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“No tiene que verse como normal que un desconocido te ponga una pegatina en la teta”

Vitoria celebra la bajada de Celedón.

Nacha Abaitua / Iker Rioja Andueza

María y Ana son amigas, cuentan 18 y 19 años y saldrán juntas en unas fiestas de La Blanca que han venido precedidas por una gran polémica en torno al papel de la mujer y al incremento de comportamientos sexistas en la semana grande vitoriana. Las dos hablan claro. Muy claro. “A mí no me importa que me pongan una pegatina en la teta porque, además, cada vez que lo han hecho me lo han preguntado. Es un juego, no hay nada detrás”, dice María. “El problema es que no tiene que verse como algo normal el que se le pegue una pegatina a un desconocido en el culo, en la teta o donde sea”, replica Ana, que matiza que le importa poco si el ‘pulpo’ es hombre o mujer o si la víctima es hombre o mujer. Lo que importa es el respeto.

Jesús Prieto Mendaza (Vitoria, 1957) es antropólogo y trabaja en el ámbito de la Educación. Ha investigado también el comportamiento de los blusas y de las ‘neskas’ en fiestas de Vitoria y tiene experiencia suficiente para concluir que “ahora la mujer es parte activa de la fiesta” frente a unos primeros años en que estaba “subordinada” al padre primero y después al novio o marido. En ese sentido, Vitoria ha dado pasos que aún no se han producido en los alardes de Irún y Hondarribia. Sin embargo, admite que el contexto de “excesos” de alcohol y drogas (un problema del que no se habla apenas en estos días) hace que perviva “la figura del baboso” y, con ella, determinados comportamientos sexistas y homófobos.

Cita que algunas cuadrillas mantienen cánticos contra las mujeres y los homosexuales, aunque cada vez menos, como perviven también determinados guiños a los presos de ETA. El experto reseña igualmente que no todos los grupos de blusas y ‘neskas’ son eso, grupos igualitarios de blusas y ‘neskas’. Aunque en este caso las excepciones se cuentan ya con los dedos de una mano y formalmente, en sus estatutos, ya no hay prohibiciones.

Agresiones verbales

Lo más preocupante para Prieto Mendaza es que “en sectores jóvenes se está produciendo un cierto retroceso” en valores de igualdad“, lo que puede repercutir negativamente en los comportamientos entre chicas y chicos en un marco de fiesta y desmadre. Ana explica que afortunadamente no ha sufrido agresiones físicas, aunque sí verbales: ”Comentarios machistas sí ha habido. Pero, ¡bah!, yo no les doy importancia“. Su amiga María añade: ”Las agresiones no las he vivido ni visto nunca. No creo que estén presentes en mi entorno de fiestas“.

En las reflexiones participa también Álvaro, de 20 años y amigo de ambas. “Las agresiones sexistas siguen existiendo en nuestro entorno desgraciadamente, aunque podemos decir que cada vez hay menos y son menos frecuentes, pero aún hay, así que no podemos sentirnos orgullosos y es algo por lo que hay que seguir peleando”. El movimiento feminista de Vitoria, que ha elaborado un catálogo de medidas preventivas de cara a La Blanca, da por seguro que se producirán asaltos en fiestas como ocurrieron en San Fermín. Siempre quedará la duda de si es que ahora hay más o es que ahora se conocen y denuncian más.

El Ayuntamiento ha elaborado también una campaña. El lema principal es muy simple. No es no. Y la duda también es no. Este año, el tono es mucho más serio después de dos años en los que se hablaba, casi como si fuera un juego, de “lorolapas” o de chicos “100% salados, 0% pulpos”. “Y este año todas las cuadrillas han recibido un curso para que tengan claro que no es no. Todo blusa que se pase será expulsado de la cuadrilla y está claro que los cenutrios se cortan cuando el entorno es agresivo. Los mimbres están puestos para que no haya ningún problema este año”, sostiene Prieto Mendaza. No obstante, matiza que en Vitoria aún no se ha dado el paso de unir a peñas, feministas e instituciones como en Pamplona.

De hecho, el colectivo feminista y la comisión de blusas y ‘neskas’, incluidas muchas mujeres, se enfrentaron el año pasado tras la denuncia de una mujer que se sintió acorralada por miembros de una cuadrilla. El movimiento por la igualdad llegó a cortar el paseíllo, pero no logró todas las adhesiones que esperaba y este acto, uno de los ‘sancta sanctorum’ del programa festivo, llegó a desarrollarse en silencio. Según Prieto Mendaza, “se han llegado a adoptar actitudes del machismo para luchar contra él, lo que es contraproducente”.

Cuadrillas vetadas a las mujeres

¿Y qué opinan los jóvenes? “Cuando el movimiento feminista paró el paseíllo y empezó a agredir a los blusas provocaron lo contrario a lo que querían. ¿Violencia para qué? Si algo no te gusta, no montes escándalo, no vas a conseguir lo que quieres. Grupos como esos nos dejan a las mujeres en un segundo plano”, apunta Ana.

El debate se hace extensivo a la existencia de cuadrillas vetadas para mujeres, a las que se ha amenazado con cerrarles el grifo de las ayudas públicas. “No veo machista que existan cuadrillas masculinas, existen muchas otras cuadrillas en las que quieren a las mujeres. Además que los chicos sólo con chicos tienen un rollo diferente. No es que sea machista ni nada de eso, simplemente disfrutan más así porque aprovechan más, porque desfasan más”, valora María. Álvaro, que ha salido dos años en una de ellas, es de la misma opinión: “No es que nos molesten las chicas. Nos gustan. Lo que pasa es que entre sólo chicos hay otro ambiente”.

El movimiento feminista ha planteado este año actividades novedosas de cara al próximo 9 de agosto. Ha querido reconvertir lo que antes era el ‘Día del Guarro’ en un día dedicado a la igualdad. El plato fuerte, un Celedón en versión transexual, bautizado como Traszeledontzia. Para Prieto Mendaza es quedarse con lo “superficial” en la batalla por la igualdad. “Nos quedamos con lo epidérmico. Hay retos más importantes que hablar de una ‘Celedona’, aunque ya existe la ‘neska’ que acompaña a Celedón ‘txiki’”. Y se pregunta: “¿Acaso es necesario un ‘Marijaio’ en Bilbao?”.

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