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¿Montoro sabe jugar a los barcos?

El ministro Montoro tiene en sus manos el futuro del sector Naval. /EFE

Aitor Guenaga

Bilbao —

Como si de una particular carrera de obstáculos se tratara, el futuro de los astilleros españoles va sorteando, no sin dificultad, los problemas que se le han ido presentando desde que siete Estados de la Unión Europea obligaran a la Comisión a poner la lupa sobre el sistema de ayudas 'tax lease'. Y ahora que la decisión del colegio de comisarios -tras varios borradores que han ido cambiando sin que nadie, ni siquiera el comisario Joaquín Almunia, haya dado explicaciones convincentes de esas modificaciones- es firme, paradójicamente es España la que debe ordenar el tránsito de la devolución de las ayudas. Así funciona el sistema que vela por la competencia entre los Estados miembros.

No es una mala noticia que sea el Gobierno español el que deba ahora confeccionar la lista de las empresas que han actuado como inversores, sociedades que han propiciado desde 2002 que se construyeran un total de 273 buques con este sistema declarado esta semana ayuda ilegal e incompatible con la normativa europea. Como tampoco es malo que la Abogacía de Estado plantee un recurso ante el Tribunal de Justicia europeo, con sede en Luxemburgo, contra la decisión de la Comisión europea y lo acompañe con una petición de suspensión cautelar de la orden de devolución de esas ayudas.

Todo lo que sea ganar tiempo para el sector y para los que lo dinamizan -armadores, astilleros e inversores- antes de tener que proceder a la devolución de las bonificaciones fiscales -entre un 20 y un 30% del coste de cada buque en la venta directa al armador por parte de las Agrupaciones de Interés Económico, las sociedades que se han utilizado para ejecutar el complejo sistema del 'tax lease'- es una buena noticia. Pero que nadie piense que el Ministerio de Hacienda va a poder retorcer un sistema que está tasado en el tiempo y en la forma. Ya pasó con la devolución de las vacaciones fiscales en Euskadi. Y la resolución, se tuvo que cumplir.

Desde el Ministerio de Hacienda, en manos de Cristóbal Montoro, se avanza que elaborar la lista, conocer exactamente el montante de dinero de la devolución -estimación que ha ido variando desde los 3.000 millones de euros a los 700 una vez que el periodo a computar para devolver las bonificaciones es 2007 y no 2005 como se señalaba en el segundo borrador- no va a ser tarea fácil. Más bien todo lo contrario, afirman. En principio, salvo que se produzca una suspensión cautelar del proceso por parte del Tribunal de Justicia europeo, Montoro debería elaborar la lista y tener el cálculo de las ayudas de las que se han beneficiado los inversores en un par de meses.

Y es ahí donde entra en juego la cintura del Gobierno. Ya no se trata de llamadas teléfónicas o de misivas a las autoridades comunitarias, como se hizo para presionar antes de que el colegio de comisarios adoptara la decisión definitiva. El sector Naval lo que le está pidiendo al ministro Montoro es que actúe de la manera menos lesiva para el futuro de los astilleros españoles. Se lo han recordado los sindicatos, los armadores y también el Foro Marítimo Vasco, por boca de su director Javier López de Lacalle. Unos astilleros que tienen carga de trabajo en sus gradas, que han buscado nichos de negocio innovadores y que se han internacionalizado pese al empuje de los gigantes chino y coreano, ambos países con una cartera de pedidos de 3.612 barcos, frente a los 856 buques de toda Europa.

Las bonificaciones fiscales, salvo que los tribunales lo remedien, se van a tener que devolver. Pero no todo está perdido. La clave la ha dado el propio Joaquín Almunia en varias entrevistas concedidas tras la decisión adoptada esta semana: retornar todas esas ayudas ilegales al sector a través de vías compatibles con la normativa europea. Esa será la clave para que el sector no se resienta y el propio Almunia no pase a la historia como el comisario español que puso en la cola del paro a 87.000 empleos y dio la puntilla a unos astilleros que llevan sudando sangre desde la primera reconversión, allá por 1970. No ha estado nada cómodo en su papel de comisario (malo). Probablemente su actuación en la batalla del carbón entre Europa y España en 2011, con Zapatero de presidente, en la que jugó al límite para salvar el sector, le haya podido pesar mucho.

Ahora, Almunia se desquita frente a los que le han crucificado advirtiendo de que los astilleros españoles tienen futuro y que más de uno se va a tener que “comer su palabras” en unos años. Eso es lo que espera todo el mundo, pero más que nadie los 87.000 empleados que comen a diario de hacer barcos y están hartos de reconversiones y despidos. “Y barcos es lo único que sabemos hacer”, como decían algunos de los trabajadores que se encerraron en La Naval de Sestao la víspera de que Europa pusiera un poco más difícil el futuro de los astilleros españoles.

La cuestión ahora es saber si Montoro sabe hacer barcos o solo jugar con ellos.

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