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Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

2015 no va a ser un buen año para las personas mayores

Jabier Barinaga

Miembro del Observatorio de las Personas Mayores de Navarra —

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La actual situación de crisis económica, social, política, ética que se viene arrastrando desde hace varios años y que se prolongará varios más, al menos en lo que se refiere a las economías domésticas, ha provocado cambios sustanciales en la vida de todas las personas, incluidas las personas mayores

Comentaremos y aportaremos algunos datos sobre varios aspectos relevantes en la vida de las personas mayores, comenzando por las pensiones.

Nuestro sistema público de pensiones es uno de los que menor gasto supone en el conjunto de países de la Unión Europea. En España, el porcentaje de gasto público respecto del PIB (10% en 2010) es menor que en los principales países de la eurozona (15% de Italia y Francia) e inferior a la media de la Unión (superior al 11%).

Esos datos no hacen sino reflejar que las pensiones en España son bajas: la pensión media por jubilación no llega a mil euros; la pensión media, teniendo en cuenta todas las pensiones, está por debajo de los 900€. Cuantías que no han mejorado al comenzar 2015 puesto que la subida media no ha supuesto ni siquiera 2,5€ mensuales. Ni mejorarán, salvo que se cambie la política sobre la revalorización de las pensiones, porque las previsiones del actual Gobierno es incrementarlas sólo un 0.25% los años 2016 y 2017.

Pensiones bajas y reducción de sus cuantías en el futuro inmediato como consecuencia de las últimas reformas del sistema, crean un caldo de cultivo ideal para el negocio de la banca y las grandes aseguradoras que nos venden la necesidad de contratar planes privados de pensiones. Otra cosa es que cada vez haya menos personas que se lo puedan permitir.

Un segundo aspecto a resaltar es el de la pobreza.

Diversas organizaciones sociales llevan tiempo alertando sobre el incremento de la desigualdad y la pobreza. La sociedad española se está empobreciendo. No sólo hay mayor pobreza sino que los pobres lo son aún más. La vulnerabilidad de grupos como el de los niños está incrementándose. Además, el trabajo ya no supone una salvaguarda para escapar de la pobreza, de hecho el 12% de la población española que trabaja no gana lo suficiente para conseguirlo.

Según Cáritas, España es una de las sociedades más desiguales de Europa. Situación que provoca un aumento de los trastornos depresivos, de los problemas con el alcohol y los suicidios, que se han disparado desde el comienzo de la crisis.

Y si la situación no es todavía más grave es gracias a que las pensiones juegan un papel fundamental en el mantenimiento de las condiciones mínimas de subsistencia para muchas familias, como lo demuestra el número creciente de hogares sostenidos por una persona pensionista, que alcanza casi el 27% del total.

Se ha producido un cambio cualitativo sustancial en unos pocos años: cuando el nivel de empleo era relativamente alto, cuando muchas parejas jóvenes trabajaban fuera del hogar, acudían a sus padres para que se hicieran cargo de sus hijos, surgiendo la figura del abuelo cuidador. Ahora ese papel se ha visto sustituido, en demasiadas ocasiones, por la del abuelo sustentador de la economía familiar. Papel que, por desgracia, deberán seguir jugando durante 2015.

Un tercer factor a tener en cuenta es el de los servicios públicos.

Según Médicos del Mundo, desde que se ha puesto en marcha la reforma sanitaria, cientos de miles de personas son desechadas por el sistema de sanidad pública, y el copago de medicamentos se ha convertido en una barrera en ocasiones insuperable para las personas con rentas bajas, por lo que muchas tienen que suspender sus tratamientos o seguirlos parcialmente, con graves consecuencias para su salud. De esta situación general, en la que se prioriza la reducción del gasto sobre la salud de las personas, estamos siendo más conscientes las últimas semanas debido a que el colectivo de enfermos de hepatitis C se ha lanzado a las calles para defender su derecho a la vida.

La situación es todavía peor en el caso de la atención a la dependencia, derecho que no se está viendo satisfecho. Problema que afecta de forma dramática a las personas mayores: según la Encuesta Nacional de la Salud de 2012, el porcentaje de personas entre 75 y 84 años que tienen dependencia funcional es del 32% en los hombres y del 47% entre las mujeres; a partir de los 85 años, el porcentaje se eleva al 65 y al 76%, respectivamente.

Y nos tememos que los recortes en los servicios públicos o en la atención a la dependencia no hayan terminado ya que el Gobierno pretende reducir “el gasto” en otros 38.000 millones de euros de aquí a finales de 2016.

Los recortes en los servicios públicos, que son los únicos a los que puede acceder la inmensa mayoría de la población, afectan no sólo a la calidad de vida, también afectan a su cantidad: a la esperanza de vida.

En los países occidentales, la esperanza de vida ha ido aumentando en las últimas décadas gracias a los avances médicos y tecnológicos, cambios en los hábitos nutricionales, mejora en los niveles de vida y en la educación, así como el acceso de la población a los servicios sanitarios.

Sin embargo, en 2012, en España, se ha producido un cambio de tendencia que habrá que seguir con atención: la esperanza de vida de los hombres se estancó en 79,5 años y la de las mujeres disminuyó ligeramente, pasando de los 85,6 de 2011 a los 85,5 de 2012.

A pesar de todo, el dato de la esperanza de vida no es más que una media y, como tal, esconde diversas realidades. Una de ellas, una de las grandes diferencias, es la que se produce por la clase social. Existen algunos estudios que afirman que la esperanza de vida de las clases sociales más acomodadas es superior en 10 años a los de las clases menos favorecidas.

En definitiva, 2015 no les va a traer ni más cantidad ni más calidad de vida a las personas mayores (tampoco a la mayoría del resto de la población), si, de alguna manera no empezamos a poner remedio a esta desoladora deriva. Si queremos que 2015, en Navarra y en el resto del Estado, no sea un año más de la crisis, hemos de conseguir que todos los sectores políticos, sindicales y sociales y, especialmente las personas mayores, se organicen y movilicen para impulsar un cambio de ciclo.

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