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“Hemos vivido pendientes de captar recursos y no de estar con la sociedad civil”

Eduardo García Langarica, presidente de Medicus Mundi España, durante la entrevista.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

El alavés Eduardo García Langarica ha sido elegido recientemente como nuevo presidente de Medicus Mundi España, una Oraganización No Gubernamental (ONG) que cumplió el año pasado 50 años de historia. Son más de 1.300 proyectos de cooperación los realizados hasta ahora en 60 países del sur, sobre todo en el ámbito de atención primaria de salud: Educación para la salud y prevención, provisión de alimentos y nutrición adecuada, asistencia maternoinfantil y planificación familiar, inmunizaciones, prevención y tratamiento de enfermedades endémicas locales, prevención y tratamientos de enfermedades prevalentes, suministro de medicamentos esenciales....Una trayectoria que muestra la solidez de esta ONG, que, sin embargo, sufre las apreturas generalizadas de todas las organizaciones dedicadas a la cooperación al desarrollo. García, quien es médico de familia en un centro de salud de agurain (Álava), se ha propuesto volver a conectar a su ONG con la movilización de la calle. “Las ONGs de cooperación al desarrollo hemos vivido pendientes de captar recursos y no de estar con la sociedad civil”, reconoce.

Ahora se cumplen 20 años de la gran movilización social a favor de ceder el 0,7% del presupuesto público a proyectos de cooperación. ¿Qué ha quedado de aquel espíritu?

Salvando las distancias, aquello fue un precedente del 15 M. Queda la idea que si la gente se moviliza en favor de cosas justas se pueden conseguir. Mucha gente se unió a las ONGs, se produjo un auge de estas organizaciones y la cooperación se empezó a conocer en España. Queda esa conciencia de que España es un país que tiene que hacer cooperación y de que no es una política prescindible.

En la actualidad, la ayuda a la cooperación apenas roza el 0,2% a nivel estatal. ¿Se está asistiendo a una voladura controlada de la política de cooperación por parte del Gobierno del PP?

Está claro. El PP lo considera una política prescindible y pretende enfrentar a los pobres de aquí con los de allí. Ahí no tenemos que entrar. Medicus Mundi defiende que la cooperación es algo que hay que hacer para que mundo de verdad sea justo. Al Gobierno actual no le interesa y se ve tanto a nivel general como en el caso particular de Vitoria, donde el Ayuntamiento cerró la ayuda a la cooperación. Es algo que no entra en la ideología del PP. Para recortar, quitar la cooperación es como si para adelgazar uno se corta el pelo. Es tan poco, que no supone ningún tipo de ahorro esos recortes. El problema reside en la ideología.

Los gobiernos autonómicos, como el vasco o el navarro, tampoco escapan a esos recortes en las políticas de cooperación. La coordinadora vasca denunciaba hace unas semanas los recortes encubiertos que está realizando el Ejecutivo de Vitoria.

Sí. En realidad, todos los gobiernos están realizando la misma política neoliberal que impone recortes sociales. Que en realidad no son necesarios. En lugar de mirar los gastos debería mirar cómo mejorar los ingresos. Existe una ley vasca que fija el 0,7% como obligatorio para 2015 y no se va a llegar. Nos vamos a quedar en Euskadi en un 0,4%. Eso es lo que se presupuesta, pero lo que se ejecuta siempre es menor. Sin embargo, hay otros departamentos en los que se presupuesta una cantidad y a mediados de año se inyecta más dinero porque no llega. No es el caso de la cooperación al desarrollo.

Las ONGs de cooperación al desarrollo han sido criticadas por su ausencia en la gran movilización cívica y social que recorre España en los últimos años. ¿Comparte esas críticas?

Las ONGs de cooperación han muerto de éxito. Como había fondos nos hemos ido centrando en lo nuestro. Hemos estado más pendientes de nuestros proyectos y de captar recursos para ellos que de lanzarnos a la calle con la sociedad civil. Nuestra función parecía que éramos nosotros mismos, mantener las ONGs. Nos hemos centrado en conseguir nuestros proyectos y como a veces es tan difícil gestionarlos, con eso casi no teníamos tiempo para más. Con el paso de los años se ha producido una clara desmovilización y en las ONGs quedan voluntarios y algunos profesionales que viven de esto. Como hay menos dinero, nos hemos centrado en mantenernos nosotros en lugar de mirar el origen del problema. Es algo que hay que cambiar. Debemos ser otro movimiento social más, que defienda la justicia y tenemos que participar con el resto de movimientos sociales. Medicus Mundi lleva 50 años defendiendo el derecho a la salud, pero no podemos defender el derecho universal a la salud en Mozambique y no en España. No podemos callarnos y evitar la crítica política a un Gobierno que no está haciendo las cosas bien. Es algo que no hemos hecho hasta ahora. Las ONGs están reflexionando hacia dentro para ver cómo se integra en los demás movimientos sociales.

“Lo justo era repatriar al religioso con ébola”

¿Es posible que las ONGs de cooperación puedan ser independientes de la Administración?

Los fondos procedentes de la administración son fondos de todos, públicos. No hay que perder esa perspectiva. Tenemos que ser críticos, crear conciencia y si hay que meter el dedo en el ojo al Gobierno lo haremos. Por ejemplo, con sus recortes en el derecho a la salud.

Además de la cooperación e intervenir en los casos de catástrofes humanitarias, las ONGs también denuncian la violación de los derechos humanos. Son un testigo incómodo para muchos gobiernos.

Tenemos una vertiente de denuncia y otra de realizar cosas prácticas que ayuden a las personas que lo están pasando mal. Si no denunciamos, no atajamos las causas. Si no vamos a las causas que provocan las injusticias y la desigualdad, ¿cómo vamos a solucionar los problemas?

En caso de catástrofes como la del ébola, ha quedado claro que solo las ONGs se encuentran a pie de campo, frente a frente con el problema.

La epidemia de ébola lleva desde diciembre, pero Europa se ha enterado cuando ha empezado a descubrir que también hay personas blancas infectadas. Lo importante para cualquier epidemia es que hay un servicio público de salud básico en cada país. Y eso no existe en África. ¿Si se tenía que repatriar o no al religioso Miguel Pajares? Si en otros casos se ha hecho, como con los secuestros de cooperantes o de marineros, ¿por qué no se iba a repatriar ahora? Lo justo era traerlo a España.

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