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“La ciudadanía está decepcionada con la política, pero si la abandona la debilita aún más”

Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política de la UPV/EHU.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

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Alfredo Retortillo, profesor de Ciencia Política en la Universidad del País Vasco y miembro del equipo promotor del Euskobarometro, es consciente de la creciente desafección ciudadana hacia la política. “La política ha perdido el poder”, advierte con resignación ante el acoso de mercados y empresas transnacionales. Pero alerta de que si los ciudadanos terminan por dejarla de lado, la debilitarán aún más, con consecuencias impredecibles. “La política se mueve en márgenes cada vez más estrechos. La Unión Europea es el único actor capaz de competir en un mundo tan globalizado”.

Pregunta. ¿Qué se juegan los ciudadanos en las elecciones europeas?

Respuesta. La UE es importante. El Parlamento europeo cada vez tiene más poder y fuerza, más capacidad de decidir. En estas elecciones, además, configura quien va a ser el presidente de la Comisión europea

P. Pero la sensación en la calle es que la política en la UE la marcan los jefes de gobierno de los principales países europeos.

R. Más que en los jefes de gobierno, focalizamos en los estados más poderosos. Los ciudadanos siguen sin percibir que el Parlamento europeo como tal tiene un papel relevante en las decisiones que se toman después. El problema es que arrastra un déficit, no solo porque esté lejos, sino que se percibe como poco relevante a la hora de decidir la política. La UE ha logrado más relevancia de la que tenía. La gente sabe que hay políticas que afectan a su día a día que las decide ella, no el gobierno de su país.

P. Pero la figura del europarlamentario resulta lejana y poco creíble

R. Así es. Si el Parlamento tiene poca relevancia, los europarlamentarios acaban por contagiarse. En la campaña actual participan, pero durante los cinco años anteriores no se les ha visto el pelo. Ahora salen todos los días, pero en cinco años no se les ha visto atender a nadie de aquí, ni a ciudadanos, periodistas u organizaciones….El parlamentario debería estar aquí también para que dé la sensación de que la política se hace de abajo hacia arriba.

P. Si cuesta tanto convencer a la ciudadanía de lo importante que es Europa es que algo no se está haciendo bien.

R. De una forma desgraciada, pero la gente ya es consciente de que algunas políticas no se deciden en Euskadi, ni en España. Se deciden en el ámbito europeo. La política global precisa de actores fuertes y ese actor fuerte es la Unión Europea. España, y mucho menos Euskadi, ya no es un actor suficiente y la gente se da cuenta de ello. Hemos probado por las malas las políticas que se deciden en el ámbito europeo. Una cosa es que la gente se percate de cómo afecta a su vida el proyecto europeo y otra que los partidos convenzan a la ciudadanía de que el Parlamento europeo es muy importante a la hora de establecer esas políticas. El problema no lo tiene Europa, lo tiene el Parlamento porque ha pintado muy poco en la confección de las políticas. Otro problema fundamental es que la UE perdió perfil con la ampliación que hizo a lo bestia, al pasar de 15 a 27 países en muy poco tiempo.

P. Tampoco ayuda el que los partidos se muevan en la campaña en clave nacional.

R. Las elecciones son como una reválida de política interna. Pero una cosa es que hagan eso los electores y otra que los partidos acaben quitando relieve también al Parlamento europeo porque hablen de cuestiones locales. Los partidos nacionalistas, especialmente, acaban vinculando las elecciones europeas al papel de Euskadi. Así no se le da relieve al Parlamento europeo.

“No da igual quien gobierne”

P. ¿Está calando la percepción de que es lo mismo gobierne quien gobierne?

R. Desde luego que no es igual. Los márgenes en los que se mueve la política no son tan anchos como creemos. ¿Qué le ha ocurrido a la izquierda abertzale, un movimiento antisistema hasta hace cuatro días, cuando ha llegado a las instituciones? Pues que hay cosas que no puede hacer de la noche a la mañana, no puede forzar cambios así como así. Hay márgenes estrechos y si a eso le sumas que todos dependen de otras instituciones de las que no tienen control, los márgenes son demasiado estrechos. Si se desenfoca esta visión puede parecer que da igual quien gobierne, pero no es verdad. Al PP se le acusa de abusar de la mayoría absoluta para imponer leyes que no gustan a la sociedad. Si partimos del esquema estrecho de que la política lo puede hacer todo y en cinco minutos, nadie puede acusar de nada al PP. Pero no es así y todos los partidos anuncian que cuando cambie el gobierno van a modificar esas normas.

P. Esos márgenes son cada vez más estrechos debido a la forma de actuar de lo que se conoce genéricamente como los mercados.

R. Claro. La política se ha quedado sin el poder, lo ha perdido. Si el poder se traslada de las instituciones políticas a los mercados, se queda sin nada. La ciudadanía está decepcionada con la política, pero si la abandona, la debilita aún más.

P. La desafección ciudadana hacia la política amenaza con convertirse en algo estructural. Los políticos se han convertido en una de las principales preocupaciones para los ciudadanos.

R. Todo son problemas; los políticos, los sindicalistas, los medios de comunicación, los abogados…..Cuando la gente dice que los políticos son un problema piensa en los ‘otros’, a los que no vota. Solo piensa en los malos, no piensa en el concejal que le ha podido resolver un problema. El problema de la política es que la democracia se ha quedado sin la protección del estado-nación y, por lo tanto, se ha vuelto débil. Si las multinacionales se convierten en un agente que puede competir con los estados-nación porque imponen determinadas regulaciones, la democracia corre peligro. Y con la globalización económica este fenómeno ha ido a peor. Ahí es donde entra la UE, una estructura más poderosa que puede enfrentarse a un mundo global y recuperar el poder para la política. La desafección ciudadana viene del hecho de que la política no puede resolver los problemas porque cada vez es más débil.

P. La corrupción tampoco ayuda a los políticos a recuperar la credibilidad.

R. La corrupción hace daño, pero lo más grave es percibir que la política no tiene capacidad de decisión. Lo que pasa es que resulta muy espectacular hablar de corrupción, vende mejor que describir cómo se toman las decisiones en el Parlamento europeo. La exigencia que plantearía a los partidos es que extremen las precauciones y castiguen al máximo a los corruptos.

P. Es decir, más transparencia.

R. Los partidos deben imponer un castigo ejemplar. Deben creer realmente en la transparencia. Es la labor fundamental de las administraciones, pero es una asignatura pendiente. Algunos ponen empeño, pero la sociedad también debe estar mirando. A veces, el espacio de sombra lo genera una ciudadanía muy poca activa, poco controladora, que solo actúa cuando está hasta las narices. Y parece que a partir de ese momento nos encontramos como en el salvaje oeste, sin leyes de ningún tipo. Por eso no hay que esperar a que se agote la paciencia.

P. Hay ciudadanías y ciudadanías, cuestión de educación y poso democrático.

R. No es lo mismo la ciudadanía en Alemania que en España. La cuestión no es ocupar la plaza, la cuestión es ser consciente del control diario. Por ejemplo, la multa por las vacaciones fiscales. El tema no es qué institución va a pagar; la cuestión es que es el dinero de los ciudadanos. Venimos de una sociedad pasiva y el aprendizaje de control hacia las instituciones lleva su tiempo. Es necesario hacerlo de manera regular.

P. La sociedad funciona con un esquema de dientes de sierra.

R. Debe funcionar como una suave pendiente. La labor ciudadana consiste en mantener la tensión de una manera regular.

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