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El vehículo eléctrico se frena

Alberto Uriona

Bilbao —

El vehículo eléctrico ha sufrido un frenazo en Euskadi. El Gobierno vasco, impulsor de la red de recarga de coches (fundamental para su desarrollo) junto a la empresa Repsol, admite que este año apenas se han implantado una quincena frente a las cerca de 55 de los dos ejercicios anteriores, en 2011 y 2012. Fuentes del sector corroboran que ahora “se está en estado latente”. Apenas hay ahora 300 coches (de los que cerca de 60 son motocicletas) que funcionan por electricidad en Euskadi, según los últimos datos oficiales, y a principios de este año había 164 puntos de recarga tanto públicos como privados, aunque contando con los de construcción se llegaría a 230, según los datos de la sociedad Ibil.

“La implantación va más despacio que los planes que había pero la referencia sigue siendo 2020”, dice un experto del negocio. El plan del Gobierno es que en esa fecha haya 41.000 vehículos eléctricos en las carreteras vascas (el 10% del parque automovilístico) y una red de recarga de entre 7.000 y 13.000 puntos. El Ente Vasco de la Energía (EVE), la agencia energética del Gobierno encargada del desarrollo de este proyecto, asegura que hay ahora cerca de 70 puntos de recarga pública, de los que el “80% se pusieron en marcha duraate 2011 y 2012”, mientras que en 2013 los esfuerzos “se han centrado en dotar de puntos de recarga rápida”. Permiten la carga del vehículo en 20 minutos y hay tres por ahora, ubicados en San Sebastián, Vitoria y Barakaldo.

El único proyecto de calado en marcha en Euskadi es, tras el fiasco de Hiriko (el coche eléctrico urbano promovido por empresarios de Álava), el de la sociedad Ibil, formada al 50% por el Gobierno vasco y Repsol, con la lógica de que para que haya coches eléctricos primero hay que asegurar su funcionamiento continuo a través de la recarga. Se puso en marcha en 2010 y supuso la paulatina puesta en marcha de puntos de recarga, primero en Euskadi y luego a otras partes de España, donde ahora se encamina el negocio: la red de delegaciones se ha extendido por Madrid, Barcelona, A Coruña y Málaga y las estaciones de recarga existen ya en ciudades como Palencia, Cantabria, Valladolid. El proyecto de Ibil fue cumpliendo sus hitos en los dos primeros años e incluso adelantó alguna de las previsiones como la puesta en marcha en Vitoria en 2012, con dos años de antelación, del primer punto de recarga rápida: permite cargar el coche eléctrico en 20 minutos frente al tiempo de hasta ocho horas que obligan la mayoría de las zonas de recarga. El cliente del servicio Ibil, que además ofrece el alquiler de coches como alternativa a la compra, tiene la seguridad de contar con un centro de control, instalado en el BEC de Barakaldo, que en todo momento monitoriza los datos del vehículo alquilado y evita cualquier problema.

Llegar al 10% en 2020

El plan del Gobierno vasco de implantación del vehículo eléctrico en Euskadi ya contaba con un desarrollo lento durante los primero años pero ahora ha coincidido con un parón absoluto en las ventas de automóviles. “A los datos actuales de presencia del vehículo eléctrico se agarran algunos para decir que no funciona. Pero no hay datos que nos digan que no se va a llegar al 2010 con esa cuota del mercado del 10%”, asegura un defensor del coche eléctrico. El Gobierno vasco, a través de su agencia energética EVE, mantiene ese plan de alcanzar el 10% de cuota pero señala que el cambio es un “proceso muy largo, pues implica sustituir un bien cuya vida útil actual es de 16 años. El periodo 2010-2020 debe considerarse como la etapa inicial de ruptura del mercado, previendo que se den impactos de una cierta entidad” a partir de 2010, señala.

Además de las escasas ventas, el vehículo eléctrico se topa con la resistencia de los fabricantes y los vendedores, que siguen primando al coche tradicional. “No hay una cultura de venta al cliente. Tienen que hacer un esfuerzo y saber venderlo. Falta esa introducción en los circuitos comerciales”, señalan fuentes del sector. Y eso que hoy en día un coche de este tipo tiene un precio similar al convencional, ya que el EVE apoya la compra de cada unidad hasta con 5.000 euros.

En esta primera fase, además el vehículo eléctrico no está enfocado al ciudadano sino a la empresa e instituciones públicos. Y hay ejemplos concretos de su rentabilidad, como en los repartos de Eroski o el servicio de atención domiciliaria de Osakidetza en hospitales como el de Cruces. Tampoco ha ayudado a una implantación rápida fracasos en Euskadi como el de Hiriko o a nivel mundial el de Better Place, impulsado en Israel, que se fue a la quiebra porque era un sistema complejo: la retirada de la batería del coche y la sustitución por otra para evitar las pérdidas de tiempo con la recarga.

El Gobierno insiste en el slogan empleado desde que puso en marcha el servicio Ibil hace tres años. “El vehículo eléctrido ha llegado para quedarse”, y se basa en que los fabricantes de coches siguen con sus inversiones en coches eléctricos. Y resalta que ha traccionado proyectos de I+D+i “de más de 105 millones de euros, involucrando a más de 60 empresas”, lo que, destaca, supone una oportunidad para el avance tecnológico de las empesas vascas. Al menos, en relación al conjunto de España, se va más rápido: ahora hay 1.100 coches eléctricos y 1.650 motos y ciclomotores eléctricos en todo el territorio español, según los datos del EVE.

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