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¿Qué valores hay detrás de las nuevas formas de producción?

Eduardo Azumendi

¿Que són las fábricas del futuro? “Es una metáfora que se interesa por el tipo de fenómenos que suceden en espacios industriales que no son ya los de la sociedad clásica. Se refiere a la emergencia de industrias que producen objetos y productos materiales transformados a la vez en valores sociales cotizados, industrias que dotan de identidades a los clientes consumidores que invierten en ellas”. Así define el nuevo concepto que ha irrumpido de las ‘fábricas del futuro’ los sociólogos Ander Gurrutxaga y Auxkin Galarraga. Gurrutxaga es catedrático de Sociología de la Universida del País Vasco (UPV) y Auxkin profesor adjunto de Sociología. Ambos forman parte del grupo de excelencia sobre  ‘Cambio, Complejidad e Innovación- INNOLAB’.

Entre las características de las ‘fábricas de futuro’, ambos investigadores destacan que crecen en entornos de innovación; promueven el valor de la novedad; tienen capacidad para producir objetos materiales; y promueven ideas como las de marca, identidad, vínculo social, estatus (personal y colectivo) y estilos de vida. “La emergencia de este tipo de fábricas depende, sobre todo, de cuatro factores: la innovación tecnológica; el conocimiento social que incorporan a la producción de objetos y servicios; el poder de los entornos de innovación, y la singularidad de los mercados”, explican. Creatividad, innovación socialmente orientada, carácter emprendedor y estilo de vida son sus motores.

“La fábrica del futuro dice que el cambio de época [el tránsito desde la sociedad industrial a la del conocimiento y de la segunda y tercera a la cuarta revolución industrial] condiciona la emergencia de nuevos sectores productivos. Sin necesidad de que desaparezcan los grandes símbolos industriales [sobre todo las manufacturas, automoción, maquina herramienta, bienes de equipo o la energía] se promueven condiciones para que algunos otros sectores de la industria, que no tienen el recorrido histórico estructural de las industrias clásicas, emerjan como expresiones de nuevos sectores productivos”.

Industrias asociadas, por ejemplo, a la experiencia (gastronomía, turismo), la aventura, el riesgo, la regeneración urbana, la exhibición temática de las ciudades, la conciencia y la lógica terapéutica, el descubrimiento científico, el marketing urbano, los servicios de la buena vida….

En las investigaciones de esta grupo de excelencia, este tipo de industrias expresan el cambio de época (la institucionalización de la sociedad del conocimiento), anuncian la fragmentación de la producción industrial, visualizan aspectos fundamentales de la época, en especial, la nueva estructura del empleo y los cambios en los salarios, los sentidos del trabajo, la creación de nuevas desigualdades, la reconfiguración de la estructura social, el cambio generacional y las ideas alrededor de cómo tiene que ser el futuro.

El cambio como respuesta a casi todo

Las claves del conocimiento social que emplean las fábricas del futuro dicen que “el cambio es la respuesta para casi todo: la flexibilidad y la capacidad de adaptación son las dos razones de la época. Los propietarios del mapa dicen por qué las cosas no funcionan ‘como deben’ o por qué hay que ‘experimentar’ para arreglar cosas”.

La utilización del valor estratégico de las nuevas industrias significa participar de la competición para ver quién cambia más y más rápido. En estos casos, lo que importa es moverse, aunque no se sepa hacia donde o se confunda la acción con el movimiento.

“La conclusión”, apuntan en una reflesión recogida en la revista Campusa, editada por la UPV, “es que el cambio de vocabulario y marco cognitivo caracteriza a la elite de la industria, el comercio o las finanzas. Se habla menos de la ingeniería de los productos o de la arquitectura institucional y más de culturas, redes, equipos o coaliciones. Antes que escribir de control o dirección prefieren hablar de influencias, liderazgo, motivaciones, redes, colaboración, cooperación, competencias o habilidades. Los nuevos términos transfieren, producen y se refugian en mensajes relacionados con la fluidez, volatilidad, flexibilidad, corta vida, innovación, creatividad, emprendimiento o capacidades. Los sujetos buscan organizaciones con estructuras fáciles de coser, descoser, desmantelar y reorganizar”.

El mundo que reflejan los productos que salen de esas fábricas está sometido a las leyes de la velocidad, del cambio instantáneo y errático. “Ello provoca que algunos valores estables, objetivos o claros y de obligado cumplimiento, fijos u ortodoxos, se  transformen en desventajas, hasta el punto de que jugar con ingredientes tradicionales les pone en el umbral de perder y poder ser expulsados de las instituciones donde quieren estar, como si la receta fuese: ‘sé tú mismo’, es decir, el personaje único, singular y diferente que crea, emprende e innova”.

Básicamente, no ser como los demás. “Lo que se compra y se vende son las diferencias no las semejanzas. Hacen falta ideas insólitas, nuevas, proyectos excepcionales que ‘nunca’ hayan sido sugeridos por otros, promover el camino y la propensión a recorrer veredas, carreteras o caminos en solitario que nadie haya recorrido antes. En el conocimiento social que triunfa con las fábricas del futuro, hay que inventar o innovar. Lo nuevo es la antesala del que emprende y promueve la ”buena nueva“ del credo infatigable del vendedor de novedades”.

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