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“El Festival de Cine ha sobrevivido los últimos años porque no depende solo de fondos públicos”

El director del Festival de Cine de Pamplona, Dimas Lasterra.

Garikoitz Montañés

El Festival de Cine de Pamplona ya está aquí. Y no ha sido fácil alcanzar su XV edición. El responsable de la productora Navarra de cine y de la propia cita, que desde este lunes y hasta el próximo viernes espera repetir las cifras de asistencia del año pasado (unos 8.000 espectadores), Dimas Lasterra, explica las dificultades económicas del proyecto, que han convertido a este año en el más difícil de su historia. El evento vuelve a centrarse en la proyección de cortos nacionales e internacionales, pero también en el cine adaptado y los temas sociales. Es decir, que la apuesta se mantiene: todo sea por sentar al público en una butaca de cine para que empiece la función.

¿Organizar un festival es, hoy en día, una excusa para devolver al público a las salas de cine?

Lo importante de los festivales es que intentan captar otra vez a esos espectadores que la taquilla convencional ha perdido, ya sea por el pirateo o porque la oferta de ocio ha crecido, y el cine ahora compite con los videojuegos o el consumo doméstico. Por eso nosotros, en el festival, intentamos ofertar algo difícil de encontrar en otro sitio.

¿Y de qué se trata?

Proyectamos cortos internacionales. Ahora es difícil encontrar algo que no esté en la red, pero nosotros tratamos de ofrecer esa programación del tirón para que, simplemente, el espectador se siente y se deje seducir. Lo mismo ocurre con los documentales que ofrecemos; la selección es muy interesante y nosotros se la demos hecha al público.

Con una selección de cortos y documentales, ¿no se dirigen a un público muy especializado?

Hay cabida para todo tipo de público, desde gente más joven hasta mayores, y el tiempo nos lo ha demostrado. Este festival surgió, en sus dos primeras ediciones, desde la Universidad Pública de Navarra y estaba dirigido a sus alumnos. Pero después, cuando yo llegué a la dirección [lleva en ella 13 años], intenté que el festival se abriera al resto del público. Así que, ahora, aquellos chavales que empezaron con las proyecciones ahora son 15 años mayores.

¿Ofreciendo una programación de lunes a viernes no es más difícil atraer al público?

Bueno, hemos arrancado con la programación de Educactif y esa parte ya tiene asegurada la presencia de 5.000 chavales, tras las reservas de los colegios.

¿Mantienen sus expectativas de público?

Esperamos repetir las cifras del año pasado. Sí es verdad que otros años hemos llenado incluso más butacas, pero en las dos últimas ediciones, el festival ha plegado velas. Era imposible seguir así.

¿La crisis les ha pasado factura?

Sí, indudablemente. El Festival ha sobrevivido a la debacle de los últimos siete años porque no dependemos únicamente del apoyo de la financiación pública. También hemos logrado acuerdos con empresas privadas, aunque estas aportaciones obviamente también se han reducido. Al final, también dependes de las cuentas de resultados de las firmas, y hemos visto cómo ha habido patrocinadores que nos han abandonado.

¿Cómo se consigue, entonces, organizar un festival?

Eso es lo más difícil, y llevamos 15 años. Este año, por ejemplo, está siendo el más difícil, porque aún no se han resuelto las convocatorias de las subvenciones que podríamos recibir. Ni la del Gobierno ni la del Ayuntamiento de Pamplona. Quienes trabajamos en esto, sabemos que tenemos que adelantar el dinero y luego presentar una justificación económica para recibir la subvención, pero este año aún no se han completado esas convocatorias y esperamos recibir una partida similar a la del ejercicio anterior; aunque siempre que vas con un proyecto a solicitar financiación tienes unas expectativas y, luego, hay veinte como tú, así que te quedas con la sensación de que igual este año te dicen que no.

¿Organizar un evento así se basa en un acto de fe?

La inmensa mayoría de las ayudas para proyectos culturales se cobran a toro pasado, así que sí. Esto no es una rareza, sino el territorio en el que nos toca jugar. Resulta difícil, pero si lo viéramos imposible, nos iríamos a nuestra casa. Al final, lo más importante es intentar conseguir que acuda el público. Si, después de esta colección de penurias, te encontrases una sala vacía, esto no tendría sentido. Y, por ejemplo, el año pasado el público fue muy cariñoso con nosotros, y nos daba las gracias por seguir aquí, a pesar de la que está cayendo.

¿Es más fácil atraer al público con precios de 3 euros la sesión?

Los precios los hemos mantenido casi desde el principio en 3 euros la entrada. Pero este es un tema curioso: la mayoría de los días entre semana, puedes ir al cine por entre 3 y 4 euros. Hemos colgado el cartelito al cine de que es caro y, sin embargo, estoy seguro de que no pasas dos horas en un bar gastando solo ese dinero. El cine, al final, es una de las ofertas de ocio más asequibles. Yo creo que los exhibidores están haciendo un esfuerzo.

Y el Gobierno, ¿también?

Sí, pero en el camino contrario (risas). Tenemos el IVA cultural más caro de Europa. Pero esto es lo que nos ha tocado vivir y es lo que nos toca. Quien recauda ha visto en esto una manera de ingresar, aunque por el camino se haya reducido la venta de entradas y se vayan cerrando cines.

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