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Los trabajadores del astillero vasco La Naval resisten y no firman el ERE que supone su despido

Protesta de los trabajadores de la Naval, en Sestao

Eduardo Azumendi

El último gran icono de la potencia industrial que fue Bizkaia en el siglo XX ya no aguanta. El astillero La Naval, en Sestao, vive sus últimos días si un milagro 'in extremis' no lo remedia. Con más de 100 años de historia (se inauguró en 1916), se acaba de firmar el ERE de extinción para sus 173 trabajadores en la última reunión del periodo de consultas celebrado con la administración concursal. El comité de empresa no ha firmado el expediente, tal y como decidieron los trabajadores por mayoría en una asamblea.

La Naval no ha podido evitar la competencia de los astilleros asiáticos, pero en el ambiente pesa la sensación de que la empresa ha hecho aguas por la mala gestión. La realidad es que entre 2014 y 2017 acumuló unas pérdidas de 145 millones de euros cuando a principios de 2015 estaba construyendo un buque, tenía contratados otros tres y en 2016 se les sumó el ferry encargado por Balearia.

Ahora, una vez firmado el ERE la administración concursal, lo comunicará a la autoridad laboral y asimismo se remitirá a la juez que deberá decidir si lo acepta o no. El presidente del comité de empresa, Juanjo Llordén, cree que el juez lo firmará, con lo que a partir de ese momento, la plantilla estaría despedida. Todo podría ser efectivo en un plazo de 15 o 20 días.

El rescate público está descartado, pero los gobiernos central y vasco trabajan en la búsqueda de un inversor con garantías. Ese inversor se encontrará en una empresa con carga de trabajo, si Van Oord decide finalmente seguir con la draga. El pasivo asciende a 159 millones, pero con 146 millones en activos “tasados”, y otros 12 en derechos de cobro.

La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, asegura que la decisión de los trabajadores de La Naval de no firmar el ERE supone una “dificultad añadida” a la llegada de un inversor que pueda plantear un proyecto de futuro para el astillero vizcaíno. “El proceso en La Naval no es diferente al que ya han vivido otras empresas en Euskadi. Es una tragedia para los trabajadores y para el tejido industrial, pero no es excepcional”, ha añadido.

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