintas: “No hay acto que justifique tantísima crueldad por parte del pueblo israelí”, sentencia.

En la obra que estos días exhiben en los teatros de las tres capitales vascas interpreta a un hombre que pide un crédito y no se lo conceden. Se trata de una situación muy común hoy en día, ¿usted la ha vivido?

Sí claro, eso nos ha pasado a todos. Es la excusa de Jordi Garcelán para crear una comedia desternillante. Consigue convertir en comedia algo poso susceptible de serlo. Le niegan el crédito porque el único aval con el que cuenta es su palabra. Entonces el lanza una amenaza al director de la sucursal, amenaza que nada tiene que ver con la violencia y que nadie se espera. Se genera a partir de ese momento una situación completamente verosímil pero completamente disparatada. Es cierto que se incluyen referencias al presente, por la situación con la que comienza la obra, pero no trata de la crisis, trata de un viaje de dos personas.

Entonces no es una comedia banal, deja poso e invita a la reflexión, ¿no?

Es una comedia con contenido, a mí nunca me ha gustado la comedia de burla sino la que contiene cierta inteligencia. Y ésta lo es. La mejor prueba es que es muy difícil que a un actor por una comedia le den un premio tan prestigioso como el Valle Inclán que ha recibido Carlos Hipólito.

¿Aprovechan para criticar a la banca?

La banca siempre es criticable pero no se centra en eso. La reflexión final es que nos empeñamos en planificarlo todo sin contar que la vida también tiene planes para nosotros. El personaje de Carlos Hipólito cree que lo tiene todo bajo control y de repente llega una persona y se lo desmonta.

Dados los tiempos difíciles que vive la sociedad, ¿se busca lograr una catarsis en el espectador, que la butaca se convierta en el diván del psicólogo?

Pienso que la literatura, el cine, cualquier tipo de comunicación no puede dejarte indiferente. De esta función la gente sale habiendo reído mucho y con mucha energía y sale hablando de la obra y continúa hablando de la obra. La función se alarga, no acaba cuando baja el telón.

Se le echa de menos en la televisión. ¿El sentimiento es recíproco ?¿Añora usted la pequeña pantalla?

Hay un momento, sobre todo ya a mi edad, en que hay que elegir. He sido muy feliz haciendo Aquí no hay quien viva, haciendo El Internado pero no podía ni he querido nunca dejar mi carrera de teatro. Y sí lo añoro, pero después de esos dos personajes tan bonitos solo haré televisión cuando considere el proyecto que me ofrecen es tan atrayente como los de esas dos series.

¿Qué es lo mejor y qué es lo peor de trabajar en televisión?

En un teatro, aún en uno grande, llegas a mil y pico personas. Con la televisión una noche te pueden llegar a ver, seis, siete, ocho millones de personas. Eso es hermoso. Y más con un personaje como Mauri, que ha generado una percepción muy distinta con respecto a las personas que tiene una elección sexual diferente a la de la mayoría. Contribuir a eso también ha sido muy bonito. En cuanto a lo peor, vivir situaciones muy estresantes para poder compaginar dos medios que se enfrentar en los horarios. Solo hay una fórmula para combinar el plató y las tablas y consiste en robarle horas al sueño. Dormía en el coche, en los viajes. Llego un momento en que sentía que no estaba rindiendo ni en un sitio ni en otro. Hoy en día no se puede quejar uno porque tenga trabajo pero, tanta prisa, esa sensación de que no llegabas, no la quiero repetir. Haré televisión cuando no esté haciendo teatro.

La televisión está al alcance de todo aquel que pueda permitirse un aparato, pero consumir cine o teatro se han convertido en un lujo debido a su elevado precio. ¿Se está maltratando a la cultura con las últimas medidas adoptadas como la subida del IVA?

Hay datos objetivos indiscutibles. El del IVA cultural español confrontado con el del resto de Europa, incluso con el de Grecia, lleva a una única reflexión: aquí pasa algo. Loa actores, como todos los gremios, nos adaptamos a tener que ganar menos como lo estamos haciendo. Pero lo que es muy difícil, con un IVA cultural del calibre que tenemos, es ofrecer un teatro como, por ejemplo, el de Larrañaga. Crear proyectos muy meditados, solventes, con madurez es verdaderamente difícil en esas condiciones, casi un milagro. Hay todo un entramado inmenso dentro del mundo de la cultura, en el que incluyo al espectador, afectado por esas medidas.

¿Qué consecuencias tiene para la sociedad que se consuma menos cultura?

Puede parecer muy frívolo mi comentario, pero yo lo que veo es muy poca felicidad en la sociedad. Muy poca alegría. Recuerdo un comentario de un amigo economista que me dijo hace poco que los mendigos cada día van mejor vestidos. Uno puede aceptar y asumir que está viviendo en un país en crisis pero lo que no se puede hacer es proselitismo de cara a unas nuevas elecciones diciendo que empezamos a mejorar. Seguimos estando mal.

¿Más allá del entretenimiento, el teatro, el arte, la cultura tienen alguna misión?

Conmigo sí ha cumplido una misión. Han conseguido un cambio. A mí me han despertado un deseo, el de ser mejor persona y me provoca inquietudes; darme cuenta que vivo en sociedad y tengo compromisos como ciudadano hacia ella y debo colaborar. A mí todo eso me lo ha dado la sensibilidad de la cultura, la sensibilidad del arte. No solo sirve para disfrutar, pasar un buen rato. La definición de cultura que manejan algunos políticos es muy limitada. La subestiman y la frivolizan. No se entendería el mundo de igual forma si no tuviéramos la música que podemos escuchar, la pintura que podemos ver, la literatura que podemos leer y todo eso es arte y cultura. El arte tiene nunca ventaja maravillosa, no tiene ideología. Uno se emociona con la música independientemente del partido político en el que milite o al que vote, pero esa música necesita de ser creada a base de cierto apoyo porque el músico también come, paga la luz y le lleva tiempo y esfuerzo el componer. No lo hace solo por amor al arte. Yo no tenía muy clara la repercusión de lo que estaba haciendo, porque me parecía pretencioso hasta pensarlo, pero una mujer se me acerco un día después de una función y me dijo: “te doy las gracias. Hace dos años una persona muy querida para mí se mató en un accidente de tráfico y es la primera vez que me he reído desde entonces”. Eso es algo muy importante y eso es apolítico.

No le hemos visto entre los firmantes del Comunicado de la Cultura contra el genocidio palestino, que ha desencadenado un aluvión de reproches por parte del lobbie judío de Hollywood. ¿No lo ha suscrito?

No, pero estoy aterrorizado. No hay justificación posible. Yo comprendo que el Holocausto fue uno de los hechos del siglo XX más cruentos pero ya está bien. ¡Es terrorífico! No hay acto que justifique tantísima crueldad por parte del pueblo israelí.

En esta como en otras ocasiones en las que el mundo de la cultura se ha posicionado sobre un tema de actualidad le han llovido las críticas. Les acusan ciertos dirigentes populares de inmiscuirse en asuntos ajenos a su trabajo. ¿Cómo le sientan estos comentarios?

¡Cómo se puede decir eso y quedarse tan tranquilo! Es algo que me asombra. Una de las personas que lo dijo que fue Esperanza Aguirre. Recuerdo que declaró que no le pagan para que la critiquen. Mire señora, miren señores, les pagan para que les aplaudan o les critiquen, como los actores, porque trabajamos, ellos para el ciudadano y nosotros para el público. Pero hay una diferencia abismal entre nuestro trabajos: el nuestro no tiene repercusiones personales para el país, el de ellos sí. ¡Es asombrosa la manía que nos tiene los políticos del PP a los actores! Yo además de actor soy ciudadano y como tal tengo derecho a opinar sobre lo que me dé la gana. No nos van a callar ni a los unos ni a los otros. Tengo todo el derecho a opinar y ustedes, por su mayoría absoluta, a hacer lo que quieran pero no tienen derecho a intentar silenciarnos.

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