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La sanidad vasca enseña sus costuras

Envases de 'Sovaldi', un fármaco contra la hepatitis C.

Eduardo Azumendi

Hace un par de meses diagnosticaron al padre de Javier Rodríguez un cáncer de pulmón con metástasis en el hígado. Tras realizarle las pruebas pertinentes, los médicos concluyeron que padece un tipo de cáncer de pulmón que se puede tratar con un medicamento llamado ‘Crizotinib’, que no es quimioterapia y que “mejora de manera notable la calidad y la esperanza de vida de este tipo de enfermos”, asegura Rodríguez. El problema para su padre es que el Hospital Universitario de Álava (HUA), su centro de referencia, le ha remitido al protocolo para este tipo de casos. Y el protocolo marca que debe tratarse con quimioterapia.

“A la dirección del Hospital Universitario de Álava la calidad y esperanza de vida de mi padre no le importa. Le ha negado el tratamiento, entre otras cosas, porque es un tratamiento caro: cada pastilla tiene un coste de 100 euros. Y se deben tomar dos pastillas al día. En su lugar dicen que se inyecte quimioterapia. Y si sobrevive a dicho tratamiento, entonces ya verán”. Esta es la queja de Javier Rodríguez, quien recuerda los “más de 50 años de cotización de su padre a la Seguridad Social”. “Y todo, ¿para qué? Pues para que cuando mi padre necesite de la Seguridad Social, esta le deje morir”.

El caso del padre de Javier Rodríguez muestra las costuras del sistema sanitario, ya muy expuestas a raíz de la guerra abierta por el tratamiento a los enfermos de hepatitis C. Una enfermedad que ha sorprendido a la sanidad de los países occidentales en el momento de mayor estrechez económica. Y la sanidad vasca no escapa a esta situación. La dirección del HUA asegura que el tratamiento médico adecuado para el padre de Javier es la quimioterapia, aunque “segundas y terceras opiniones médicas le hayn recomendado las pastillas”. Y los enfermos de hepatitis C se han visto expuestos a un dilema parecido: hasta el punto de que la terapia con el famoso ‘Sovaldi’, en el que los enfermos de hepatitis C depositan sus esperanzas de curación ya que se le atribuye más de un 90% de éxito, puede superar los 25.000 euros.

El guipuzcoano Jesús Giné es una de las caras visible de los enfermos de hepatitis C en Euskadi. Ha empezado a ser tratado con ‘Sovaldi’ después de más de un año de espera. Él va a ser uno de los primeros enfermos de la comunidad autónoma en recibirlo. Giné lleva 20 años diagnosticado de hepatitis C y ha sido trasplantado de hígado por una cirrosis, pero la enfermedad cada vez ha ido a peor. En su momento ya le hablaron del ‘Sovaldi’, pero era “una medicación muy cara”, según recuerda en unas declaraciones a la agencia Efe.

Igualdad ante la ley

Un año después, Giné ya ha empezado el tratamiento. Pero en el camino aún quedan muchos enfermos para los que el tiempo corre en su contra.

Más suerte ha tenido una joven que sufre la enfermedad de 'Lyell', una sequedad ocular severa que le provoca queratitis, úlceras corneales e infecciones oculares si no se administra un determinado medicamento cada dos minutos, lo que le cuesta 300 euros mensuales. Ese medicamento se llama Viscofresh 0,5 (lágrimas artificiales). El problema es que se encuentra excluido de los fármacos financiables por la sanidad. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha obligado a Osakidetza a financiar el medicamento a la enferma y le ha censurado por denegarle el tratamiento con el argumento de que no figura en la lista de las medicinas que se pueden sufragar con dinero público.

El reproche del Superior tiene su origen en que Osakidteza sí financia, en cambio, ese mismo medicamento cuando un paciente padece sequedad ocular causada por el 'Síndrome de Sjogrën'. Es decir, Osakidetza se negó a pagar la medicación con el pretexto de que no figura en el catálogo de fármacos financiables para determinadas enfermedades, aunque sí se paga para otras. Para la Justicia, esta interpretación es “contraria al principio de igualdad”. “La paciente tiene derecho a obtener la prestación farmacéutica correspondiente a su padecimiento”.

Cierre de camas

La Asociación por el Derecho a la Salud-Osalde muestra su preocupación por la insistencia de la administración en “transferir a los grupos sociales con más problemas”, los efectos de la crisis, como el copago farmacéutico, el copago de medicamentos hospitalarios o el copago en el transporte. Juan Luis Uría, presidente de Osalde recuerda que “los países que mejor han aguantado la crisis son los que cuentan con una sanidad y educación bien financiada”.

Aunque reconoce los esfuerzos del Gobierno vacso por paliar los efectos del copago farmacéutico, el proceso para recuperar las ayudas está “plagado de burocracia”. “Ahorrar con los tratamientos de los enfermos es el chocolate del loro. Si los enfermos no reciben los medicamentos adecuados o los más eficaces, al final se multiplican las visitas a los especialistas y los gastos hospitalarios”.

Uría pone el ejemplo del cierre de camas hospitalarias en determinadas épocas del año como una “clara muestra de mala gestión”. “Digan lo que digan, se hace por ahorrar no por una cuestión de planificación. Cualquier gerente de un hospital normal, del partido que sea, sabe que si hay un pico de gripe el centro y las urgencias se van a saturar. Pero claro, abrir más camas significa contratar personal de refuerzo y las indicaciones son las de ahorrar ¿Si funiona bien Osakidetza? Pues más o menos, pero no se puede permitir que haya 20 camas en un pasillo porque se cierra una planta para ahorrar”.

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