Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

¿Qué saben de historia los jóvenes?

Juan Sinisio Pérez, de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Eduardo Azumendi

“Estamos acostumbrados a vomitar la Historia en las aulas y lo único que conseguimos es aburrir a los alumnos. Obligarles a memorizar contenidos que un día después del examen han olvidado”. Esa es la preocupación que mostró uno de los profesores de Historia que ha participado en el simposio ‘¿Qué saben de su historia nuestros jóvenes?’, organizado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda. La sensación que prevalece en la mayoría de los alumnos de que la asignatura de Historia se traduce en una sucesión de fechas y de memorización de unos acontecimientos relevantes carcome a los docentes, quienes se ven impotentes por la ‘dictadura’ de la Selectividad, que establece los contenidos que han debido estudiar los alumnos.

Así, queda poco margen para la introducción de novedades pedagógicas que hagan más entretenidas las clases, como los debates y la introducción de interrogantes a la hora de enseñar. “El objetivo es mostrar a los alumnos perspectivas distintas y no una visión única de la historia. Debe ser una enseñanza crítica que les pueda servir para los que pueden ser de derecha o de izquierda. Una persona dogmática no es crítica, ni de derechas ni de izquierdas”, resalta Rafael Valls, de la Universidad de Valencia.  

Para Juan Sinisio Pérez, de la Universidad de Castilla-La Mancha, los estrechos límites en los que se mueve la impartición de la asignatura es un problema de “organización pedagógica” que “pasa con casi todas las asignaturas”. “¿Hasta qué punto hay que replantearse el Bachillerato para que los alumnos piensen, razonen y no tengan que aprender solo de memoria conocimientos que después vomitan en el examen? Es un dilema sobre cómo hacer la enseñanza de algunas materias. Es un debate didáctico, que se arrastra…..desde hace siglos”.

Según Sinisio, es importante que los alumnos tengan unas referencias y sepan colocar los hechos históricos cuando ocurrieron, pero “lo importante del historiador es enseñar a los alumnos el cambio, como constante de todo proceso histórico. No hay nada eterno en la historia, ni hay dogmas ni naciones eternas, ni instituciones eternas. Todo es una construcción humana que se puede cambiar. Se trata de enseñar el cambio como motor de la historia”.

Los jóvenes acuden a los institutos con más información que antes sobre el pasado. “ Son  conocimientos dispersos, una mezcolanza de cosas que se le han ido sumando: desde lo aprendido en Bachillerato, lo que han visto en la televisión, lo que les han contado sus padres y lo que han leído. Es importante que el historiador marque el territorio de lo que científicamente fue el pasado con rigor, que no sea una selección sectaria ni cerrada, que conozcan identidades de todo tipo. La historia es cambiante, no hay dogmas y en ese sentido los chavales llegan con conocimientos estáticos, con  sus propios esquemas de cómo fueron las cosas. La tarea es explicar que esos esquemas se pueden cambiar”.

Profesores plurales

Profesores plurales“Los profesores”, añade, “somos plurales, nadie es homogéneo. Hay leyes que obligan a enseñar unos contenidos y existen una serie de obligaciones. Es un terreno dificultoso, pero se puede enseñar que la historia es el cambio, que todo está en nuestras manos y se puede construir la historia de forma plural”.

¿Y cómo se enseña la Guerra Civil? “En este caso, se solapa la historia de lo que pasó en la Guerra Civil con la historia del sufrimiento. El sufrimiento de un bando y de otro, llegan problemas de recuerdos, derecho al olvido, al perdón, las emociones y se trasciende de la historia al paso de la ciudadanía donde se debe llegar a consensos. Pero el profesor en clase debe seguir explicando quién fue el responsable de ese trauma: Franco”.

 

Etiquetas
stats