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Más de 12.000 trabajadores recurren a la RGI para completar sus salarios

Eduardo Azumendi

Euskadi no ha escapado al fenómeno de los trabajadores pobres. Aquellos empleados que a pesar de tener un sueldo no pueden llegar a fin de mes. Cada vez son más los trabajadores que se encuentran en esta situación debido a la profundidad de la crisis. En un intento de que no se descuelguen del mercado de trabajo y traten de subsistir solo con las ayudas sociales, la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) cuenta con los estímulos al empleo, es decir, que complementa esos bajos ingresos de los trabajadores. En la actualidad, casi 12.000 trabajadores recurren a la RGI para alcanzar unos ingresos dignos y que les puedan garantizar la subsistencia.

Por ejemplo, un empleado que percibe alrededor de 400 euros y vive solo tiene derecho a un complemento de 570 euros por parte de la RGI, que gestiona el Servicio Vasco de Empleo-Lanbide. Así, al final de mes se puede encontrar con unos ingresos cercanos a los 1.000 euros. En el caso de que fueran dos personas en la familia, la ayuda adicional asciende a 753 euros.

A medida que el sueldo es mayor, el complemento de la RGI desciende. Con 600 euros de sueldo, la ayuda ascendería a 392 euros. La ley establece que aquella persona que ingrese entre 0 y 1.011 euros mensuales netos tiene acceso total o parcial a la RGI y, en su caso, a la prestación de alquiler (250 euros más). Por encima de unos ingresos de 1.011 euros ya no se concede la ayuda, pero sí que se puede solicitar una Ayuda de Emergencia Social (AES) en un momento dado.

De persistir la crisis y mantenerse los altos niveles de precariedad en el empleo, los trabajadores que siguen en el mercado con salarios muy bajos podrían convertirse en los principales demandantes de la RGI en la comunidad autónoma. Es algo que ya contempló el anterior Gobierno de Patxi López, que fue el que aprobó por decreto la posibilidad de complementar los bajos salarios con la RGI. Ahora, los principales colectivos que se benefician de la Renta de Garantía son los jubilados con pensiones muy bajas y las personas sin ningún tipo de ingreso económico.

Al final, de lo que se trata, aseguran los expertos, es de que nadie pueda pensar que le resulta más rentable vivir de las ayudas sociales que trabajando, aunque sea de manera precaria. La proliferación de los contratos temporales e incluso a tiempo parcial han desembocado en esta figura de los trabajadores pobres. Por ejemplo, el año pasado siete de cada diez contratos que se firmaron en Euskadi duraba menos de 30 días. Una situación que obliga a encadenar contratos (en el mejor de los casos) para mantener cierta estabilidad.

“Contrasentido”

Felipe García, responsable de Empleo de UGT-Euskadi, califica de “contrasentido” el hecho de que una persona trabajando tengta que recurrir a la ayuda social para poder llegar a final de mes. “Se está produciendo una perversión en el sistema. Se ha producido una bajada salarial en los convenios con lo que los trabajadores que entran nuevos en una empresa sufren lo que se conoce como doble escala salarial. Los que estaban en plantilla mantienen el salario a duras penas, pero los nuevos quedan muy por debajo”.

Así, García se encuentra con salarios que oscilan desde los 400 a los 600 euros al mes por jornadas de seis u ocho horas. “Esos trabajadores tienen que recurrir a la RGI. La situación es tan grave que puede ocurrir quer al final sean estos trabajadores los más numerosos entre los perceptores de las ayudas sociales”.

La preocupación de García es que está situación se consolide. “Así es imposible que se mueve la economía. Con estos sueldos, por ejemplo, nadie puede aspirar a comprar ni a alquilar una vivienda. Estamos presenciando la creación de un mapa de contratos muy singular, pero muy negativo”.

 

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