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“Casi siempre se penaliza a la mujer exitosa”

La investigadora Susana Cristóbal. Foto: Mikel Martínez de Trespuentes

Eduardo Azumendi

La I Jornada Akademe ‘Por una universidad igualitaria’ organizada por la Universidad del País Vasco (UPV) ha servido para poner de manifiesto las dificultades y los obstáculos que encuentran las mujeres para alcanzar el liderazgo en cualquier ámbito, frente al camino más llano de los hombres. La doctora de la UPV y catedrática de la Universidad de Linköping de Suecia, Susana Cristóbal, ha sido una de las ponentes de esta jornada con su conferencia ‘Construyendo líderes tolerantes al fracaso, para ciencia y academia'. Para esta investigadora, cofundadora del grupo europeo de peer mentoring (tutoría entre iguales) para mujeres líderes en ciencia P2P++, resulta “muy difícil” aprender del fracaso, pero si se indaga en él “se puede convertir en un éxito”.

Según Cristóbal, “la persona líder es aquella capaz de comunicar su misión, su objetivo para que otras personas asuman el mismo ideal. Y eso es lo difícil. No se trata de mandar, se trata de hacer sentir la misma pasión por el proyecto que diriges; que el grupo de trabajo la asuma como propia. Pero eso sí, hay otros factores que también influyen, sobre todo si hablamos de una persona excelente en ciencia: el talento, la creatividad, la visión de futuro, la tolerancia al fracaso…. Aunque ser excelente en ciencia no significa ser líder”.

Sobre las diferencias entre el liderazgo masculino y el femenino, la investigadora cree que, en términos generales, ser líder no debería estar relacionado con la cuestión del género. Sin embargo, “el contexto cultural y social marca y condiciona el tipo de liderazgo. Así, existen unas características comunes al hombre y la mujer que en la práctica son gestionadas de manera diferente. Eso es así porque la sociedad interpreta de manera muy distinta la pasión por alcanzar una meta en el hombre y en la mujer. Esa energía está bien vista cuando la mueve un hombre, sin embargo la misma actitud en una mujer tiene una connotación negativa”.

 Junto a ello, las jóvenes de hoy día tienen “pocas adalides a las que seguir y de las que aprender. Además, esos pocos ejemplos nos enseñan que casi siempre se penaliza a la mujer exitosa, y que ellas tienen que demostrarlo no una vez, sino dos o tres. Si me pisotean una idea, da igual porque yo genero ideas. Si me pisan esta, yo tengo otra, y otra, y otra. Pero eso no les ocurre a los hombres, porque ellos pueden vivir de una idea y no tener ninguna más. Por ejemplo, en política, un hombre puede llegar a las altas esferas demostrando que tiene talento; sin embargo, una mujer, además de talento, necesita un currículum brillante”.

Es decir, a una mujer le cuesta mucho demostrar el talento y además tiene que creer en sí misma para caminar y avanzar en este contexto. “Es un camino duro y yo creo que algunas jóvenes no quieren meterse en esta lucha. La sociedad considera que se da igualdad de oportunidades porque existen unas leyes que en el plano teórico ofrecen un entorno de igualdad. Pero, cuando nos acercamos a la realidad y los datos, nos damos cuenta que esa igualdad es aparente. Solo hay que cotejar quienes presentan proyectos de excelencia, quienes alcanzan cátedras. En cualquier valoración, por muy objetiva que quiera ser, al final siempre hay una interpretación subjetiva que inclina la balanza hacia un lado u otro. En este entorno científico tan competitivo la red masculina está más desarrollada”.

Fracaso y éxito

Fracaso y éxitoEn el campo de la ciencia lo habitual es convivir con el fracaso hasta conseguir algún éxito. Saber gestionar esos fracasos es lo que marcan la madera de líder, explica en la revista Campusa, editada por la UPV. “Hay varios tipos de fracaso: el producido por un error que no debiera haber sucedido; el derivado de múltiples factores con poco margen de maniobra; y el fracaso inteligente. El fracaso que sí se asume y se analiza en profundidad, con independencia de las creencias, sirve para crecer. Cuando indagamos en nuestros factores internos y personales de manera sistemática podemos cambiar y convertir el fracaso en un instrumento útil para el éxito. De hecho, del éxito se suele aprender poco”.

¿Por qué es más difícil aprender del éxito? “Porque hay menos capacidad de interpretación. La evaluación es muy general. ‘Tengo éxito. Como siempre'. Parece así de fácil hasta que ya no es ‘como siempre', porque algo iba mal, a pesar del éxito, y no lo has detectado ni analizado. Y esa parte no evaluada ha provocado el fracaso. Ahora bien, ¿por qué creemos que es difícil aprender y asumir el fracaso? Porque se considera que el fracaso es malo y que aprender del fracaso es obvio. Pero no es ni lo uno ni lo otro. La sociedad entiende el fracaso como algo vergonzoso, punible y ocultable. Se ponen en marcha, entonces, mecanismos para no verlo, para desviarlo al exterior. Así, en este contexto es muy difícil aprender del fracaso, aunque esté ligado a la innovación, al riesgo y a la evolución”.

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