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El voluntario, la figura invisible de la sociedad

Una voluntaria en una actividad con personas con discapacidad intelectual.

Paloma Bravo Pérez

En el año 2002, Sara Moreno tenía 19 años. Un día, paseando por las calles de Bilbao, vio un cartel que reclamaba voluntarios para cuidar a personas con discapacidad intelectual. Decidió intentar, probar la experiencia y, aunque comenzó con cierto recelo, poco a poco se adaptó a las expectativas. Se trataba de un sector de la población con el que nunca había tratado, pero arriesgó. Ahora, 12 años después, todavía dedica parte de su tiempo libre a la acción solidaria, altruista y sin recibir alguna remuneración a cambio.

“El voluntariado, aunque comience de forma casual, se convierte en un modo de vida, termina formando parte de tu identidad”, reconoce Sara Moreno, ya con 31 años. Cree que la acción voluntaria aporta más al que la da que al que la recibe, ya que “aprendes valores esenciales que de otro modo quizás nunca hubieras descubierto”. Considera que la sociedad les trata “como números y no como individuos, como personas”, pero reconoce que desde las asociaciones el trato es “inmejorable” y les toman como parte de la entidad.

Así lo ratifica Esther Valencia, responsable del departamento de Ocio de la Asociación de Parálisis Cerebral Aspace de Álava. Reconoce que los voluntarios son “un pilar fundamental de la asociación y asume que, ”sin ellos, muchas actividades no podrían realizarse“. A nivel organizativo, cuando en los meses de exámenes los jóvenes dejan en un segundo plano la acción voluntaria, la responsable admite notar ”la ausencia“. Desde el otro lado, Sara Moreno cree que, en su caso, si parasen el voluntariado por un día, ”se acabaría el tiempo libre, la libertad“ de las personas a las que dedica tantos momentos.

“Se cubren puestos de los que debería encargarse la administración”

Aunque desde las asociaciones se valore y aplauda la labor de los voluntarios, el sentir de los practicantes de la acción altruista es bien dispar. En una jornada dedicada al voluntariado en la capital alavesa, los jóvenes que allí se han acercado han puesto en común sus impresiones sobre si la sociedad valora o no la labor que ellos desempeñan. En realidad, muchas opiniones han coincidido en que “el valor del altruismo no es algo que la ciudadanía tenga interiorizado y asumido”, como así ha dicho Cinthia Moreno, voluntaria desde hace dos años. Para hacer frente a ese problema, creen que ese valor “debería de estar presente en las escuelas casi desde preescolar”.

Tanto el sentir de los voluntarios como el de las asociaciones es que, en ocasiones, “nos aprovechamos de las personas solidarias porque se les encarga un papel que debería estar cubierto por un profesional”, denuncia Moreno. Desde la asociación alavesa Aspace también creen que “si todas las necesidades estuvieran cubiertas y todos los colectivos tuvieran las mismas oportunidades, las asociaciones no deberían existir”. Asimismo, recalca la idea de Moreno y afirma que “los voluntarios, en algunos sectores de la sociedad, cubren funciones de las que debería de encargarse la administración”.

Reconocimiento necesario para sentirse estimulados

En la jornada celebrada sobre el voluntariado, los jóvenes participantes han incidido en que las personas contribuyentes a la acción altruista deben sentirse “más respaldados y apoyados por la sociedad”. “No pedimos que cada labor se nos aplauda, pero sí creemos que es necesario un punto más de reconocimiento, nos sentimos en un segundo plano”, ha razonado uno de los jóvenes tras la puesta en común. “Sentimos, en general, que alguna vez también se aprovechan de nuestro trabajo, que se nos delegan más responsabilidades de las que nos corresponden”, ha denunciado.

Desde la asociación de parálisis cerebral de Álava, defienden que los voluntarios “aunque importantísimos, deberían ser solo un apoyo a la actividad de los profesionales y expertos del sector”. Apoyan y animan a las personas que deciden colaborar de forma desinteresada y además piden que, desde las demás entidades, segmentos de la sociedad o la propia administración, se les valore como debiera.

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