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El ‘vitorianismo’ sale ileso de la Guerra Civil

El historiador Javier Gómez Calvo con un ejemplar de su libro 'Matar, purgar, sanar'

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

Si se acerca al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y busca el significado de 'vitorianismo' o de 'alavesismo' el resultado que va a obtener es que ninguna de las dos palabras está registrada. Es decir, a efectos del diccionario de los diccionarios no existen. Sin embargo, son dos conceptos que están muy vivos. Y, sobre todo, estuvieron muy presentes durante la Guerra Civil y la posterior represión franquista. Se trata de una concepción de la comunidad en la cual todos se sienten parte de una gran familia, que puede ser Vitoria o Álava. Ese sentimiento permitió atenuar los efectos de la represión franquista en la ciudad y la provincia. Al menos, así lo afirma Javier Gómez Calvo, doctor en Historia Contemporánea por la UPV, en su libro 'Matar, purgar, sanar. La represión franquista en Álava 1936-1945)'.

Gómez Calvo, actualmente investigador postdoctoral en el Instituto Universitario de Lisboa, ha incorporado en su libro datos procedentes de fuentes que no estaban disponibles hasta 2008, como la prisión de Vitoria o el archivo militar de Ferrol (en lo que se refiere a las causas militares abiertas contra paisanos). Se trata de datos inéditos, que hasta ahora no se habían consultado para Álava.

“Álava”, explica el historiador, “sufre la represión franquista, pero tiene otras características. Quedó casi en su totalidad en poder de los alzados desde el comienzo de la Guerra. La represión de carácter físico con resultado de muerte fue, comparativamente hablando, reducida. De hecho, buena parte del bloque civil adherido al golpe de Estado militar trató de amortiguar los efectos de la represión y se opuso de forma más o menos decidida a las demostraciones de fuerza bruta y a los excesos verbales y físicos empleados contra los adversarios políticos y la población dudosa”.

Así, el número de asesinados por los franquistas en Álava entre 1936 y 1945 se elevó a 193 (un 0,18% de la población). Un porcentaje muy inferior a provincias de parecida población a la de Álava. ¿Acaso existía un interés humanitario en preservar la vida del ideológicamente diferente? “No, más bien se trataba de salvaguardar una cultura localista, conocida como 'vitorianismo' o 'alavesismo', atacada seriamente durante la Guerra. Una cultura que se reinventa, pero que sale ilesa de la Guerra Civil consiguiendo restituir cierta reconciliación comunitaria tras ella. Nada que, a mi juicio, permita sostener lo que dicen los partidarios de las tesis exterministas, tan en boga en parte de nuestra historiografía sobre la Guerra Civil y el franquismo”.

Los lazos no se rompen

Los lazos no se rompenEn este punto, Gómez Calvo recoge uno de los testimonios recabados para su libro. “Un vecino de la época me comentó que cuando era pequeño las puertas de las casas en Vitoria no se cerraban con llave. A partir de 1936 sí debido al miedo. Pero él se da cuenta de que las heridas se van superando cuando la gente mediada la década de los años 40 vuelve a dejar las puertas sin cerrar con llave. Vitoria no vivió un frente de guerra, así que el 'vitorianismo' evitó que ”las cosas fueran mucho peores“. Ese espíritu se activa mucho el 31 de marzo de 1937, cuando comienza la conquista de Bizkaia y el general Emilio Mola manda limpiar la retaguardia de enemigos. Ordena una saca con gente representativa de todos los partidos, incluido el PNV. ”Es la primera vez que un militar da una orden semejante, asesinar a un nacionalista“.

El 'vitorianismo' era una concepción más social que política porque excluía de la comunidad a los anarquistas, comunistas, socialistas. “Incluía a gente de orden y bien como se decía entonces. Es decir, a la gran mayoría de los cargos electos de la República, el PNV, la derecha”. Los que nunca se sintieron parte de ese espíritu fueron los anarquistas. “Nadie les reclama porque no tienen lazos con la ciudad, van y vienen…Pierden la vida en Vitoria y apenas han estado unos meses. Nadie intercede por ellos, pero cuando alguien de la comunidad sentía amenazada su integridad se movía alguna ficha por él”.

El 'alavesismo' permite a los nacionalistas y a los republicanos más destacados adaptarse a la nueva situación. “La patronal vitoriana, el Deportivo Alavés, las asociaciones musicales…Nadie podía dirigir ninguna organización si estaba enemistado con el régimen. Y a gran parte de nacionalistas y republicanos se les ve dirigiendo estas organizaciones. Por ejemplo, el orfeón sufrió la represión, pero después permitieron que se volviera a formar y, además, a base de nacionalistas”.

El que también salió bien librado fue el PNV. Los 'peneuvistas' en Álava tenían ciertas diferencias con sus compañeros de Bizkaia y de Gipuzkoa. “El PNV guipuzcoano y vizcaíno eran más pragmáticos y abiertos a relaciones con diferentes. En Álava, la base social del PNV procedía del carlismo. Los mismos que después se van a matar, concurrieron juntos a las elecciones en 1933. En familias hay concejales del PNV y carlistas. La única diferencia es que unos tenían una simpatía nacionalista hacia España y otros hacia Euskadi. Pero sus referentes culturales y religiosos eran los mismos”. Eso hace que los nacionalistas no noten los efectos de la represión en caliente, o al menos de manera muy baja. Al final de 1936, entre todos los asesinados no hay ningún nacionalista muerto por orden militar. Los que han perdido la vida lo han hecho a “manos de partidas de incontrolados”.

Someter, pero no aniquilar

Someter, pero no aniquilarGanar la guerra y someter al adversario, pero no aniquilarlo. Estos eran los objetivos de los sublevados en Álava en el verano de 1937, según la tesis del libro de Gómez Calvo. El historiador ha realizado un estudio de 159 juicios celebrados entre septiembre y diciembre de 1937 contra vecinos acusados de haberse significado en partidos de izquierdas o nacionalistas antes de 1936 y que residían en todo caso en municipios que cayeron del lado de los alzados desde el 18 de julio. El resultado del análisis revela que las prioridades respecto a las formas de aplicar los castigos políticos estaban cambiando. “Sólo siete de los juzgados fueron condenados a muerte, pero solo uno fue fusilado. Otros nueve fueron condenados a cadena perpetua y 52 a penas de cárcel menores. Pero lo más llamativo es que el 60% no fueron castigados a penas de cárcel y sí a cortos destierros, multas simbólicas, envío a batallones de trabajadores o alistamiento forzoso en el Ejército”.

El análisis también confirmó una de las hipótesis de Gómez Calvo. “Los objetivos de la represión física eran los republicanos y los miembros de organizaciones de izquierdas, particularmente anarquistas y socialistas. Sólo siete de los 159 juzgados en esos cuatro meses militaba en el PNV o en su sindicato afín, STV”.

Incluso la Iglesia también adaptó el espíritu del 'alavesismo'. “Amortiguó los efectos de la represión. La gente estaba muy bien conectada. La mayoría de los sacerdotes no participa de la cultura integrista y radical de la Iglesia española en general”.

Cuando Gómez Calvo empezó a investigar sobre la represión franquista encontró “un absoluto vacío” sobre la ejercida en Bizkaia, apenas tres obras respecto a la persecución política en Gipuzkoa y, en cuanto a Álava, los únicos trabajos “serios” eran artículos escritos hace más de 20 años. “Lo que sí encontré, y hoy sigue siendo fácil hacerlo en multitud de librerías y bibliotecas del País Vasco, fueron libros en los que se tildaba de genocidio la represión franquista en las provincias vascas y se evocaba la Guerra Civil como un conflicto en el que el español había querido castigar al vasco que, siguiendo su secular tradición irredenta, acabó tomando las armas para ponerse a la vanguardia de la lucha contra el invasor. Este tipo de literatura, vinculada a la izquierda nacionalista vasca y por lo general ajena a la historiografía académica, ignora que la represión en el País Vasco fue menos brutal que en cualquier otro lugar de España y, lo que es más importante, que las provincias vascas se convirtieron muy pronto en puntales de desarrollo económico del país”, señala el historiador.

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