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El secreto del éxito crowdfunding: que no tiene reglas

Las plataformas de crowdfunding permiten invertir en startups a través de Internet.

Eduardo Azumendi

El crowdfunding avanza imparable como forma de financiación alternativa a la tradicional de los bancos, centrada en las iniciativas más innovadoras y originales. Así, ¿Cuál es la clave de su éxito? “Se ha conseguido un auténtico mercado de crowdfunding que no tiene nada que ver con el mercado tradicional bancario ¿Su éxito? Que no tiene reglas. Ni los inversores, ni las plataformas ni los creadores. Esa es la paradoja”. Es lo que asegura el Catedrático de Derecho Financiero de la Universidad de Bolonia y uno de los mejores especialistas en la materia, Adriano Di Pietro.

Los datos oficiales de 2016 muestran que en el mundo se recaudaron 35.000 millones de euros, 6.000 de ellos en Europa. Se trata de una fórmula va creciendo, aunque en su vertiente de préstamo. Ya supone casi la mitad del negocio. Según Di Pietro, la banca tradicional tiene problemas en apoyar esas iniciativas originales porque “exige garantías patrimoniales, o de desarrollo futuro de la inversión que los proyectos innovadores no garantizan. Al sistema financiero tradicional no le gusta el riesgo”.

Di Pietro, quien ha participado estos días en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco, ha destacado las dos modalidades del crowdfunding. La económica, que tiene como objetivo un “nuevo desarrollo económico” y la ‘donativa’, la de los viejos mecenas que no piden ningún tipo de rédito a cuenta y que mantienen su participación en el proyecto aun después de que se haya convertido en una realidad. “Mantienen su confianza en el producto y no venden sus participaciones”.

Los dos casos tienen en común que se encuentran en el mercado gracias a las campañas que realizan las diferentes plataformas a través de internet, que son las que dieron pie a un mercado real. “Los anuncios que alguien particular podría hacer antes han pasado a convertirse en una oferta que pone en relación al creador del producto con el posible inversor. Han dado el paso de una relación bilateral a una multilateral de mercado”. Estas plataformas organizan campañas para presentar el producto en cuestión, su idoneidad y sus posibilidades. Lo hacen tanto ante los inversores como a los gestantes del negocio. Por eso, las plataformas son como empresas que cobran su comisión.

Las formas de inversión son distintas. Se puede participar en el accionariado ofreciendo un préstamo tradicional o para obtener una situación de prevalencia cuando el producto sea una realidad emergente. Di Pietro también recuerda a los ‘donantes’ que no buscan réditos en su inversión, aunque también admite que puede existir la voluntad de sustituir los impuestos fiscales por las donaciones, aduciendo “el bien para la comunidad”.

Problemas jurídicos

Entonces, esta situación crea problemas jurídicos porque no hay nadie que reconozca los derechos de los inversores, ni se califica la gestión de las plataformas. “¿Por qué un inversor apuesta por el crowdfunding? Nadie lo sabe. No hay ningún régimen fiscal específico. Se aplica el ya existente porque no hay por dónde pillar a ninguna de las partes. Si es inversión, es inversión, si es préstamo es préstamo o si es donación, es donación”.

Además, si no hay normas, ¿quién identifica al inversor? ¿Es un intento de blanquear dinero? Por otra parte, Di Pietro apunta que el creador del producto o servicio se ve obligado a dar muchos detalles de su proyecto para hacerlo atractivo. “Quizá demasiados ¿No se puede acabar con la protección industrial, sencillamente porque le pueden copiar la idea?”, se pregunta.

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