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Microacuerdos, matices y deslegitimación de ETA

Aburto afirma que las víctimas "de cualquier tipo de violencia" deben de ser "punto de encuentro y no de confrontación"

Aitor Guenaga

Al secretario general de Paz y Convivencia, Jonan Fernández, le gustan las cosas pequeñas. También en la manera como el Gobierno vasco debe abordar su política de memoria con la violencia que ha azotado a Euskadi en los últimos 50 años. Su plan de Paz está trufado de la idea de los microacuerdos. Consensos básicos para hacer una valoración crítica del pasado, acuerdos básicos para que en el presente el fin de la violencia de ETA “no suponga pasar página sin clarificación, reconocimiento, ni crítica explícita sobre lo sucedido” y para el futuro un compromiso socioeducativo para construir la convivencia y “evitar cualquier vulneración de derechos humanos y fenómenos de violencia de cualquier tipo”.

Por eso Jonan Fernández al tomar la palabra el viernes pasado en el acto celebrado con los alcaldes vascos del PNV, EH Bildu y PSE-EE para promover actos de memoria en sus respectivos municipios valoró la reunión como un paso más en esa dirección. Un paso pequeño porque en las conversaciones previas que se habían mantenido con el representante de los regidores de EH Bildu, el alcalde de Renteria, Julen Mendoza, la Secretaría de Paz y Convivencia albergaba la esperanza de que el mundo de la izquierda abertzale fuera más allá de lo expresado en la intervención de Mendoza. Pero la máxima en el equipo que rodea a Jonan Fernández es no echar en saco roto ningún avance, por pequeño que este pueda parecer. Es tiempo de matices, dicen.

“Estamos en el momento de los matices. Ya no es tiempo ni de los discursos de brocha gorda, ni de los grandes titulares”, se afirma en el equipo de Jonan Fernández. Y por eso valoraron como positiva la intervención del alcalde de Irun, el socialista José Antonio Santano, y su reconocimiento de que todas las víctimas, independientemente del origen de la violencia que las convirtió en víctimas, deben ser reconocidas y reparadas. Y creen que ahora se abre un camino en el que lo importante son las personas a las que se va a reconocer en los diferentes municipios donde se organicen actos de memoria (hasta ahora solo se han celebrado este tipo de reconocimientos en 22 de los 251 pueblos que tiene Euskadi): el guardia civil asesinado por ETA, el simpatizante de la izquierda abertzale asesinado por los GAL... Esa es la hoja de ruta que se vislumbra desde la Secretaría de Paz y Convivencia, y ahí se tienen que retratar todos los partidos con representación en los ayuntamientos donde se vaya a realizar este tipo de actos de reconocimiento a las víctimas de la sinrazon.

En los días previos a la celebración de la cita con los alcaldes, el lehendakari tuvo que calzarse las botas y el mono de trabajo para evitar que la convocatoria pudiera derivar en un enfrentamiento entre los partidos (incluído el PP, que no fue invitado a la cita porque no tenía ningún alcalde entre los 130 municipios en los que se han producido asesinatos de ETA, de contraterrorismo o por abusos policiales). Con su carta a las direcciones de los principales partidos -incluído el PP de Arantza Quiroga- quería de alguna manera equilibrar un formato que dejaba fuera a uno de los partidos que más concejales ha tenido que enterrar por el terrorismo etarra. Y de paso ir también preparando la celebración, lo más unitaria posible, del Día de la Memoria, que tendrá lugar el próximo 10 de noviembre en un clima abiertamente preelectoral y con la incertidumbre de Cataluña en parte resuelta, al menos en su vertiente de mayorías o minorias independentistas.

Urkullu también valora los tímidos pasos que se van dando en el mundo de la izquierda abertzale. Pero es mucho más exigente. De ahí su reclamación de una “memoria crítica” y del reconocimiento del daño causado por el terrorismo etarra, paso que ese mundo se resiste aún a dar. Y lo es todavía más con la organización terrorista ETA y su desesperante bloqueo al desarme y posterior disolución, a la espera de los cambios que se puedan producir tras las elecciones generales de diciembre en La Moncloa y las posibles nuevas mayorías en el Congreso de los Diputados.

Por eso en su intervención Urkullu apelaba, no a los matices, ni a los microacuerdos, sino a la necesidad de dar grandes pasos. Y uno que le queda dar a la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA es reconocer que matar estuvo mal y gritar “ETA mátalos”, también. “Es necesario avanzar. Habremos dado un gran paso cuando todas y todos coincidamos en reconocer la injusticia de la violencia que han padecido las víctimas producidas por ETA y organizaciones similares”, planteó el lehendakari este viernes. Y por eso incluyó también en su discurso el denominado 'suelo ético' -algo en lo que coincidió con José Antonio Santano- y en un principio que es el único en el que se han puesto de acuerdo las cuatro grandes familias politicas en Euskadi: “La paz y la convivencia requieren el reconocimiento de la injusticia de la violencia, el reconocimiento del daño causado y la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del derecho a la verdad, la justicia y la reparación” (14 de marzo de 2013).

Urkullu aspira al reencuentro de las cuatro familias políticas de Euskadi el próximo 10 de Noviembre, Día de la Memoria, en torno a la idea de una “memoria crítica y constructiva”. El PP ya le ha dicho al lehendakari que equiparando violencias no se van a encontrar. Y los socialistas creen fundamental el trabajo pendiente en favor de la deslegitimación del terrorismo.

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