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“La mayoría de las mujeres africanas que vivimos aquí desaconsejamos la ablación”

Protesta contra la ablación en Kenia.

Natalia González de Uriarte

Aminata Toure, que lidera desde hace años la Asociación de Mujeres de Mali de Vitoria-Gasteiz, recibe a través de eldiarionorte.es y sin mostrar apenas asombro la noticia del caso de las cuatro hermanas menores de edad y residentes en el País Vasco que han sido sometidas a una ablación del clítoris en un viaje de vacaciones a Mali. Aunque ella confiesa con naturalidad que no se lo haría a sus hijas, no se sorprende por lo ocurrido ya que, según relata, en su país es una práctica tan normal como en éste ponerles pendientes a la recién nacidas. “Es una costumbre más. No se cuestiona ni se pregunta. Lo hacen todos y a las niñas y a los niños. Los abuelos no necesitan el consentimiento de los padres”, aclara Toure. 

Ella lleva doce años en España y reconoce que la estancia en Europa le ha servido para concienciarse y adoptar un posicionamiento totalmente contrario a la ablación. Considera que la mayoría de las mujeres africanas que residen en Euskadi, al menos, las que participan activamente en movimientos asociativos como el suyo, rechazan la mutilación. “Desde hace años desaconsejamos a los padres y madres esta práctica y sensibilizamos para que se vaya erradicando. Aunque está permitido en nuestros países de origen, conocemos las consecuencias que tiene. Ahora vivimos aquí, aquí está prohibido y así debemos cumplirlo”, explica. Aminata Toure revela que convencer a los hombres es más difícil. “Tratamos de hacerles ver que tiene que respetarnos a nosotras y nuestras decisiones y les recordamos que aquí está prohibido y que ahora vivimos aquí”.

“La ignorancia hace mucho daño”

En ese empeño trabaja Mohamed Cisiko, integrante de una asociación formada solo por hombres. “Hay algunos que no lo ven mal. Forma parte de la tradición. Está muy arraigado y es muy difícil luchar esa costumbre. Además muchas mujeres lo hacen a espaldas de los hombres. No se enteran hasta más tarde. Y los pocos que están en contra y se atreven a decirlo, tienen detrás a una madre o a una abuela que llevan interiorizada la práctica y que les insisten en que ha de hacerse”, relata. Cisiko, que colaboraba en Mali con una ONG, considera que el desconocimiento sobre las fatales secuelas y efectos que puede provocar esta mutilación femenina favorece su continuidad durante generaciones. “Allí no saben que pueden morir por una ablación, que pueden desembocar en enfermedades o que puede provocar graves problemas en el parto. Eso no se lo cuentan. La ignorancia hace mucho daño”, concluye.

El Departamento de Salud del Gobierno vasco asegura que “el problema ha aumentado, se ven más casos”. Con datos de 2014, alrededor de 1.063 niñas de un colectivo de 3.600 mujeres originarias de esos países podrían estar en riesgo. “Una parte ya ha sufrido la mutilación”, lamentan desde Salud.

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