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Los pasos de Otegi en la cárcel

Arnaldo Otegi comparece ante la Audiencia Nacional en el proceso de las Herriko Tabernas. /EFE

Aitor Guenaga

Bilbao —

Arnaldo Otegi lleva en la cárcel desde el juez Baltasar Garzón ordenó su prisión preventiva el 16 de octubre de 2009 por el caso Bateragune, la refundación por parte de ETA de su mundo político tras la ilegalización de Batasuna. Desde entonces, muchas cosas han cambiado en Euskadi. La organización terrorista ETA decidió en octubre de 2011 el cese definitivo de sus actividades, como antesala de una disolución que aun no se ha producido. La izquierda abertzale, junto a otras formaciones del polo soberanista como EA, volvieron a las instituciones. Primero en las última elecciones municipales y forales -con la marca Bildu- y, después, en octubre pasado al Parlamento vasco con la coalición soberanista EH Bildu.

Unos pocos meses antes, en junio de 2012, el partido político Sortu, heredero de la izquierda abertzale y cuyo secretario general es precisamente Otegi, fue legalizado por el Tribunal Constitucional en una votación muy ajustada. El Alto Tribunal resolvió que ese partido, que en sus estatutos condena la violencia, no podía ser considerado como sucesor de Batasuna, en contra de lo que había determinado un año antes el Supremo. El entonces lehendakari, Patxi López, declaró que la decisión judicial hacía “legal”, lo que ya era de hecho una realidad política: que buena parte de los consistorios guipuzcoanos y su diputación estaban en manos de la nueva izquierda abertzale.

Con la sentencia de legalización en la mano, el abogado Iñigo Iruin recurrió en amparo ante el Tribunal Constitucional para pedir la libertad del líder más caristmático que ha tenido la izquierda abertzale en los últimos años. Pero en todos estos meses Arnaldo Otegi ha seguido encadenado a un número: el 871960510. Y su situación dentro de la prisión no ha cambiado. Muchos son los que le han visitado en todos estos años en la cárcel de Logroño, incluído el hombre que actuó como emisario del Gobierno en las conversaciones con ETA, el todavía presidente del PSE-EE, Jesús Eguiguren. Y aseguran que está fuerte y motivado.

Es verdad que los sucesivos recursos han permitido variar la intensidad de la pena inicial de Otegi. Fue condenado por la Audiencia Nacional a diez años de cárcel, al igual que Rafa Díez Usabiaga, líder entonces del sindicato LAB, por el caso Bateragune. La sentencia consideró probado que a través de la actividad que realizaron entre 2008 y 2009, cumplían las instrucciones de ETA, y que Otegi y Usabiaga, además, “ostentaban la categoría de responsables y promotores” de una novedosa estructura (Bateragune) que trasmitía las directrices de la cúpula etarra. Pero el Supremo rebajó en mayo de 2012 a seis años y medio la pena al considerar que sí debían ser condenados por su pertenencia a ETA, pero no en calidad de dirigentes. En aquel juicio, Otegi aseguró ante el tribunal que la izquierda abertzale se había separado de la estrategia militar de ETA, una estrategia, dijo entonces, que les “sobra y estorba”. Estas inéditas palabras de Otegi, que llenaron los titulares y los informativos del día, las pronunció en julio de 2011 en su último turno de palabra en el juicio por la reconstrucción de Batasuna bajo la marca Bateragune. La Audiencia Nacional le condenó igual. Tres meses después, ETA ordenaba el cese definitivo de su historia de terror, chantajes y asesinatos.

En la tregua de 2006, en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, el mundo político de Batasuna fue advertido del riesgo que había de que todos acabaran en prisión si el proceso se arruinaba. Lo sabía Otegi, que se sentaba en las conversaciones politicas en Loiola junto al PSE y al PNV, y lo conocía también Rafa Díez Usabiaga. El bombazo de la T-4, en diciembre de 2006, segó dos vidas y arruinó el proceso negociador. Fue cuestión de tiempo y de oportunidad que la policía detuviera a los líderes de Batasuna. Así se inició el caso Bateragune, que mantiene a Otegi en prisión. En el mundo de la izquierda abertzale no son pocos los que piensan que Otegi está pagando el atentado de la T-4.

Pero la rebaja de la pena abrió una nueva expectativa de liberación. Precisamente al tener cumplida la mitad de la condena, y sin entrar en el fondo de recurso presentado ante el Constitucional por su última condena, se abre la puerta a que Otegi pueda salir en libertad provisional mientras se resuelve el fondo recurso de amparo que tras la legalización de Sortu presentó la letrada Jone Goirizelaia. Con un escueto, “conforme se solicita por la parte actora, fórmese la correspondiente pieza separada de suspensión” de la condena, el Tribunal Constitucional ha iniciado con su providencia el camino para una posible salida de la cárcel del preso 8719600510.

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