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“Los recortes en ayuda al desarrollo afectan a los más vulnerables; mujeres, refugiados e infancia”

Inma Domínguez, en la sede de la coordinadora de ONGDs en Bilbao.

Aitor Guenaga

Mila Domínguez (Bilbao, 1967) es una de las portavoces de Coordinadora de ONGDS de Euskadi, que agrupa a 82 asociaciones dedicadas a la cooperación al desarrollo con más de 110 sedes implantadas en Euskadi. Ha estado trabajando sobre el terreno hasta tres meses en zonas de Perú o del Salvador con mujeres y población indígena en la amazonía. Pero ahora se enfrenta a otros problemas: entre ellos destaca la influencia negativa que los que los recortes presupuestarios están teniendo en la ayuda al desarrollo “con la excusa de la crisis”. “¿Dónde está ese compromiso de las instituciones cuando en realidad es un tema básicamente político, porque la cooperación no resuelve un presupuesto, ni lo hace caer?”, se pregunta Domínguez.

Entre la falta de recursos públicos y la excesiva burocracia de las instituciones que trabajan en este campo, la cooperación al desarrollo en el País Vasco está perdiendo una de sus señas de identidad: la continuidad en los proyectos. “El compromiso de las instituciones debe servir para que los proyectos sean sostenibles en el tiempo, de forma que puedan ser transformadores de la realidad”, explica.

La crisis se ha llevado por delante los fondos públicos para la cooperación al desarrollo. ¿Ha sido realmente “la excusa”, como han asegurado desde la coordinadora?

Si se hubiesen respetados los porcentajes se entendería que en una situción de crisis bajen el dinero porque hay menos presupuesto. Lo que no se entiende, y por eso hablamos de que han tomado la crisis como una excusa a nivel político, es que hayan bajado los porcentajes porque eso no tiene ninguna lógica. Y han bajado mucho, y ahora recuperar esas dotaciones presupuestarias cuesta mucho.

Las instituciones y los partidos siempre plantean lo importante que es el cumplimiento de la ley. La Ley de Cooperación al Desarrollo, aprobada en 2007, es clara en esta materia: marcaba para 2012 el compromiso de destinar el 0,7% de los presupuestos de las instituciones públicas a cooperación.

La ley sigue sin cumplirse y la excusa de nuevo fue el tema económico. El problema es que las instituciones no han llegado al 0,7% nunca. Cuando casi han llegado, como el caso de la Diputación de Bizkaia, que en el 2008 estaba en un 0,74, lo usaron de baluarte: de repente hicieron un campaña con el 0,7, cómo estaban alcanzando esas cifras y los años siguientes no dejaron de bajar hasta llegar al 0,28% en 2013. Y como ellos, todas las instituciones. Y la que ha llegado y ha sido referente, como el Ayuntamiento de Gasteiz, empezó con los altibajos hasta quedar desmantelada la cooperación. ¿Dónde está ese compromiso cuando en realidad es un tema básicamente político, porque la cooperación no resuelve un presupuesto, ni lo hace caer? Es tan poco lo que supone en los presupuestos totales.

Efectivamente, en términos absolutos estamos hablando de casi cinco millones en el caso de la diputación de Bizkaia.

Es una tema político. ¿Cuáles son las personas beneficiarias de cooperación? Están lejos, no protestan, no van a salir a la calle. Y la gente que estamos trabajando y apoyando la cooperación tampoco somos una voz tan alta y cualificada como para condicionar esas políticas presupuestarias.

De hecho, planteaban que es un error ese debate, que también se ha reproducido en relación con la RGI, de priorizar a los pobres autóctonos o “de aquí”, frente a los de fuera.

Es que es una idea y un planteamiento terrible: ¿dónde está el límite de eso, quiénes son los de aquí, y luego qué hablamos de priorizar a los pobres de Bilbao frente a los de Sestao? ¿Dónde ponemos el límite ahí? Es una injusticia total hablar de que existen diferentes desigualdes, unas mayores que otras. En una sociedad no podemos priorizar y hacer distenciones entre personas. Es una vara de medir a las personas muy difícil de aceptar.

Y el PP lo ha usado aquí: ahí esta Javier Maroto con las ayudas a la RGI.

Es un discurso muy fácil, agresivo y que llega a un sector de la sociedad, aunque sea pequeño.

Bueno, ¿no tan pequeño, no?

En el conjunto es un sector pequeño. Luego hay gente que puede apoyar determinadas cosas, pero en la totalidad es pequeño. Depende cómo se lo vendas. Pero ahí estamos, en intentar concienciar a la sociedad, que no se queden en lo trivial. Cuando intentamos crear una sociedad más justa, cuando hay recursos para las personas más necesitadas aquí, cuando se parta de una igualdad real es cuando todos vamos a vivir mejor realmente. Lo otro es mentira.

Los recortes en las ayudas públicas a la cooperación al desarrolo ya está teniendo efectos concretos: cada vez hay menos proyectos en marcha. De la medida de proyectos que había en el 2010 (25,7 proyectos) se ha pasado en 2015 a 15,1.

Primero porque ha habido menos recursos. Queremos que las instituciones colaboren para alcanzar el 0,7% porque es un deber y un derecho. Y nuestra base social no es tan potente como para poder sufragar unos proyectos tan importantes, que además no serían sostenibles. El compromiso de las instituciones debe servir para que los proyectos sean sostenibles en el tiempo de forma que puedan ser transformadores de la realidad. Al haber menos recursos institucionales caen los proyectos y, además, se puede trabajar en menos zonas del mundo e incluso con determinadas sociedades locales no se puede trabajar.

Afecta a una de las señas de identidad de lo que ha sido la cooperación al desarrollo en Euskadi: la continuidad de los proyectos.

Es que eso marca qué proyectos se pueden realizar y qué tipo de cooperación existe. La que se hacía en Euskadi era una cooperación transformadora, ahora si no tienes los recursos, pues por ejemplo no es posible hacer proyectos transformadores con la comunidad en equidad de género, con los hombres trabajando la nuevas masculinidades, con las mujeres, todo eso lleva mucho tiempo. Construir un pequeño botiquín puede ser sencillo, pero si no hay continuidad igual al final no tienes ni gente formada para poder llevarlo en el tiempo, etc.

¿El eslabón más débil es de nuevo el de las mujeres?

Siempre el eslabón más débil es el de la mujer. En el momento en el que los procesos de equidad se ven tocados, con presupuestos de menos tiempo, sin que esté asegurada la continuidad del dinero, hay procesos relativos a la equidad de genero y de empoderamiento de las mujeres que no se van a poder llevar a cabo porque son más largos en el tiempo.

Hay datos casi inexplicables, como el caso de la cooperación en Gasteiz: se ha pasado de ser punteros en toda España con un 0,9% a desmantelar casi por completo (0,06%) los fondos para el desarrollo de los países empobrecidos.

No solo era puntero en el 0,7%, sino en el tipo de cooperación que hacía, porque se reunía con cada organización que presentaba los proyectos, miraba los proyectos uno a uno con detenimiento, preguntaba por ellos, con continuidad. De repente estos desmantelamientos con el personal técnico tan cualificado que tenía, es terrible. Y que se use de arma política un sistema de cooperación que funcionaba tan bien, pues la verdad duele.

Y cuando se lo habéis planteado al PP o al propio Maroto, ¿qué respuesta habéis obtenido?

No se ha querido reunir con nosotros. Así como el resto de fuerzas políticas siempre han estado dispuestas a reunirse, y el PP en Bizkaia también, en Álava no.

El problema de esta regresión es que afecta a las personas más pobres de la tierra y las condena a la vulnerabilidad. Sobre todo en las zonas que se han abandonado en continentes como África o Asia.

Indudablemente, los recortes afectan a la infancia, a las mujeres, a las personas refugiadas, están afectando a colectivos muy vulnerables y a zonas en las que de otra manera, sin la cooperación, es difícil llegar. Se han dejado de hacer proyectos en el Congo, en India, etc.

Pero esos recortes también afectan a los países desarrollados: a la inmigración que viene hacia el norte, al debate que ahora tiene la UE en relación con las cuotas de refugiados que cada país está dispuesto a aceptar. No es algo ajeno, ni mucho menos lejano.

Lo que estamos haciendo aquí en el norte influye en lo que ocurre en otras zonas del mundo. Hay culpables de lo que está ocurriendo en las zonas más desfavorecidas: sabemos que hay empresas, las grandes multinacionales, los bancos... Nuestra forma de vivir está haciendo imposible la vida en otras partes del mundo. Y cuando hay conflictos encima no les queremos recibir aquí. Todo está relacionado. Incluso los proyectos de sensibilización en nuestros países para que esto cambie se han reducido. Y todo el mundo que trabaja sobre el terreno nos lo dice: `esto no tiene solución mientras no cambiéis la forma de vida que tenéis en el norte´.

Son críticos con la excesiva burocratización de determinadas instituciones y organismos, como la Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo. ¿Cuáles son esos problemas que, además, les restan recursos y energías?

En general, todas las convocatorias son complicadas, pero las de la Agencia especialmente: tienes que presentar muchos papeles, una convocatoria muy costosa para no saber si al final lograrás el proyecto. Todo ese lleva un trabajo inmenso, tanto de las sociedades locales, como las organizaciones aquí. Luego las justificaciones son muy exigentes. Son exhaustivas.

Pero eso es bueno en aras a la transparencia y el buen uso de los fondos públicos.

Claro. Y defendemos la transparencia completamente, estamos dispuesto a auditorías, pero se llega al absurdo a veces cuando echan para atras determinadas justificaciones porque no sé que sello se tiene que poner en una factura en el lado izquierdo y está en el derecho, o estar a vueltas con la Diputación de Bizkaia con una justificación de 0,35 euros porque no había forma humana de pagar eso porque Hacienda no lo consideraba una deuda; ¡No te puedes hacer a la idea el esfuerzo en tiempo y en gasto de energías que implicaron esos 0,35 céntimos! Cuando las organizaciones estamos como estamos, con reducciones de jornada, menos recursos, que te vengan con una factura de un ejercicio cerrado que no acaba de cuadrar no tiene sentido. Que no es que no haya factura, que la tienes, incluso a veces han ido a ver el proyecto en cuestión, ¿hace falta todo eso? Sinceramente creemos que hay formas para solucionar esto sin que tengamos que estar todo el rato entre papeles. Realmente de todas las ONGs que están trabajando, ¿cuántos casos salen de perversión económica? Son poquísimos.

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