Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

“La tradición de mujer cuidadora no la vamos a romper mientras sigamos cuidando”

Patricia Burgo Muñoz

Isabel Otxoa es profesora de derecho del trabajo de la UPV/EHU y miembro la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia. Defiende que el empleo del hogar, el cuidado y los derechos de las mujeres navegan juntos. Pero el avance de estos derechos se encuentra con demasiados obstáculos sociales y laborales.

Otxoa ha participado en la jornada ‘Transición hacia un modelo social justo y sostenible’ donde ha defendido un cambio de modelo social en el que los cuidados no se imputen solo al hogar, y ha advertido de que “hay una necesidad de un desarrollo social enorme en materia de servicios públicos y concertados”.

Pregunta: Usted participa en una jornada en la que se analiza cómo conseguir un modelo social justo y sostenible. En el caso del trabajo del hogar y los cuidados los avances, ya sean sociales o laborales, no han contribuido todavía a dignificar la labor de este colectivo, ¿en qué situación nos encontramos?

Respuesta: La situación es bastante mala porque lo que parecía que iba a ser un cambio que iba a reconocer los derechos laborales se ha quedado en casi nada. Ya la ley que creíamos que podía mejorar las condiciones tenía algunos agujeros. Los datos, por ejemplo de personas ancianas que viven en el municipio de Bilbao, revelan que hay muchas trabajadores internas que conviven con esas personas, y la ley no les reconoce ningún tipo de salario por el trabajo nocturno. Las condiciones teóricas, como tener un contrato escrito de trabajo, un pago documentado mediante nómina… eso son flores, eso no pasa prácticamente nunca.

P: Desde la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia denuncian las irregularidades continuas de las empresas, ¿qué control existe por parte de las instituciones para evitar los excesos a los que se somete a las empleadas de hogar?

R: La Inspección de Trabajo no toma cartas en el asunto. Pero más allá de los aspectos formales la realidad es que hay muchísimas mujeres trabajadoras de hogar que cuidan demasiadas horas al día sin descanso diario o semanal. Muchas mujeres llegan a la asociación en estado comatoso porque tienen una responsabilidad injusta de 24 horas al día, y eso tiene unas consecuencias por ejemplo en la salud, y no existe un control de estos casos.

P: ¿Cree que los avances conseguidos en materia de igualdad se reflejan en este colectivo, o nos regimos todavía por la tradición que sitúa a la mujer en esa labor?

R: Esa tradición no la vamos a romper mientras sigamos cuidando. Es decir, de alguna manera hay que negarse a trabajar en favor de los demás como estamos haciendo. Y en este sentido, también sería bueno que las mujeres nos paremos a pensar a quién cuidamos, cuánto, cómo… porque hay una parte del cuidado que hacen las mujeres que podía convertirse en autocuidado. El hombre al que hay que hacerle la comida, al que hay que recogerle los calcetines cuando los deja tirados, al que hay que airearle la cama ¿es real que hay que hacérselo? ¿no hay una capacidad mucho más alta de resistencia que la que estamos ejerciendo?

P: Entonces ¿la responsabilidad es social o institucional?

R: Hay que reflexionar sobre si en el tema del cuidado y la organización social en torno al cuidado, deberíamos aplicar el lema de ‘menos es más’. Es decir ¿es bueno pensar que el modo de vida de la gente debería ser uno en el que los cuidados permanecen en el área del trabajo no remunerado? Mi respuesta es que en una medida muy importante no es bueno, porque seguiremos siendo las mujeres las que acabemos cuidando. Hay una necesidad de que desarrollo social enorme en materia de servicios públicos y concertados. Porque ¿hasta dónde hay que imputar a los hogares el cuidado de las personas?

Lo que hay que hacer es, a todo lo que denominamos cuidado, delimitarlo y clasificarlo. No todo el cuidado que se realiza en favor de los demás es una deuda que tenemos. Hay que presionar a los servicios sociales. Hay que dejar de sentir que tener una persona a tu cargo es algo que te ha caído del cielo y que qué le vas a hacer.

P: Ya en 2010, antes de los recortes que han afectado a la Ley de Dependencia, usted afirmaba que tanto esta ley, como la de conciliación familiar, son en realidad un paliativo entre necesidades y disponibilidades. ¿Son eficientes estas regulaciones?

R: La ley de dependencia dejaba muchísimas cosas al aire. Podías pensar que la crítica que se le hacía entonces iba a tener cada vez menos sentido porque iba a ir avanzando en la cobertura de situaicones, y lo que ha pasado es lo contrario. Y la ley de conciliación, de la misma manera, no cubre muchas situaciones. Sobre todo sigue sin cubrir el hecho de que los hombres estén obligados a cuidar. Está más que demostrado que las medidas de conciliación solo las utilizan las mujeres, y para eso no eran, o no deberían haber sido.

Etiquetas
stats