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El lehendakari apela a “trabajar” para verificar el desarme “antes” del 8 de abril

Iker Rioja Andueza

Si la secretaria general del PSE-EE, Idoia Mendia, y el PP entienden que el acto social del 8 de abril en Baiona que dará carta de naturaleza al desarme de ETA es poco menos que “folclore” o propaganda para dulcificar un derrota operativa, el lehendakari, Iñigo Urkullu, se ha cuidado de no usar esas expresiones. Sin embargo, sí ha manifestado su deseo de “trabajar” para que el proceso, al que ha dado un barniz de histórico al ser ETA la “última banda terrorista autóctona de la Unión Europea”, quede atado y verificado “antes” de esa fecha para que sea irreversible y completo.

“Lo importante es que se proceda a un desarme que sea completo, unilateral, legal, verificado y sin contrapartidas, lo importante no es si estará o no el lehendakari o el Gobierno vasco [en Baiona]”, ha afirmado Urkullu este lunes en su primera rueda de prensa abierta a preguntas de los periodistas desde que trascendió la fecha fijada por los intermediarios de ETA para la entrega de las armas y en la que no ha quedado del todo claro si asistirá o no a la localidad vascofrancesa.

Según el lehendakari, que está ejerciendo de “puente” entre los intermediarios de ETA y el Gobierno central, para que el objetivo del desarme llegue a buen puerto “todavía hay que trabajar”. “Este proceso necesita de discreción, hay que trabajar antes del día 8 de abril”, ha repetido en varias ocasiones el presidente vasco, que en ningún momento ha entrado en detalles sobre las actuaciones concretas que está llevando a cabo su equipo en este proceso más allá de señalar que están haciendo “todo lo que está en su mano”.

Significativamente, si en su primera declaración institucional tras conocerse el desarme Urkullu apeló a la “altura de miras” de España y Francia, este lunes ha ofrecido una opinión mucho más matizada. Urkullu se reunió en secreto con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, incluso antes de que se hiciera pública la fecha elegida por los intermediarios de ETA, los autodenominados “artesanos de la paz”. Fue su primera cita tras tres años de distanciamiento.

De nuevo apelando a la “discreción”, Urkullu no ha dado detalles de la cita ni de la 'hoja de ruta' de España en torno al final de ETA. Eso sí, no ha habido reproches para el Ejecutivo del PP ni llamamiento a la “altura de miras”, ya que parece haber un diagnóstico común en torno a “cuáles son las característica del desarme”, básicamente que existan garantía legales y que no se destruyan pruebas para resolver atentados terroristas que están pendientes, más de 300. “Entiendo que todos deseamos que la última organización terrorista autóctona de la Unión Europea deje de existir”, ha manifestado el lehendakari.

Ni siquiera las palabras de Alfonso Alonso, que llamó al propio Urkullu “portavoz de ETA” por mantener sobre la mesa un plan de acercamiento de presos terroristas, parecen enturbiar la voluntad del Ejecutivo vasco de ser “leales” e ir de la mano en este proceso. “Es una cuestión zanjada. Está zanjado”, ha dicho el dirigente del PNV aludiendo a una conversación telefónica con Alonso en la que corrieron un tupido velo sobre esas declaraciones.

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